La baronesa Thyssen necesita dinero y subasta un cuadro con un precio de salida de treinta millones de euros. Qué cómodo y práctico es contar con un cuadro de tanto valor para salir de apuros o llegar a fin de mes. Las necesidades de la baronesa no se cubren con cualquier cantidad. Cientos de miles de pìntores españoles que acumulan sus cuadros en casa venderÃan uno de ellos por mucho menos. Lo malo es que apenas se cotizan porque pese a su calidad no han encontrado a un mecenas que los descubra y les promocione la obra. Si consiguen vender alguno, no les saca de apuros. Familiares y amigos suelen ser los receptores de sus obras, normalmente regaladas, que consideran un regalo menor o no saben dónde colocarlo. Vivir del arte, por muchas cualidades que se posean, es harto difÃcil. La mayorÃa de los artistas tienen que tirar la toalla antes o después, decepcionados y hartos por la falta de reconocimiento. Exponen donde pueden y pocas veces venden algo. El autor del cuadro que subasta la baronesa era autodidacta, inglés, especialista en paisajes, de nombre John Constable. Muchos nos hemos enterado de su existencia gracias a esa necesidad de la baronesa. El marido de la baronesa compró el cuadro, titulado "La esclusa", en 1990 por trece millones de euros. Si ella consigue venderlo por treinta millones, el negocio es espectacular. No existe hoy en dÃa mejor herencia que una pinacoteca como la de la baronesa. Autores ignorados por la sociedad, autodidactas y de academia, necesitan que la baronesa compre sus cuadros para que se revaloricen.
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