Los poemas de las olas.  (Berbel)

  -I-

Puentes colgantes rubios
acaeciendo la noche entre la espuma,
rizando el sol con la mirada caída,
anclando letras.
 
En un renglón hay un océano sonámbulo
Lisistrata dibuja el hombro de la tarde.
Isleña soledad de ahulagas derramadas
sabrán de los silencios de los ecos perdidos.
¡Ah, a dónde irá con esa ola en la mano la princesa!
 

  -II-

Soneto.

Guarda la voz del mar la caracola    
y el silencio de un horizonte lejano e infinito
que no alcanza a encontrar los ecos quebradizos
si no es por el rumor añejo de las olas.

Y allá en la arena, pieza perfecta, pequeña y sola,
se ha vestido de siglos alargados y huidizos
ausente al sol, al aire y al esplendor marchito,
sin tiempo, sin espacio, sin auroras

como la eternidad que una soñase
sin pasado, sin futuro y sin más sombras,
sin esperar siquiera aquella mano

que la alcance al oído y que la amase
para escuchar tan solo al mar horas y horas
como un océano hermosísimo de abrazos.

  -III-

Girasoles de luz,
racimos de azaleas,
acantilados de los pies descalzos,
camino de las olas de tus días
irá el viento tejiéndote de noches,
acariciando espumas de arenas madrugadas
salado corazón como el océano.

Qué sabrán las estrellas de tus ojos,
urdimbre de las algas y las rocas
en cada playa de tu universo,
rodando por el mapa de tu vida
inocente y sincero,
donde la primavera te puso un nombre
anclado como una bahía.

El cielo, el mar, el sol,
la luz, el agua, el aire,
islas del infinito de los sueños,
sabrán de ti, pequeña eternidad,
antes que nadie.

  -IV-

Alas de gaviota cristalina

loca y salina como la espuma de las olas
amontonando mareas entre las manos

para esparcir al viento el líquido infinito
ruge el mar y se hace ancho
ingeniero de arenas y cayados
nubes, silencio y hasta un sol
condenado, se revuelve en la danza
entre la rubia risa de unos brazos.
sueño a sueño el océano traspasa
acantilados, continentes y horizontes

donde las caracolas se quedaron
entre las amapolas de la noche.

las horas cobijadas por la luz
amaneciendo poco a poco de las sombras
sigue el sendero sencillo de las dunas

con cada paso de mar y cada ola
a las playas lejanas e infinitas
nadando entre las verdes esmeraldas,
tejiendo los azules y los malvas, violetas y dorados
en pequeños pedazos de existencia
robados a los días en el silencio
atardecido y misterioso que tiene la princesa,
sabia criatura de un universo, de un universo loco.