Una mañana soleada
salà a mi portal y allÃ,
me dispuse a no hacer nada:
nada me importaba a mÃ.
Un “Pin-hip”, como maruga,
que me estaba molestando
resultó ser una oruga
que se arrastraba, hipando.
Hasta mà llegó sufriendo,
dijo: “Ho-hop-hola-hÔ;
y al verla asà padeciendo
agua fresca le ofrecÃ.
“Vengo asà desde Managua”
-tragó-: “¡Qué rica y qué frÃa!...”.
Y entre cotorreo y agua
su horrible hipo, crecÃa.
Mil gracias me dio, cien veces
ensalzó mi cortesÃa.
Dijo: “una diosa pareces”,
y su enorme hipo, crecÃa.
Tres horas pasé a su lado
y casi pierdo la razón,
pues, sin haberla probado
¡hasta alabó mi sazón!
“Jamás sentirás hip-tedio”
-esta fue su profecÃa-.
Pensé: “No tiene remedio,
¡ay!, su infame hipocresÃa”.
Xyrla Fernández
Ilustración: Isabella Ferrer Fernández
5 años
CUBA
elmerferrer@cubarte.cult.cu