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DOS SAPOS Y UNA REDONDA

Xirla Fernández

Cuba



         Esta es la historia de dos sapos que se parecían tanto, que todos en la charca les llamaban, simplemente, Sapo 1 y Sapo 2. Desde el mismo momento en que nacieron, Sapo 1 y Sapo 2 se hicieron muy amigos. Juntos dieron su primer salto a la charca, juntos nadaron y cazaron moscas durante días y días, y por mucho tiempo, sus vidas transcurrieron entre alegres croacs croacs y plafs plafs. Pero una noche, Sapo 1 descubrió algo precioso sobre la faz de la charca, y entusiasmado, llamó a su amigo.
-¡Sapo 2, Sapo 2! ¡Mira...qué cosa tan bella!.
Y sapo 2, que a largos saltos se acercó enseguida, quedó también muy impresionado.
-Caramba, Sapo 1 -exclamó-, esa cosa brillante y redonda... ¡es lo más bello que he visto en toda mi vida de batracio!.
Y así fue como Sapo 1 y Sapo 2 se enamoraron perdidamente de “la Redonda”, que no era más que el reflejo de la luna en el agua, aunque -claro está- ellos no lo sabían.
Sapo 1 le recitaba poesías:
- Croac-croac-croac  mi redondita, eres tú la más bonita...
Y sapo 2 le croaba su más bella canción.
-Crua-crua-crua, !Redoooondaaaa!.
Pronto Sapo 1 comenzó a sentir celos de la canción de Sapo 2, y Sapo 2, comenzó a malhumorarse con la poesía de Sapo 1. Por eso la primera riña no tardó en llegar.
-¡Sapo 2, deja ya de cantar! -gritó Sapo 1 a su amigo-, ¿no ves que a la Redonda no le gusta tu canción?
Y Sapo 2, respondió:
 -¿Qué dices, mal Sapo 1! La Redonda lo que no soporta, ¡es esa poesía tonta que le recitas!
 Tal escena se repitió noche tras noche, y en una de esas se llegaron a decir cosas tan feas y se enojaron tanto, ¡que Sapo 2 le saltó a la cabeza a Sapo 1!. A Sapo 1 no le quedó más remedio que huir, pero por más que se corría, Sapo 2 le seguía de cerca. Luego de varios kilómetros de persecución, Sapo 1 -que ya no podía más- descubrió una charca y decidió lanzarse a ella para escabullirse definitivamente. Encogió fuertemente las patas traseras para tomar impulso y estiró las delanteras para lanzarse al salto, y casi en el aire ya, un asombroso descubrimiento le detuvo.
 -¡Iiiiiiiii¡ Pero, ¿qué veo? ¡Increíble!: esta charca tiene... ¡otra Redonda!.
Y Sapo 2, al comprobar con sus propios ojos saltones lo que Sapo 1 refería, exclamó aliviado:
-¡Tanto mejor! Así podrás quedarte en esta charca para siempre, con esa Redonda...y yo regresaré  a la mía, ¡con MI Redonda!.
Y calabaza calabaza, cada uno para su charca. Por primera vez en la vida, los dos amigos se separaron. Sapo 1 quedó en su nueva charca, recitando poesías a su Redonda, y Sapo 2 siguió cantando baladas de amor a la suya. Cada uno, por su parte, decía:
-¡Al fin solos, Redondita!.
Pero una noche comenzó la fase de Luna Nueva, y ni Sapo 1 ni Sapo 2 estaban preparados para lo que sucedería. Sin previo aviso, La Redonda desapareció como si la oscuridad se la hubiese tragado con su enorme boca negra... y los pobres sapos, cada uno en su charca, quedaron desolados.
-¡Redonda, Redondita!, ¿dónde estás? -se preguntaban una y otra vez.
En su nueva charca, Sapo 1 tuvo una idea.
-¿Será que mi Redonda se ha ido a la charca de Sapo 2?.
Y la sola posibilidad de que así fuera, le hizo regresar a su antigua morada. Se acercó cauteloso, arrastrando las ranudas patas para no hacer ruido.

