Señor de la Meditación,
acabo de despertar
en este nuevo dÃa de tu gracia.
Con los ojos cerrados y en silencio,
me tomo un momento
para agradecerte
por todo lo que me das.
Señor de la Meditación,
en la calma de este dÃa que comienza,
me siento en profunda paz,
aunque me hayas negado
lo que otros parecieran tener más.
Con las palmas de mis manos
abiertas hacia el cielo,
te pido fe y resignación
para aceptar todo aquello
que no alcanzo a comprender.
Y te pido mucho amor
para ver a mis hermanos con tus ojos,
porque quiero
que todos mis actos hacia ellos
den cuenta de ti.
Señor de la Meditación,
rompo mi silencio
con una palabra tuya
después de esta oración.
Y, en perfecta serenidad y armonÃa,
soy uno contigo
y con el universo.
Amén
Frank Otero Luque
(Dibujo al carboncillo de Ruy Jiménez Gil-Fortoul)