Es curioso cómo las personas más cercanas se empeñan en darte consejos de una manera que exigen que los sigas. Si no lo haces, es como si te equivocases. No importa que tengas más años que ellas, incluso más experiencia en el asunto sobre el que aconsejan. Tu criterio no les sirve. Piensan que no sabes lo que te conviene, aunque esas personas se hayan equivocado varias veces en la vida. Son consejeros voluntarios, espontáneos, que te aconsejan porque sÃ, porque te creen desvalido o ignorante. No importa que no les pidas consejo, que sepan que nunca pides consejo, que prefieres tomar tus propias decisiones con el riesgo de equivocarte por ti, no por la opinión de los demás. Es una postura egoÃsta por parte de esas personas, porque asà quieren demostrarte que saben más que tú. Te quieren ayudar, pero a la vez quieren dejar claro que saben mucho y que tú no sabes por dónde andas. Tu opinión y tus decisiones sobre tu propia vida les trae al fresco si no coinciden con la suyas. A veces, sorprendentemente, coinciden esas opiniones con las tuyas y casi agradeces que no te contradigan. Te dicen "si quieres que te dé un consejo...". No es necesario, les dices, pero siguen adelante con el consejo de marras. Si no les escuchas, si no les haces caso, eres un desagradecido y un tonto de remate. Vale su criterio y sólo vale el tuyo si coinciden. ¿De dónde sacan que su opinión valga más que la tuya? De su soberbia, que no admite que ellos se equivoquen o ignoren algún asunto. Algunas de estas personas presumen de cultas aunque hayas convivido con ellas y nunca les hayas visto leer un periódico o un libro. Deben de adquirir la cultura y los conocimientos mientras duermen, son licenciados en ciencias infusas sin el menor esfuerzo. Siempre procuran llevarte a su terreno, a su escaso conocimiento, que dominan por trillado que lo tienen. Algunas de estas personas incluso, como el refrán, te dan consejos que no tienen para ellas.