Violencia en Argentina (XIX):
Cuando el Estado delega responsabilidad
En toda sociedad organizada hay derechos y deberes que los ciudadanos deben cumplir en beneficio del bien común. Las esferas de acción están bien determinadas. Si al Estado le compete garantizar la educación, la salud y la seguridad de los habitantes del paÃs, a éstos le compete acatar las leyes y, en el caso de la Argentina, elegir periódicamente a sus representantes. Sumados estos deberes conforman el 100 %. Es decir que cuando una de las partes deja de tener competencia en uno de esos deberes, lo que está haciendo es restringir su porcentaje y, simultáneamente, incrementar el porcentaje de la otra parte. AsÃ, cuando el Estado deja de actuar en la educación, son los ciudadanos los que se ven obligados a atenderla.
En uno de los primeros artÃculos de esta serie, La riesgosa ausencia del Estado (El Santotomesino Nº 69, febrero de 2004), hacÃa notar el perjuicio que un Estado autista provoca en la población (y, obviamente, a sà mismo, ya que el Estado somos nosotros). El año transcurrido desde entonces no ha cambiado el panorama. Al contrario, puede haberse agravado.
CrÃticas de afuera
El Presidente Kirchner tiene una peculiar sensibilidad para con las crÃticas extranjeras. Pueden decir lo mismo que se dice dentro del paÃs, pero basta que quien las hace sea extranjero para que se encrespe. Asà el caso del canciller chileno Ignacio Walker; los señalamientos del gobierno estadounidense contra la triple frontera argentino-paraguaya-brasileña; el malestar de los bonistas italianos (culpables de ingenuidad, en última instancia, pues fueron engañados por los bancos, que revendieron los bonos para “compartir el riesgo”; de allà que los tribunales italianos estén fallando en contra de la banca italiana); el malestar chino por el desmanejo del acuerdo; las desinteligencias con Cuba; las crÃticas de diarios europeos por el silencio oficial ante el desastre de República Cromagnon; la advertencia de Estados Unidos a sus ciudadanos para que extremen cuidados si viajan a la Argentina; el editorial del 06/03/05 de El PaÃs, de Montevideo, sobre las palabras de Kirchner al periodismo y la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa).
Se trata de realidades que todo el mundo conoce, pero que por motivos de conveniencia o connivencia el Gobierno elige enojarse. Si la crÃtica es desde adentro, en general no pesa ni importa. Pero si es de afuera, es una afrenta. Este cambio de paradigma es una argucia polÃtica que puede haber impactado en un primer momento, pero que con la insistencia esquemática se vuelve un acto miserable e hipócrita. Si el Papa envÃa sus condolencias a los familiares de las vÃctimas de República Cromagnon, no es correcto, justo ni ético que Kirchner salga a hablar pestes del periodismo argentino. El silencio existió, el periodismo no inventó los cuatro dÃas en que Kirchner siguió de vacaciones, y la rápida respuesta de los mandatarios extranjeros sólo hicieron más evidente el autismo gubernamental, convencido hasta último momento de que el problema sólo era de AnÃbal Ibarra.
Pareciera que algo falla en la Presidencia, porque la estrategia del avestruz esgrimida por Kirchner daña a sus propios acólitos, que muchas veces no saben qué responder por el misterio y el silencio que acompañan al Presidente a todas partes. Por último, el gesto de expulsar funcionarios adjudicándoles responsabilidades cuando es el Presidente quien ordena actuar de determinada forma refuerza la idea de que todo gira alrededor de una única persona, cuya inestabilidad emocional la tornan incierta, cuando no directamente riesgosa (cfr. Prolongada adolescencia del Sr. Presidente. Castellanos, 17/12/04).
La violencia
Cuando «una alta fuente oficial» declara, refiriéndose a Quebracho y el destrozo del auto conducido por Fabián Morello, con riesgo de la vida de sus acupantes, que «el Gobierno no puede controlar a este grupo porque no mantiene ningún diálogo con él» (sic. La Nación, 18/02/05, tapa), no hace más que justificar la ira de la población. Morello fue ayudado por ciudadanos que se enervaron ante la agresión de un grupo de piqueteros, cuyo previsible final podrÃa haber sido mucho peor.
Siete meses antes de ese fatÃdico 16/02/05 ocurrió el destrozo de la legislatura porteña (16/07/04), por el cual Kirchner expulsó al ministro de Justicia, Gustavo Béliz, y al secretario de Seguridad, Norberto QuantÃn. ¿Cambió algo en materia de seguridad con estas expulsiones? En principio podrÃa decirse que sÃ, porque el Gobierno anunció un plan disuasorio durante los futuros piquetes (saturación de policÃas, vallados, trabajo de inteligencia, filmaciones), siempre con un ánimo dialoguista que hasta ahora pocos jefes piqueteros han aceptado.
Pero profundizando se comprende que no cambió todo lo que deberÃa haber cambiado. El ataque a Morello y su familia tuvo lugar porque no se habÃan implementado las medidas de seguridad. Un funcionario reconoció que «la marcha no estaba anunciada. Se constituyó de golpe, cuando salieron los manifestantes del subte. Por eso no estuvo el operativo habitual de seguimiento» (sic. La Nación, 18/02/05, p. 06). Este ignoto funcionario (es una lástima que el diario no consigne su nombre) atribuye la responsabilidad de lo ocurrido a los piqueteros, por no haber anunciado que harÃan lo que harÃan. Un escapismo similar ensayó Carlos Reutemann cuando, con la inundación de Santa Fe, dijo «a mà nadie me avisó». Pilatos debe estar restregándose las manos una vez más, feliz con sus continuadores.
