Ha muerto Rony. Se lo ha llevado la rueda asesina, el neumático que sólo perdona -a veces- a los ricos. Porque los poderosos tienen dólares para pagar la UCI y Rony únicamente tenía humanismo, y algo más de lo que la mayoría carece: amor. Amor por su rica tierra (Honduras), que sólo los caciques disfrutan en detrimento del bienestar de los humildes; sincero amor por los amigos, por la novia en la que soñaba, por los pájaros ... (A mí me decía, en su lengua hispana de acento indiano: “Honduras parlotea con trinos desde la arboleda”, como si quisiera elevar a la dignidad de los altares naturales el garipío de las aves canoras que saludan al alba desde los maizales.)
Rony ha muerto por siempre y para siempre. Sin embargo, algo queda de él en esta tierra de promisión: la esperanza de que el humilde ejemplo (el suyo era patente: sonrisa ante la adversidad y templanza ante la dicha) cunda y anime a luchar a los timoratos por la unidad de los pueblos y, a los que no lo son, para que abanderen la rebelión de la palabra contra la inmisericorde falacia del egoísmo y la maldad.
¿Qué puedo decirle a Rony desde estas líneas si ya no me puede escuchar? ¿Para quién escribo entonces? ¿Para mi consuelo? ¿Para mi torpeza por no haber podido asemejarme a él? ¿Para remover conciencias? ... No. Escribo porque siento cómo la rabia y la impotencia me obligan a decirle, aunque todo quede en una triste resonancia: Amigo mío, "mejor ha sido así". Ahora sí que estás en el Paraíso. Ya no oyes el sonido de la campana de tu iglesia cuando sonaba a muerto (a muerto de hambre), ni percibes el olor a miseria entre la fragancia selvática. Amigo mío, "mejor ha sido así", porque, por un instante -mientras le entregabas el alma a tu Dios en el que creías-, los pájaros han enmudecido para respetar tus memorias y decirte, en el silencio de la Nada: “Allá donde estés escucharás la palabra de Honduras en nuestra sinfonía de gorjeos”
Sí, Rony, "mejor ha sido así". Aunque fueses joven, o precisamente por ello, te quedaba mucho por sufrir. Desde mi dolor te lo digo. Sin embargo, tú querías luchar: por los tuyos y por los de allende los mares. ¡Qué pena!Pero no sufras (si es que estoy equivocado y en verdad eres eterno). Verás cómo muchos humildes como tú disputarán entre sí para recoger de tu muerte el testigo que nos dejas.
Un abrazo, Rony. ¡Hasta siempre, amigo!