Callados,
Tristes,
Arremolinados contra el frÃo,
Llevados y traÃdos por vientos que no les pertenecen,
Enfermos de un hambre que no se cura con poemas
Ni canciones de alabanza a sus virtudes.
Enarbolan el estandarte de la ira
Aunque no puedan gritar, ni sepan como.
No comprenden en qué lugar quedó sepultado el milagro que no esperan,
Ignoran el placer de recibir un regalo,
Saben de vidrieras y luces encendidas.
Hijos de la calle,
De las sombras,
Hijos de nadie,
Del olvido...
Si algún dÃa - al fin -
Se abren las puertas de la gloria
Pasarán antes que todos.
Ocuparán el sitio de los elegidos.
Pero hasta entonces...
¿Quién los llora?
Marié Rojas
Ilustración: Ray Respall