Bueno, puede que sea cierto, tal vez, así es.

Pero, Entonces, ¿quién es el tipo que me mira todas las mañanas con cara de asco, desde dentro del espejo? ¿Llevo toda mi vida lavándole los dientes, tal vez a mi vecino?

Bueno, si es mi vecino, después de todo no tiene tanta importancia. Entre vecinos nos ayudamos, si necesito sal, él me la presta.

Pero... ¡Terrible duda!

Esta noche antes de acostarme, me he vuelto a acercar al espejo, al ver la imagen allí reflejada, la misma de todas las mañanas, no he podido dejar de abrir mi boca, mostrándole mis dientes, los mismos dientes a los cuales, todas las mañanas les paso el bendito cepillo de dientes, todo lleno de dentífrico. Evidentemente el señor ese, el que me estaba mirando ha hecho lo propio. Pero, entonces ha saltado mi duda, mi terrible duda: "si el tipo del espejo, al cual conozco desde el día en que nací, hace lo mismo que hago yo, ¿entonces, quién plagia a quién? ¿Es mi vecino, que plagia mis dientes? ¿Soy yo, el que le plagia el rostro a él? ¿O es él, el que plagia mi rostro y yo sus dientes?

Tal ha sido la confusión y el cabreo que me han hecho pillar este mar de dudas, que he decidido poner fin a la historia. Le he pegado un puñetazo tal al espejo que ha habido vidrios hasta en la cocina.

Me he largado a dormir tranquilo y con la idea de nunca volver a comprar un espejo.

Lo malo, es que no sé, cuando mañana vaya a echar mano al potaje para comer, que encontraré dentro. ¿Serán mis dientes? ¿Los dientes del vecino? ¿O serán trozos de vidrio?

Bueno, no importa, lo que sí sé, es que me sobra ingenio para sacar un breve cuento sobre un estúpido pedazo de vidrio.

BARTOLOMÉ ADROVER GUERRERO
EL ARENAL, MALLORCA
MENCIÓN EN EL CONCURSO EL ARTE EN SEPTIEMBRE 2004, ARGENTINA.

ILUSTRACIÓN: RAY RESPALL ROJAS
17 AÑOS
ESTUDIANTE DE LA ACADEMIA DE BELLAS ARTES SAN ALEJANDRO.