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Violencia en Argentina (XIV): El tema es la equidad

Carlos O. Antognazzi

Argentina



La subsecretaria de Coordinación Operativa del Ministerio de Desarrollo Humano de la provincia de Buenos Aires, Marisa Graham, al referirse a los asentamientos marginales sostuvo que «hoy ya hay nietos de abuelos que nunca lograron estudiar ni trabajar. Así las nuevas generaciones son más pobres que las precedentes» (La Nación, 04/07/04, p. 25). Es decir que a medida que pasa el tiempo nuestra sociedad empeora. ¿Qué ocurrirá cuando llegue el recambio de la clase dirigente? En principio, podrían ubicarse los hijos del ex gobernador Víctor Félix Reviglio, que estudiaron en Inglaterra porque seguramente al inventor de la Ley de Lemas no le agradaban las escuelas públicas de su provincia.

Nélida Baigorria recuerda que Antonio Salonia, ministro de Educación, el 07/08/1989, sólo un mes después de que Menem comenzara su primer mandato, anuló el Plan Nacional de Alfabetización que había impulsado Alfonsín con su ministro Carlos Alconada Aramburu (Con la democracia se alfabetiza. La Nación, 10/09/04, p. 21). El actual ministro, Daniel Filmus, había participado en los dos meses de transición de Alfonsín a Menem. Filmus fue también funcionario de Carlos Grosso cuando éste era intendente, y secretario de Educación del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Como planteé en un artículo anterior, en el peronismo se puede tener la certeza del eterno retorno (cfr. Castellanos, 20/08/04). Nadie se va del todo, y los que delinquen o pauperizan en una época, vuelven a insistir en otra. Muchos de estos funcionarios que hoy sufrimos podrían repetir como propias las palabras del cardenal Richelieu, cuando ya no había quién lo salvara: «soy un hombre que todo lo que hizo mal lo hizo bien y lo poco que hizo bien lo hizo mal».

El tema es la equidad

La subsecretaria de Coordinación Operativa del Ministerio de Desarrollo Humano de la provincia de Buenos Aires, Marisa Graham, al referirse a los asentamientos marginales sostuvo que «hoy ya hay nietos de abuelos que nunca lograron estudiar ni trabajar. Así las nuevas generaciones son más pobres que las precedentes» (La Nación, 04/07/04, p. 25). Es decir que a medida que pasa el tiempo nuestra sociedad empeora. ¿Qué ocurrirá cuando llegue el recambio de la clase dirigente? En principio, podrían ubicarse los hijos del ex gobernador Víctor Félix Reviglio, que estudiaron en Inglaterra porque seguramente al inventor de la Ley de Lemas no le agradaban las escuelas públicas de su provincia.

Nélida Baigorria recuerda que Antonio Salonia, ministro de Educación, el 07/08/1989, sólo un mes después de que Menem comenzara su primer mandato, anuló el Plan Nacional de Alfabetización que había impulsado Alfonsín con su ministro Carlos Alconada Aramburu (Con la democracia se alfabetiza. La Nación, 10/09/04, p. 21). El actual ministro, Daniel Filmus, había participado en los dos meses de transición de Alfonsín a Menem. Filmus fue también funcionario de Carlos Grosso cuando éste era intendente, y secretario de Educación del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Como planteé en un artículo anterior, en el peronismo se puede tener la certeza del eterno retorno (cfr. Castellanos, 20/08/04). Nadie se va del todo, y los que delinquen o pauperizan en una época, vuelven a insistir en otra. Muchos de estos funcionarios que hoy sufrimos podrían repetir como propias las palabras del cardenal Richelieu, cuando ya no había quién lo salvara: «soy un hombre que todo lo que hizo mal lo hizo bien y lo poco que hizo bien lo hizo mal».

Lo más doloroso, de todas formas, es que se dejó de lado el Plan Nacional de Alfabetización sin que nada lo reemplazara. Argentina sufre de una falta de cultura en su sentido más amplio. Una suerte de cultura educativa, que forje una nueva idiosincrasia y modifique el autismo campechano en que nos movemos desde hace décadas.

