Una vez, yo tuve una perrita que se llamaba Wendy. Ella se pasaba el tiempo durmiendo en su cuchita de madera pintada de color gris y sobre un pulóver viejo que hacía de almohadón. Un día decidió salir a buscar muchos huesos, para comer. Como tenía mucha hambre empezó a traer huesitos a su cuchita. Y así, estuvo mucho tiempo trayendo y trayendo muchos huesitos con un camión chiquito. Hasta que un día se dio cuenta de que los huesitos ocupaban mucho la cucha. Entonces, la Wendy comenzó a dormir afuera, bajo la luna y las estrellas.
Conseguí una tortuga
Hacia fines del año pasado, papá y yo hicimos un cajoncito de madera con muchos clavos y un martillo. Porque me trajeron una tortuga, chiquitita y mimosa.
Cuando en agosto llegó el frío, la tortuga Violeta, se puso a dormir todo el tiempo. A veces, con mamá, le ponemos zapallitos, lechuga y manzanitas. Pero no la veo comer, porque está invernando. Cuando haga calor, caminará por el patio y se esconderá entre las plantas de mamá y las macetas de muchos colores.
María Ángeles Astorga
7 años
Escuela Nº 83 “Juan Arzeno”, Rosario, Argentina.
raulastorga@hotmail.com
Ilustración: Sarah Graziella Respall
5 años, preescolar
Cuba