Junco de soledad en el rocÃo, brizna de hierba clara... hilvanando la ausencia del espinel maduro por la trama de hogueras y tinieblas que ciñe lejanÃas a su pequeña torre sin campana, la Ramona Gamarra esmerila la sombra desde cajones huérfanos, desde escamas, desde agudos silbidos que no llegan, desde puñales negros y cenizas, desde espumas amargas. La noche ha delineado las huellas de la luna y en el regazo de pan duro y agua, sus manos pescadoras crecen en el linaje del silencio cobijando la sangre, el sueño, la esperanza... Extendidas y verdes, las islas multiplican horizontes, destiñen la distancia Y en ese agobio de arenal y esteros, ella custodia plumas bautismales, apacienta insurrectas marejadas, inmoviliza el viento, establece un sendero para el remo y la proa tajante de la barca. Sentadita en la orilla, vÃctima de las garras de una feroz jaurÃa de crepúsculos, deshabitando el grito que la abisma por las grietas del alma, en mitad de la escoria agonizante, suspendida en la tarde que naufraga... junco azul... breve brizna... garza leve... aguardando la harina y el abrazo espinoso... la Ramona Gamarra...
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