Deseo dedicar estos cuentos a los niños y niñas del mundo que algún día, cuando sea tan mayores como la vieja palmera de mi huerto, podrán preguntarse, lo mismo que yo: “¿De qué está hecho el mundo?” Nadie le responderá; pero al mirar el cielo, en sus manos un libro de cuentos, verán las estrellas saltando a la comba.
Finalmente quiero significar que, si bien la dedicatoria de este pequeño libro está generalizada para los niños y niñas del mundo, cuando comencé a escribirlo puse mi amor pensando en la infancia de Honduras.
El autor cede sus derechos sobre la venta de este libro a la
Asociación Pequeños Príncipes
de ayuda directa a jóvenes de Honduras.