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EL VIEJO VERDE

Ejercicio escénico, representado en el año 2000

César Rubio Aracil

España



Argumento

Procopio es un pobre viejo cuya labor ordinaria es la del campo, la cría de ganado menor y de otras tareas rurales que necesita desarrollar para la subsistencia de su familia. Tiene fama en el pueblo de ser un "viejo verde", juicio éste que él no comparte en absoluto y por el que está condenado a sufrir las lógicas consecuencias, siempre perniciosas, de tal malevolencia. Su mujer, Engracia, le tiene limitada su exuberante tendencia sexual por causa de los celos, siendo éste el motivo principal de la acción escénica del viejo, único personaje visible.

Elementos escénicos

El vestuario de Procopio consistirá en un atuendo cómico (deliberadamente concebido pese a estar casi en desuso): calzoncillos largos (hasta los pies) y una camiseta de franela, de manga larga. Irá descalzo. También portará en la mano izquierda un quinqué (en la izquierda, porque habrá de persignarse en algún momento).

Quizá sea necesaria una silla donde poder sentarse (a juicio del director), y una pequeña mesa.

Efectos

El escenario quedará a oscuras, o a lo sumo débilmente iluminado, para que el candil pueda tener su efecto.

Acción previa

Antes de que Procopio aparezca en escena se escuchará como a modo de una trifulca proveniente del fondo del escenario, en la que el pequeño estruendo (algún objeto lanzado, voces, etc.), justifique la aparición precipitada del actor

DESARROLLO

(Procopio sale precipitadamente al escenario portando en la mano izquierda un candil. Está, más que alterado, furioso).

MONÓLOGO

(Sin dar voces, en tono bajo pero enfadadísimo, volviendo a cabeza hacia el fondo del escenario).

-¡¡Me cagu en tug mulas, japuta!! ¡Así te coman los puercos el pitiminí! ¡Me caguen diole...!

"¡Que soy un viejo verde! ¡Será desgraciá la tía! (Vuelve otra vez la cabeza, mirando al fondo del escenario y haciendo un gesto obsceno).

-¡El viejo verde será tu padre, que en gloria esté, el pobre! (Se persigna.) Él sí que fue un verderón de los de cuidao; que tú me contaste una vez que quiso meterte mano, de chica, junto a la alberca. Menos mal que mismamente pasaba por allí don Feliciano, el cura, y el muy... salío le pidió al sotanas que lo bendijese para seguir siendo buen padre. ¡Vaya güevos que tenía el genares! Endespués me quedó un regomello...

"¡Yo, viejo verde...! (Dirigiéndose a los espectadores.) Y to porque le he pedido que se quite el trapico, ya ves. Me dice la tía:

"No, Procopio, que hoy estoy endispuesta.
"¿Endispuesta?, le contesté asombrao. ¿Acaso te ha bajao el cuerpo?

"El cuerpo, no, mi amor; pero tengo escaldauras en el chirri - me dijo.
"Pos nese caso... (volví a contestarle) déjame que te ponga un supositorio de miraguano...

"No me dejó acabar, la muy... ¡Ay, si no fuera mi mujer! ¡La que me iba a salir de la boca si no fuera mi "santa"! (santa, con sarcasmo).

"... no, mi amor; pero tengo escaldauras en el chirri (remedando la voz de Engracia).

"¡Mi amor! ¡Ya, ya...! A patás me ha tirao de la cama. Pa que endespués nos venga la ricura de Gemma diciéndonos que los hombres somos tos unos no sé qué; que si esto y que si lo otro... ¡Vara es lo que les hace falta a las mujeres! Y a mi Engracia... A mi Engracia ..., untarle el rulé, el chirri y la sobaquera con salivilla de merengue, pa que si no es por alante que sea por atrás, o si no por la sisa, que no pare el dengue. Mismamente ayer noche:

"Engracia, ¿vamos al dengue?
" ¡Calla, calla! -santiguándose mientras se ponía el trapico-. ¡Ni dengues ni panderetas, que mañana tienes que recoger la oliva y eso cansa tanto como lo otro.

"¡Tanto como lo otro! Y to porque ayer le chivaron que estuve platicando con la Matilde, la hija de la panadera que, eso sí, a sus quince años está como fabricá con silicona en un molde de madalenas; porque la tía huele... Si te arrimas a ella una miajica, del escote le sale un olorcico a tahona que ya me dirás. Pero bueno, si la Engracia no quiere dengue, o me cepillo a una cabra o hago palmas con una sola mano. No hay más remedios que los mentaos; porque en el pueblo, por eso de ser yerno del tío Frasquito, a mí no hay quien me quite de encima el sambenito que m’han colgao del cuello..., y de donde sale el chorro. ¡Vaya que sí!

(Una voz femenina, en off)

- ¿Procopio? Venga, amor, no te enfades, que yo y tú vamos a arreglar las cosas.

PROCOPIO (haciéndose la víctima y el estrecho; riéndose en sordina y a la vez gesticulando con obscenidades) -. No, Engracia, que esto ya s’ha acabao pa siempre; que me las sé toas más tres. Si quieres que vaya tienes que quitarte antes el trapico.

VOZ EN OFF (cadenciosa) - No me seas malo, amor...

PROCOPIO (aire triunfante, dirigiéndose a los espectadores en voz muy baja, como para que no la escuche su mujer, y abriéndose el ojo con un dedo para dar a entender que él es muy astuto) - Al dengue..., y sin vaselina. (Se aleja en dirección al fondo del escenario, quinqué en mano.)

(Estruendo y voces airadas en el interior.) (Aparece de nuevo Procopio, en la mano el quinqué)

PROCOPIO (como derrotado, dirigiéndose al respetable) -. Ya lo tengo claro. Lo que os dije antes: o la cabra... o a hacer palmas con una sola mano. A partir de mañana, a ligarme a la Matilde (lo jura besando la cruz, que hace con los dedos) ¡Por mi José! (Saluda a los espectadores.)

Este artculo tiene del autor.

1911

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