La Ley de Lemas

Frente a la posibilidad de la derogación de la Ley de Lemas, el diputado nacional peronista Pedro “Corazón” González, oriundo de Villa Gobernador Gálvez, sostuvo sin rodeos que «si nos ganan la provincia, va a pasar como en Rosario, no ganamos más por 20 años. Pero lo más dramático de esto es que van todos presos, desde Reutemann hasta el último barrendero que estuvo en la última comuna. Nos van a revisar los papeles, siempre hay algún papel que está mal hecho y si no, lo van a inventar» (El Litoral, 22/09/04, p. 06).

La de González es una declaración de principios. No importa lo que piensa el contribuyente, sino que el peronismo se mantenga en el poder. No importa que se hagan las cosas con seriedad y dentro de la ley, sino que otro no gane las elecciones porque los peronistas irán todos presos. González está reconociendo abiertamente que el partido al que pertenece no ha hecho las cosas bien, y que la única forma de continuar robando a la ciudadanía es mantenerse en el Gobierno y contar con una corte adicta. El desparpajo se disimula con la desesperada honestidad del planteo. González está sufriendo en serio por la posibilidad de que investiguen a su partido. No miente. ¿No habría que hacerle un reconocimiento público? ¿Ningún fiscal puede actuar de oficio y citarlo a declarar por los temores que ha manifestado? ¿Quién se encarga de controlar los actos de Gobierno o las declaraciones de los funcionarios? ¿Nadie investiga lo que ocurre en Villa Gobernador Gálvez?

González no habló en secreto, lo hizo en una reunión partidaria y ante periodistas que grabaron sus palabras. Esta expresión filosófica que alude a buen número de peronistas (ya que nadie se encargó de corregir o tomar distancia de las palabras de González) es una muestra de los verdaderos intereses de los hombres del partido. No se trata de ayudar a los necesitados, ni de promover la “cultura del trabajo” (al menos desde Barrionuevo esta frase debería haberse expurgado aunque más no sea por decencia, pero los émulos de Perón la mantienen como inalterable slogan y “vidriera” del partido), sino de sobrevivir gracias a una estructura de poder, independientemente de su legalidad. Las palabras de González aluden al espíritu corporativo de un grupo orquestado con el único fin de perpetuarse en el poder para seguir delinquiendo.

No hay que llamarse a engaño. González es incapaz de utilizar eufemismos o figuras retóricas. Lo suyo es pasión y frontalidad. Hay que tomar literalmente lo que dice. Que nadie sugiera luego que “no sabía” o que pensaba que había querido decir otra cosa. No importa de qué partido, los que callaron frente a estas palabras de González las refrendaron con su silencio. Colin Lewis, experto en historia económica de América Latina, sostiene que el gran desafío es «si Néstor Kirchner es capaz, si está equipado para crear algún tipo de democracia en el partido. Si lo lograra, ése sería su mayor legado. El problema está en que no tiene raigambre peronista» («Hay que democratizar el peronismo». Entrevista de Andrew Graham-Yoll, La Nación, 01º/09/04, p. 10).

Esa democratización es la que podría permitir que personajes como Pedro González, Barrionuevo, Massat y tantos otros queden fuera de las estructuras de poder. Pero tradicionalmente el peronismo, ante las denuncias del resto de la sociedad, ha respondido con más autoritarismo, cerrando filas, impidiendo las investigaciones y planteando cacerías de brujas. El partido ni siquiera aceptó la responsabilidad que le cupo en la masacre de Ezeiza (en donde nunca se supo cuántos muertos hubo), ni como socio del Plan Cóndor, o con respecto a los muertos de 2001 en Rosario y a los que dejó la inundación de 2003 en Santa Fe. Abiertamente Reutemann y su ministro Carranza procuran que no se investigue qué destino se dio al dinero que aportó la Nación para los inundados. ¿Cómo pensar que esta horda pueda democratizarse?

De lo que se resuelva sobre la Ley de Lemas la ciudadanía podrá establecer el perfil del tipo de representantes que tiene. A quiénes ha dado el voto, en quiénes piensan algunos políticos y, fundamentalmente, hasta dónde puede resistir la tolerancia de los bien nacidos frente a tanto caradurismo impune.

