Soy un delincuente.
No te quepa la menor de las dudas.
Cuando tú duermes, escapo con el sigilo del aire.
Entonces, cual vándalo común, mutilo jardines
que no me pertenecen, y cargo con rosas.
que dejo a tus pies.
A veces, las consigo hasta en Febrero.
No me preguntes. Están ahí, esperándome.
Antes de volver a entrar por la ventana,
con un silbido despido a mis compinches
de correrías; la luna y las estrellas,
que se han quedado velando tu sueño.
Vuelvo a meterme en ese santuario
que es nuestra cama; en esa comunión
que es tu carne.
Mañana, también tendrás rosas.