 

Y en el silencio de la noche, un llanto -muy parecido al suyo- escuchó. ¡Era sapo 2 que lloraba, también, a moco tendido!.
-Cruaaaaa, cruaaaaa... -se lamentaba Sapo 2, y Sapo 1 se acercó.
-Sapo 2, ¿qué te sucede?.
-¡Es mi Redonda, Sapo 1, mi Redonda se ha iiiiiido!
Sapo 1 saltó hacia sapo 2 abriendo los brazos, al tiempo que exclamaba:
-¡La mía también! ¡Mi Redonda también se ha marchado!...!Cruaaaaa!....
Los dos amigos que a causa de la Redonda se habían enemistado, a causa de la Redonda volvieron a unirse, esta vez por el compartido dolor de haberla perdido. Intentando hallar consuelo se abrazaron, y abrazados, lloraron, lloraron y lloraron:
-Cruaaaaaa, Cru-cru-cruaaaaa, cruaaaaaa...
Tanto y tan alto gritaron, gimieron y suspiraron, que a ranas y sapos despertaron. Todos acudieron a ver qué sucedía, y hasta el Gran Sapo Toro, el más anciano de toda la región, salió de su hueco en la tierra abriendo y cerrando sus hinchados ojotes, al tiempo que preguntaba:
-Pero, ¿qué es lo que sucede? ¿Qué algarabía es ésta que no deja dormir al vecindario?. 
Sin pensarlo dos veces, Sapo 1 respondió:
-Es que mi Redonda se ha ido, y la de Sapo 2 también, ¡se han ido para siempre! ¡Cruaaaaa!.
-Pero, ¿qué Redonda es esa? -preguntó el Gran sapo Toro, y esta vez quien respondió fue Sapo 2:
-La Redonda es...!la Redonda!: ¡esa que todas las noches se posaba en la superficie de la charca, tan callada, y tan linda!...
El Gran Sapo Toro frunció el ceño, y una estrecha sonrisa -demasiado estrecha para tan ancha bocaza-, se le mezcló con las palabras:
-Ah, ah...creo que al fin comprendo: ¡la Redonda, es la Luna!.
Sapo 1 y Sapo 2 se miraron extrañados, al tiempo que preguntaron:
-¿!La Luna!?. Y esa...¿quién es?.
-La Luna es el círculo de luz que brilla en el cielo y nos aclara las noches.
Pero Sapo 1 y Sapo 2 seguían sin comprender.
-¡No, mi Redonda no estaba en el cielo, estaba en mi charca! -protestó Sapo 1.
-¡Ni la mía tampoco, porque también estaba en mi charca! -replicó Sapo 2.
Entonces el Gran Sapo Toro rió de buena gana:
-Ajaja-aaaaaa-ja-ja-ja... Pero hay que ver, ¡qué muchachos!. La redonda es la Luna, y no es de ninguno de ustedes, ¡es de todos: se refleja en tooodas las charcas del mundo!.
¡Ahora sí que Sapo 1 y Sapo 2 no entendían nada! ¿Cómo iba el Gran Sapo Toro a decir que la Redonda estaba en todas las charcas del mundo? ¡Qué soberbio disparate!. Y el desconcierto que sentían llegó al colmo cuando el Gran Sapo Toro, con aire solemne, dijo sus últimas palabras:
-Nada más esperen 7 noches, ¡y ya verán cómo sus “redondas” vuelven a aparecer!.
Y diciendo esto, regresó a su hueco para dormir. Todos las ranas y sapos de la charca hicieron lo mismo, y solos quedaron Sapo 1 y Sapo 2, más confundidos que nunca.
Los días siguientes pasaron pensando que el Gran Sapo Toro los había engañado. Sapo 1 y sapo 2 contaron una, dos, tres, cuatro, cinco noches...y la Redonda no aparecía. Pero justo como el sabio había anunciado, en la noche número 7, Sapo 1, loco de alegría, exclamó:
-¡Mira, Sapo 2, en la charca!: es la Redonda, ¡regresó!.
Por un segundo los dos miraron el brillante círculo recortado sobre el agua negra. Luego, como si se hubieran puesto de acuerdo, alzaron la vista la vista al cielo -cosa que ¡jamás! habían hecho.
Locos de alegría saltaron en busca de otra charca, y otra, y otra...¡y en todas había una Redonda, porque era el reflejo de la Luna!. Finalmente, regresaron a la charca en que nacieron, la misma en la que juntos, un día, dieron su primer salto al agua. El Gran Sapo Toro, que los sintió llegar, asomó la cabeza desde su hueco de dormir, y dijo:
-¿Ya ven? ¡Debieron fijarse mejor antes de pelearse!.

Desde ese día, Sapo 1 y Sapo 2 no han vuelto jamás a enemistarse por nada, porque antes de hacerlo piensan un poco, miran hacia arriba, miran hacia abajo, miran hacia los lados... ¡y siempre hallan una respuesta!

Xyrla Fernández
Ilustración: Isabella Ferrer Fernández
5  años
CUBA
elmerferrer@cubarte.cult.cu

Este artículo tiene © del autor.

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