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Cultura en Argentina XXXIV: ¿Argentina como reducto del terrorismo?

Carlos O. Antognazzi

Argentina



Argentina es débil para enfrentarse al terrorismo. Y si hasta ahora sólo hemos sufrido dos atentados (la embajada de Israel, el 17/03/92, y la AMIA, el 18/07/94) ha sido no por trabajos de inteligencia de los Gobiernos de Menem y sus continuadores, sino porque el país no figura en el mapa propagandístico del terrorismo internacional. Un atentado en Buenos Aires, Córdoba o Rosario tendrá poca prensa, mientras uno en Nueva York, Madrid, Londres o Egipto, mucho más. Por otra parte, Argentina apaña al terrorismo.

Cultura en Argentina XXXIV:

¿Argentina como reducto del terrorismo?

La serie de cuatro notas que Oriana Fallaci publicó La Nación entre el 17 y el 20/07/05 dan cuenta de un problema irresuelto por las democracias occidentales: qué hacer con el Islam y su relación con el terrorismo. Si bien es cierto que no todo musulmán es terrorista, no es menos cierto que religión y terrorismo están vinculados, y que Al Qaeda es su rostro más fecundo. No se trata de un “invento occidental”, sino de las palabras con que Al Qaeda se adjudica los atentados, mencionando “directivas” del Corán. Podría discutirse si realmente el Corán predica la intolerancia, pero lo que no puede negarse es que los terroristas islámicos lo utilizan y esgrimen como libro de cabecera a la hora de legitimar sus crímenes.

Argentina es débil para enfrentarse al terrorismo. Y si hasta ahora sólo hemos sufrido dos atentados (la embajada de Israel, el 17/03/92, y la AMIA, el 18/07/94) ha sido no por trabajos de inteligencia de los Gobiernos de Menem y sus continuadores, sino porque el país no figura en el mapa propagandístico del terrorismo internacional. Un atentado en Buenos Aires, Córdoba o Rosario tendrá poca prensa, mientras uno en Nueva York, Madrid, Londres o Egipto, mucho más. Por otra parte, Argentina apaña al terrorismo.

La triple frontera

Brasil, Paraguay y Argentina comparten el agujero negro de la triple frontera, un ámbito propicio para todo tipo de negocios turbios y transacciones ilegales. Desde Estados Unidos han señalado a la región como una zona crítica, en donde a la falta de controles se le suma cierta abulia gubernamental para corregir la situación. El problema principal es Paraguay, cuya economía, esencialmente, es producto del contrabando. Baste considerar que hasta el Presidente manejaba un BMW robado en Argentina, y que cuando un periodista se lo hizo notar argumentó, erráticamente, que «había cosas más importantes que tratar». Si se impidiera completamente el contrabando Paraguay quiebra. Este drama no podrá ser corregido en el corto plazo, pero si no se comienzan a plantear las cuestiones de fondo dirigidas a ir modificando la situación, el socio del Mercosur será un lastre pernicioso y una imagen internacional negativa.

Brasil es el país más pujante, junto con Chile y México, de Suramérica. Argentina ya ha perdido la posibilidad de pelear el puesto. Entre otras cosas, Brasil es el líder del Mercosur porque además de la capacidad organizativa y la seriedad con que plantea las soluciones a sus problemas tiene una política exterior equilibrada y continua, sin importar qué gobierno esté en el poder. La corrupción interna no alcanza a invalidar el buen manejo externo. Esto es algo que Argentina no aprende. A los vaivenes internos del país le sumamos una política exterior altisonante, sea con el Vaticano, con Venezuela, Estados Unidos o Cuba. También con Chile, con quien seguimos teniendo, aunque mucho más moderado, el problema del gas, y con Brasil y Uruguay, con quienes acostumbramos a no ponernos de acuerdo en cuestiones de economía, productos o fábricas.

No se trata solo de la falta de control, sino de una actitud que ya hemos planteado en este espacio: la dejadez, amparada en un vacío jurídico que explota en demasía la libre interpretación de las leyes, cuando ante hechos de terrorismo las interpretaciones deberían responder al sentido común, máxime cuando hay jurisprudencia a favor y una movilización internacional. Como suele ser costumbre, Argentina decide unilateralmente lo que países más serios, responsables y con una invalorable trayectoria democrática ya han decidido de otra forma. Poner en tela de juicio la criminalidad y/o prescripción del delito cometido por el etarra confeso Laríz Iriondo es contrario a derecho. No es cualquier juez quien solicita la extradición de Laríz Iriondo, sino Baltasar Garzón, que cuenta en su haber con los suficientes méritos como para no dudar de su ecuanimidad.

Soberbia armada

Lo que está ocurriendo en Argentina es una vez más fruto de la improvisación y de la excesiva y perniciosa “cercanía”, por usar un eufemismo, entre el poder judicial y el ejecutivo. En este momento los vientos políticos de la Casa Rosada soplan desde una seudo “izquierda”, que tiene sus orígenes en Montoneros, ese brazo armado del peronismo nacionalista que provocó uno de los mayores quiebres constitucionales del país al ser corresponsable del golpe de Estado de 1976. Esa soberbia armada, que hoy se erige en en puestos claves del poder, sea en la Presidencia de la Nación o en gabinetes, gobernaciones e intendencias, no ha hecho mea culpa alguno.

