Tiempos de callar. Momentos en que lo mejor es apretar los labios aunque las palabras suban a borbotones por la garganta.Tiempo para el asombro mudo, para el silencio compasivo ante el dolor ajeno, cuando las palabras resultan ridÃculas y torpes; silencios que se transforman en gratitud ocasiones en las que una sola mirada vale mas que todos los discursos.
Con cada urgencia que necesita nuestro mundo, loco y enfermo, de esos momentos de silencio. Se nota que esta inmensa máquina marcha mal porque los que gobiernan no meditan en su corazón: andan agitados entre conferencias mundiales por la paz, inauguraciones, reuniones de comida y cena, clausuras. Sin tiempo para pensar lo que dicen o para rumiar lo que escuchan. A todos en distinto grado, nos alcanza el vértigo de la prisa. Los trabajadores, salimos, entramos, mendigando un trabajo, sin esclavitud, rumenerado, un trabajo decente con un salario digno.
Los ejecutivos, consejeros de varÃas empresas, piensa mientras van subiendo escaleras, cuando dejan el abrigo en el guardarropa, que es lo que van a aconsejar.
Tiempo de silencio que sea como un remanso de agua, de los mares que envÃan desde lejanÃas su energÃa. No es extraño que existan tantas cosas frágiles y aparentes, tan poca seriedad. Se hunden las casas, las plazas, las calles, antes de terminarse, se vuelven atrás los hombres en sus promesas, se vive de créditos, prestamos y empeños. Y aunque todos lo notamos nadie quiere pensar en esta falta de cimientos, de palabra de honor, de seguridad. Nadie quiere; porque el no pensar es como una larga cadena que nos aprisiona. ¡Distraernos,distraernos! y buscamos en otras cosas aunque la cabeza este apunto de estallarnos o nos traguemos todo, miles de kilómetros en autopistas colapsadas para ir a descansar. Y es porque en el fondo no aguantamos el reposo, ni el silencio, ni la soledad.
No hay mejor modo, el silencio... Se oiga lo que se oiga, se vea lo que se vea. El silencio, si pero sin la menor mezcla de suficiencia o consideración. El arte de callar, en la vida social en el trato con otras personas habladoras y aparentemente preocupadas. Es necesario dejarles hablar y escuchar.despúes, os dirán al marcharse: ¡Cuanto bien me han hecho sus inestimables consejos, es usted una persona tan encantadora...! Y no le habÃais dicho ninguna palabra. Pero ellos se van tan contentos, esto es lo que importa.
Tiempo de callar, cuando se te acercan a contar intimidades.
Tiempo de silencio son miles las tentaciones que todos tenemos de hablar mal del otro, aunque nos parezca justificadÃsimo.
Me asombra la ligereza con que las personas que presumen de honradez y de no haber aceptado dinero de nadie, roben la reputación de otros, que es como entrar a saco en el oro de ley y en los brillantes. Aquà lo correcto es hacer callar.
Después de este silencio serenidad todos tendremos la obligación de sacar ánimo y fuerza para poder actuar. Si en la vida hay un tiempo de callar y otro de hablar. El de callar me ha llegado amÃ.