Cada ciudad tiene su aroma.
París siempre huele a Chanel.
Tiene el encanto de una adolescente
y la maestría de una puta vieja.
Me gustan sus noches de otoño.
En esta época del año, la brisa ,
que le acaricia, hace que sus casas lloren
y sus jardines tiemblen.
Pasear por sus bulevares,
respirando la humanidad de sus gentes,
hace que yo, que a fuerza de estar
en la noche me hice sombra, crea
que estoy vivo y… llore.
Hay que ser amante, saber de besos,
de caricias y encuentros furtivos,
para entender como, a mis años, sigo
guardando un pañuelo, manchado de carmín,
un programa de opera y un libro de poemas.
Por eso, antes de que llegue el invierno,
regreso siempre a París.
Voy al mismo concierto.
Meria Albari
En Mojacar 17/07/96