El doble discurso del Presidente y su entorno es explícito: Alberto Fernández, jefe de Gabinete, el 19/07/05 no dudó en señalar que el reclamo de los piqueteros que tomaron Repsol YPF es «absolutamente legítimo», pero «absolutamente disociado del sentir generalizado», para acotar que «siempre bregamos porque cualquier tipo de queja se encarrile por métodos que no tengan que ver con cortes de rutas, de puentes o con la toma de edificios», aclarando que se «trabaja permanentemente para que cuando ocurren estos reclamos se minimicen los efectos negativos, el incordioso efecto de tener que ver calles cortadas y el tránsito dificultado» (sic; reproducido por La Nación, 20/07/05, tapa). Fernández parece haber olvidado que unos meses antes (10/03/05) su jefe directo, el Presidente Kirchner, ordenó a los piqueteros adictos la toma de la empresa Shell (cfr. (Des) Gobierno y doble discurso. Castellanos, 01º/04/05).

A tono con esta actitud de avanzar trastabillando, sin coherencia, el mismo Presidente reconoció que él y su equipo están en campaña desde que asumió la presidencia, en octubre de 2003. Ese Presidente que trata a la prensa de «histérica» o «esquizofrénica», y que dice «aguantar puñaladas», no vacila en apelar al folclore justicialista y esa suerte de caballito de batalla que es la «proscripción», cuando se le hace notar que son ilícitas las postulaciones de su esposa y José Pampuro. Ambos son afiliados al PJ y por lo mismo violan el artículo 54 de la Constitución Nacional y la ley de elecciones internas abiertas y simultáneas sancionada en 2002. Pero Kirchner, que duda de lo que pueda ocurrir en las elecciones internas si su esposa compite con Hilda Duhalde, apela al cinismo y la retórica demagógica alentando a que «el pueblo no le tenga miedo a las urnas». Se refiere, claro, que no debe temerle a las urnas en las elecciones de octubre, no a las internas, en la que el PJ no se presentaría.

Como ya ha ocurrido en otras oportunidades, el peronismo incurre en la argucia y el manejo hegemónico del poder. Cuando no está seguro de vencer en las elecciones, juega el papel de víctima. Cuando la oposición lo critica, es la oposición (siempre según el peronismo), quien se pone en el papel de víctima para no asumir que ha perdido las elecciones o que no cuenta con el apoyo popular. En el esquema se trata de manipular la opinión pública en forma orquestada, de manera tal que siempre la taba cae de un mismo lado. No importa si para ello hay que desdecirse (Fernández con respecto al accionar de los piqueteros, por ejemplo). La “lógica perversa” del peronismo es la de que el fin justifica los medios. El fin es ganar y acumular poder para seguir ganando, y todo medio que sirva para ello es bienvenido. Quedan en el camino la dignidad, la coherencia, la ética. Todo es materia de cambio o trueque a la hora de sumar voluntades. Por eso nadie desaparece del todo en el peronismo, como hice notar hace casi un año (cfr. La certeza del eterno retorno. Castellanos, 20/08/04). Todos se reciclan y vuelven; como el «Gato Félix», según el inefable Carlos Aurelio Martínez.

Terroristas libres

Desde el extranjero lo señalan sin eufemismos: «No cuenten con la Argentina para que ayude en la lucha contra el terror», aseguró la columnista Mary Anastasia O’Grady en The Wall Street Journal el 08/07/05. El canciller argentino Rafael Bielsa le respondió desde La Nación con una perorata emotiva, irracional. Bielsa apuntó a cierto “pasado” de la cronista para poner en duda su imparcialidad, en lugar de reconocer que Argentina es el paraíso del narcotráfico, que éste tiene vinculación con el terrorismo y que aquí los terroristas, de mucha o poca monta, circulan libremente.

Perón comenzó el juego cínico al abrir las puertas y proteger a los jerarcas nazis; Kirchner y Southern Winds son el último ejemplo cristalino: el Gobierno argentino sabía de las valijas con droga, como terminó reconociendo públicamente, pero siguió subsidiando a la empresa de aviación durante cinco meses. Dejó de hacerlo porque el diario La Nación publicó la noticia y estalló el escándalo.

La vinculación, sea por adhesión o abulia, del poder político argentino con las drogas no es nueva; ya se habló del tema durante Duhalde y Menem. Informes internacionales ubican a la Argentina dentro de los partícipes necesarios a la hora de reenviar la droga que se produce en Colombia y Bolivia. Hace tiempo que Argentina dejó de ser un simple país de paso para volverse un país consumidor. No reconocerlo, asumirlo y actuar en consecuencia hace que nuestra vulnerabilidad se incremente. Tenemos a favor el hecho de ser un país periférico, pero los favores de hoy pueden mutar el día de mañana.

Por otra parte, ¿puede el Gobierno perseguir a los terroristas extranjeros si los terroristas vernáculos, como Montoneros y ERP, están libres y, muchos, también en cargos políticos de importancia o postulándose para ellos? Kirchner manifiesta una parcialidad que inquieta. No hay terrorismo “bueno” o “malo”. Si el terrorismo es una plaga mundial, la forma de ser creíbles y apoyar la lucha contra este flagelo es comenzar por juzgar a los terroristas argentinos y extraditar a los extranjeros. Aún no es tarde para dar el ejemplo, así como con Alfonsín comenzó el ejemplo de juzgar a los militares del Proceso.

© Carlos O. Antognazzi.
Escritor.

Publicado en el diario “Castellanos” (Rafaela, Santa Fe, República Argentina) el 29/07/2005. Copyright: Carlos O. Antognazzi, 2005.

Este artículo tiene © del autor.

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