Sólo dos policÃas en moto acompañaron la marcha piquetera. Cabe preguntarse qué papel cumple la SIDE que, de paso, está en manos de dos amigos del Presidente, Héctor Icazuriaga y Francisco Larcher («Señor Cinco» y «Señor Ocho», respectivamente, en la jerga interna). ¿No supo la SIDE que los piqueteros invadirÃan nuevamente las calles? ¿No hubo inteligencia previa? ¿Kirchner buscó responsables? El desparpajo con que el Gobierno minimizó lo ocurrido es atribuible a la idiotez o el caradurismo, pues mientras admite fallas en el operativo insiste en que se mantendrá “la polÃtica de contención”. El secretario de Seguridad Interior, Alberto Iribarne, explicó que «la polÃtica del Gobierno es no criminalizar la protesta social. Cuando hay hechos delictivos, los investiga la Justicia. Y asà sucederá en este caso». ¿También investigará la justicia porqué el Gobierno no implementó las medidas de seguridad y porqué la SIDE no avisó de la marcha?
Un desertor por allÃ
La caracterÃstica de estas situaciones es la deserción del Estado de su competencia especÃfica. En 2002 el gobierno de Estados Unidos le comunicó a un funcionario argentino que Ezeiza era «incontrolable», y que estaban evaluando prohibir los vuelos entre Buenos Aires y Estados Unidos por el tema de la droga. La DEA fue más precisa, y en 2004 mencionó a la empresa Southern Winds como la responsable del trasbordo de estupefacientes. En el Gobierno argentino miraron para otro lado, hasta que el diario La Nación publicó sobre las valijas a mediados de febrero. Recién entonces Kirchner reaccionó. Pero lo hizo tarde, una vez más.
Hay responsables tanto en SW como en el gobierno. Mal que le pese al Presidente, que en forma histérica y con un discurso de barricada procuró “despegarse” de la empresa, ésta tiene capitales argentinos, pues el Gobierno la estuvo subsidiando con ocho millones de pesos mensuales desde un comienzo. Nadie que paga ese monto puede aducir que no tiene algo que ver con la empresa beneficiada. Y el que procura “despegarse” es porque previamente ha estado “pegado”, como se hizo notar en el editorial del diario Castellanos del 25/02/05. El lenguaje es lo suficientemente concreto como para subrayar estos lapsus luminosos.
Los scaners de ambas reparticiones ignoraron las valijas con similar descuido. Estas coincidencias hacen pensar en maquinaciones a tono con la mafia. ¿Puede el Gobierno descansar tranquilo con este tipo de controles? Si en lugar de droga es una bomba, el avión de LAPA o República Cromagnon sólo serÃan juegos de artificio. ¿Dónde está el Gobierno? A medida que las investigaciones avanzan las cifras de la ineptitud son más escalofriantes: Ezeiza no controla 30.000 valijas diarias (La Nación, 21/02/05, tapa). Los “controles” son en forma aleatoria por carecer de un sistema automático. Este problema de la falta de elementos apropiados ha llevado a que en 2004, cuando se implementaron dos modernos radares de detección tridimensional en la triple frontera, la Fuerza Aérea Argentina detectó 140 vuelos clandestinos sólo durante el mes de julio (La Nación, 18/02/05, p. 05). Antes de Cabezas, Alfredo Yabrán salÃa y entraba del paÃs sin ser detectado. ¿Cuántos más surcan los cielos sin que el Estado se entere?
El Gobierno elige ignorar una sabia premisa: el ojo del amo engorda al ganado. Lo más extraño es que hace meses la SIDE informó sobre lo que ocurrÃa con SW, pero esos informes quedaron “frenados” en algún cajón. ¿Puede confiar el Presidente en funcionarios que le ocultan información? ¿Se trata de un teléfono descompuesto? Durante diez dÃas el Gobierno negó saber del tema, pero el 24/02 AnÃbal Fernández reconoció que lo sabÃan desde octubre. No obstante, durante cinco meses el Gobierno siguió subsidiando a SW. Si dejó de hacerlo no fue por convencimiento de que es inmoral, además de delictivo, subsidiar oficialmente a quien distribuye drogas, sino por el estruendo mediático y temor ante el Gobierno estadounidense.
El escándalo comenzó a opacar otros escándalos, como el de Ibarra y República Cromagnon. Rodaron cabezas, también: Pampuro avaló el accionar de la aeronáutica y acto seguido fue relevada la plana mayor. Una vez más el Gobierno calculó mal el apoyo. Una vez más, se deduce que hay un serio nivel de desinformación y desinteligencia en el Estado. Cabe preguntarse si esto ocurre por inexperiencia o complicidad. Cabe preguntarse, también, cuándo rodarán las cabezas de los verdaderos culpables.
© Carlos O. Antognazzi.
Escritor.
Publicado en el diario “Castellanos” (Rafaela, Santa Fe, República Argentina) el 11/03/2005, y en el periódico “El Santotomesino” (Santo Tomé, Santa Fe, Argentina), de marzo de 2005. Copyright: Carlos O. Antognazzi, 2005.