Invierno
La brisa de la mañana
Me hace tomar valor para hacer algo certero e
Involuntario.
Dejo mi arma en un cajón del cuarto,
Como si fuera una pluma,
a simple vista una esfera,
que de tan fugaz y luminosa
congela mi sed llena de cosquillas.
La mañana y sus cánticos.
Música de pájaros huyendo de un cajón cerrado;
con sus vidas y sus brÃos salvadas otra vez.
Y mientras miro y observo tu foto, que
Se desmonta sobre
El reproductor de discos me pregunto:
¿Dónde estás?
¿Es que en algún momento comenzarás a amarme
nuevamente,
en este frÃo dÃa de invierno
derritiéndote en otro territorio,
tratando de vivir tu amor?
Embarazada de tu dulzura
Que de tus tonos te toca
Vibrado de suaves melodÃas...
Te amo y no puedo negarlo
Te amo y debo ocultarlo
Por el bien de los dos
Siempre juntos desde la adversidad hasta la prosperidad
Hoy, en una madrugada de miércoles...
Milan
Ojos sin vista.
Mi mano se ausenta por un instante, mientras delicada y frÃa, toma un resto de cenizas y lo tira al piso.
Es mi ritual de la buena suerte.
¡Para cuando deje!- pienso.
Y mis falanges, aún sucias por tanto desparpajo de quemarse y dar, dan una vuelta en reversa, hacia mis ojos, secando el maquillaje, recién quitado y ya encendido en otro rostro.
Dar cenizas al viento.
Papeles sin retorno.
Tal vez hoy.
Hoy sin un mañana podré maquillarme otra vez.
Y esta vez sin cenizas que regalar al viento.
Tal vez hoy.
Sin tÃtulo
Te amo sin poder decÃrtelo.
Te amo sin conocerte.
Te amo y más de un pensamiento se cruza por mi mente.
Como un dÃa azul,
como un hombre sin fe...
Y te veré en aquel lugar.
Observaré tu tacto,
cómodo y complaciente,
ácido como un claro en medio del
desierto;
esperando una palabra mÃa, por fin.
Te escucharé,
comentando tus hazañas en tono bajo;
haciéndome enloquecer entre besos y vino tinto,
con cada caricia tuya.
Y ya ves:
aún continúan mis oÃdos sordos.
Aún conllevo toda mi pasión
en cada paso mÃo;
con todo mi calor
sólo guardado para mÃ.
Y continuaremos sin conocernos
mediante sólo una unión en el pensamiento.
Y continuaré sin tan solo escuchar tu voz.
Cruces
Cruces de algodón pintadas con mi mano.
El tiempo se hace prisa en éste espacio descuidado
Y sucio, como algún baúl de algún lugar.
Caricias.
Tu voz quema todo mi placer aullándome,
Casi sin dolor;
Desde la llave de mi miedo.
Mi carne, dócil como un horizonte sin luz
Acaricia el tiempo casi enmascarado en mis manos,
Que adormece todo instante de placer mutuo,
En ésta, nuestra oscuridad.
Y la paz, que de tu boca me aleja entre tus palabras,
Canta una canción de alegrÃa inmensa,
Entre nuestra amistad y nuestro amor en penumbra.
Y vos: ¿Dónde estás?
Proximidad
I
Tan lejos, tan cerca.
Más cerca que mi propio abismo.
Más aun.
Tu cuerpo aleja todas mis imágenes de un pasado próximo.
Pasado que no quiero recordar.
Tus labios.
Palabras que no llegan.
Tu voz y la mÃa jugando sin saber porqué.
El correr de un tiempo ignoto.
Y el pasado que no llega otra vez.
Espero volver, verte pronto.
Espero sin esperar nada, a cambio sin vos.
A cambio.
Detrás de la lejanÃa.
Y sin vos.
II
Puedo verte.
En la inmensidad de la noche
puedo verte.
Aún sin tenerte a mi lado
puedo sentirte cerca,
acompañándome a cada paso.
Mi corazón estalla.
Puedo sentir la vida de nuevo.
Y entre mi sangre y mi aire ahumado
ahà estás:
creciendo dentro de mÃ.
Muy, muy cerca.
Y mis palabras ya no pueden expresar
todo esto que siento.
Cómo brillan mis ojos
cuando hablo de vos,
entre éstos, mis labios,
en una oración apasionada.
Y si bien esta tinta y este papel
ya se consumen,
debo confesarte
que nunca se consumirá el amor
que de mis palabras surgen
entre la inmensidad de la noche
y la paz de un camino por recorrer...