Aylén me habÃa pedido permiso para traer a mi taller literario infantil de los domingos “a un amigo escritor que se llama Pablo”. Le respondà que, por supuesto, era bienvenido.
Como me sospechaba, el escritor medÃa poco más de 120 centÃmetros. Era delgadito, rubio, de ojos enormes, que tal vez por la desmesura parecÃan eternamente atentos. VenÃa con una grueso cuaderno escolar bajo el brazo.
Una vez hechas las presentaciones, pasamos a la lectura de los nuevos textos. Aylén traÃa un precioso poema a su guitarra, Michel una oda a las golondrinas, Giselle una carta a su mamá, Eleanne un cuento futurista, que se desarrollaba en una ciudad metálica, sin flores ni ventanas, llamada Ciberworld... Asà llegamos a Pablo. Lo invito a abrir su libreta y leernos lo que trajo.
- Se trata de mi última novela - dice orgulloso, abriendo la primera página.
Esperaba cualquier género menos éste. Con mucho tiento, mirando el tamaño casi descomunal del cuaderno, pensando en lo que le llevarÃa una simple lectura, comencé por decirle que me parecÃa un género demasiado serio para un escritor tan joven, me respondió que él era un persona seria; pasé a argumentar que era demasiado difÃcil, me respondió que a él le gustaban los retos; le pregunté si estaba empapado en las caracterÃsticas de una novela.
- Claro, si esta novela es policÃaca, además, tiene varias tramas, muchos personajes, y no se resuelve el crimen hasta el final...
Me pareció que algo asà merecÃa la pena ser estudiado, si un niño de apenas ocho años era capaz de escribir una novela policÃaca, con subtramas, y mantener el suspense hasta el último momento, podÃamos estar presenciando el nacimiento de un genio... Aylén asentÃa con la cabeza, como adivinando mis pensamientos. Aún asÃ, me esperaban todas las tareas de una madre y ama de casa, amén de que mis alumnos tenÃan que llegar temprano a sus casas.
- Pablo, creo que nos interesará mucho disfrutar de tu novela, pero... ¿no podrás leerla de capÃtulo en capÃtulo, para disfrutarla poco a poco, y poder administrar mejor el tiempo de que disponemos?
- Imposible - me respondió con sonrisa enigmática -. Mi novela se desarrolla en un solo capÃtulo.
¡Madre mÃa, ni el Ulises de Joyce! HabrÃa que encontrar otra solución:
- ¿Puedes leérnosla, entonces, en grupos de diez en diez páginas?
- Imposible... - dijo de nuevo, ahora cariacontecido.
La pregunta revoloteaba los rostros. Pablo estaba colorado hasta la punta de las orejas.
- Es que... es que... ¡que mi novela solo tiene nueve páginas!
Marié Rojas
(basado en hechos reales)