La solución Swift

El autor de Los viajes de Gulliver aportó una propuesta al tema de la pobreza «para este solo y único reino de Irlanda», pero que los Gobiernos latinoamericanos, en especial el Argentino, podrían evaluar. Ante el espectáculo de los pordioseros que pueblan las ciudades, Jonathan Swift sugirió: «Me ha asegurado un americano muy entendido, conocido mío en Londres, que un niño saludable y bien alimentado constituye, a la edad de un año, una comida deliciosa, nutritiva y sana, ya sea cocido, dorado, asado o hervido, y no dudo de que servirá igualmente en un fricasé o un guisado» (Una modesta proposición. En Escritos satíricos, Norma, Colombia, 1991. p. 12).

Argentina podría no sólo considerar esta sugerencia publicada originalmente en 1729, sino llevarla a cabo para contrarrestar la imposibilidad de los gobiernos locales de lograr la equidad. ¿Para qué preocuparnos por la escolaridad o la violencia o las villas miseria? Comamos a los escolares y a los violentos, y el problema se termina. Y se termina mucho mejor, y más contundentemente, que lo que procuraron hacer los militares, adocenando a las multitudes detrás de muros para que los visitantes del Mundial 78 no los vieran, o arrojándolos al mar (y perdiendo así la posibilidad de los guisados, que con tanta honestidad aporta Swift). Seguramente a varios jerarcas del peronismo esta idea les hará brillar los ojos. Aún desconociendo el valor de la lectura, y desconociendo mucho más a Swift y Gulliver, y quizás sin comprender la filosofía equina de los Houyhnhnms (aunque tal vez encontrando curiosas similitudes con los Yahoo), probablemente sabrán detectar el filón de la idea y el crecimiento y expansión que eso les posibilitaría.

En primer lugar, no habría que aportar planes sociales, y ese dinero podría utilizarse en otras cosas. No habría que ocuparse de la salud ni de la educación ni de la seguridad, ya que todo mendigo y niño en edad de merecer (el horno) iría irremediablemente al comedor como plato principal. Es un negocio redondo como el que acarició Barrionuevo hace unos años, que le hizo sincerarse y reconocer en cámara que no había hecho la plata trabajando, y que sólo «si dejamos de robar dos años, y me incluyo, este país se salva».

La distribución

A la equidad se llega con una mejor distribución del ingreso y con trabajo real, no con planes clientelares. Se llega, paralelamente, con educación. La equidad es un “derecho humano” que brilla por su ausencia en los países subdesarrollados. No hace falta comerse a los niños, como sugirió Swift, para ayudar a los padres de pocos recursos. Antes podría intentarse otra forma, como de hecho han intentado todos los países civilizados, cuyos “milagros” admiramos pero cuyo trabajo para conseguirlo ignoramos con insistencia patológica. No existe milagro que no exija a la sociedad y a sus gobernantes un trabajo firme y mancomunado, con ideas claras, y con un objetivo común igualmente claro. Todo lo demás es literatura.

Pretender que los cambios lleguen “porque los merecemos” es una falacia suicida y demagógica. Si estamos como estamos, y si tenemos los gobiernos que se nos parecen, es justamente porque la sociedad argentina, pese a estar cansada y a gritar hace poco tiempo «que se vayan todos», no sólo dejó que todos se quedaran, sino que en muchos casos los volvió a ungir con el voto (Reutemann, Obeid, el peronismo cambalachero de siempre con sus inefables listas sábana y su ortodoxa Ley de Lemas). El problema es nuestro, entonces, y no de los gobiernos extranjeros. Y las soluciones tendrán que ser nuestras, también, pues nada, salvo intimaciones, vendrá de afuera. Pero ponerse de acuerdo es una tarea ímproba que requiere de conocimiento, no sólo de voluntad. Y ese es otro problema argentino.

Hasta tanto no se implemente una política de estado en materia de educación y ciencia (es decir, de cultura en un sentido amplio) seguiremos a los tumbos y sin equidad, y la “modesta proposición” de Swift tentará a más de un político de ideas cortas y manos largas.

Santo Tomé, setiembre de 2004.

© Carlos O. Antognazzi.
Escritor.

Publicado en el diario “Castellanos” (Rafaela, Santa Fe, Argentina, el 08/10/04). Copyright: Carlos O. Antognazzi, 2004.

Este artículo tiene © del autor.

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