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EVA LEWITUS - Reseña Biográfica y Semblanza, por Frank Otero Luque

Frank Otero Luque

Perú



Hija de Joseph Ewald Heller y de Herta Lederer, naturales de Praga, Eva Lore (Eva Lewitus) nació en Aussig (Ústí nad Labem), en Checoslovaquia (actual República Checa), el 22 de octubre de 1927. Aussig es una pequeña ciudad sobre el río Elbe, cerca de la frontera con Alemania.

Eva recuerda que, cuando Austria fue anexada a Alemania (Der Anschluß, el 13 de marzo de 1938), ella, sus padres y su hermano Holger, 2 años mayor, escucharon la alarmante noticia en la radio. "Ein Volk, ein Reich, ein Führer" (Un pueblo, un estado, un líder), vitoreaban las masas enardecidas. Sumamente preocupados por el avance de Hitler y de la bienvenida que le dio aquel pueblo, sus padres tomaron la decisión de abandonar Europa, pues los Heller-Lederer eran judíos y corrían inminente peligro.

Su abuelo paterno, el doctor Otto Heller, no compartió esa opinión y prefirió quedarse. Pensó que, como era checo y además médico, a él no le harían daño. Lamentablemente, se equivocó: Primero estuvo en el campo de concentración Teresienstadt y luego fue trasladado a Auschwitz, donde murió en una de las terribles cámaras de gas.

Eva ("Everle") fue la primera en partir. Esa fue la primera vez que vio llorar a su padre. Sin saber inglés (su idioma materno era el alemán y también hablaba checo), el 12 de enero de 1939 voló a Londres con un grupo de 23 niños checoslovacos amenazados (14 varones y 9 mujeres), que fueron rescatados por the English Barbican Mission to the Jews, un grupo de ingleses abocado a convertir judíos al cristianismo.

Al poco tiempo -los últimos días de febrero del mismo año- su madre viajó a Londres con la esperanza de volver a encontrarse con ella, luego de numerosos inconvenientes para conseguir pasaje y de asegurarse de que Holger -quien superaba la edad límite aceptada por los benefactores ingleses- sería rescatado por ellos, haciendo una excepción. Es así que el pequeño Holger llegó a Londres el 8 de marzo de 1939. Una semana más tarde, las tropas alemanas hacían su entrada triunfal en Praga.

La primera dirección de Eva en Londres, la cual le hicieron memorizar porque todas las casas se parecían, fue: 13 Cliff Terrace St. Johns SE8. Luego, mudaron a los niños a "7 Trees" y "Mount Zion", dos hogares comprados por la misión para este fin, en la quieta y rural Chislehurst (Kent).

Habiendo estado acostumbrada a una vida confortable (el señor Heller era funcionario de una importante fábrica de briquetas de carbón), en la capital británica la señora Heller se vio obligada a cuidar niños y hacer labores domésticas para mantenerse. Sin embargo, siempre motivada por un espíritu de superación, en noviembre de 1939 empezó a estudiar para partera en el Charlottes Hospital, en Marylebone.

Los últimos días de enero de 1939, el padre de Eva logró obtener una visa para viajar al Perú como representante del Instituto Checoslovaco de Exportaciones (Czechoslovakian Export Institute) en Arequipa. Sin embargo, a su arribo la guerra ya se había encargado de relevarlo de sus deberes con dicha organización. Pero igualmente, Lima prometía ser un lugar seguro para la familia y, luego de conseguir empleo con la firma Du Pont de Nemours (comercializadora de tintes, químicos y materiales sintéticos), obtuvo tres visas con la ayuda de la Baronesa Lewetzow, con quien había hecho buenas migas en el Perú, e hizo venir a su esposa e hijos, quienes viajaron hasta el Callao en el último vapor (el "Orduña") que, con este destino, zarpó de Liverpool antes de que empezara la II Guerra Mundial. Las primeras alarmas de bombardeos aéreos ya sonaban en Londres.

El Orduña fue acompañado hasta Bermuda por un nutrido convoy. Por las noches, navegaban con las luces apagadas para no ser avistados; no obstante, una de las naves fue alcanzada por un torpedo. Después de sustos, malos olores, mareos de mar y de haber hecho varias escalas sin y con permiso para desembarcar -Bahamas y Bermuda, las primeras; Cuba (La Habana), Panamá (Colón) y Paita (Perú), las segundas; finalmente, al cabo de más de cuatro semanas de travesía, arribaron sanos y salvos al Callao, donde el señor Heller los esperaba ansiosamente. Emotivo reencuentro, por supuesto.

Curiosamente, luego de un viaje tan largo desde Liverpool hasta el Callao (incluyendo un desvío cercano a Islandia que tomaron para evitar sectores minados), fue el trayecto desde el Callao hasta San Isidro lo que le pareció interminable a Eva. "Cuando seamos ricos, viviremos en una casa así", les dijo el señor Heller y, de pronto, el taxi se detuvo precisamente frente a la propiedad que él había señalado. Es así que, el 10 se setiembre de 1940, la familia logró reunirse en el Perú y se instaló a media cuadra de El Olivar.

Eva fue matriculada en el Lima High School (hoy "María Alvarado"), una escuela privada donde no todas las clases se dictaban en inglés, pero rápidamente aprendió a hablar español. Fue una alumna destacada y buena nadadora. Una de sus maestras de gimnasia fue la señora Olivia Ojeda de Pardón.

Por su parte, su hermano Holger ingresó al Colegio Anglo Peruano y la señora Heller consiguió trabajo, primero como enfermera y luego como secretaria del Pabellón de Tuberculosos del Hospital Obrero.

A pesar de haber sido duro al comienzo, finalmente la suerte les sonrió en el aspecto económico. Después de haber hecho "el negocio de su vida", relacionado con un embarque de coca con fines medicinales a Rusia, vía San Francisco, cierto día el señor Heller sorprendió a la familia con el ofrecimiento de concederles un deseo. Su madre quiso una refrigeradora; su hermano Holger, un viaje a Bolivia para reencontrarse con un amigo (Fred de Noriega) que había emigrado desde Checoslovaquia; y Eva ("Evichka") pidió un piano ¡con profesor incluido! "y consecuencias inesperadas...". En ese entonces ella cursaba el tercer año de secundaria.

El maestro de piano resultó ser el austriaco Hans Lewitus, uno de los músicos fundadores de la Orquesta Sinfónica Nacional, 20 años mayor que ella, víctima de una poliomielitis juvenil. El había sido clarinetista fundador de la Filarmónica de la entonces Palestina, y había tocado el clarinete en la premier mundial de Pierrot Lunaire de Schoenberg. "Habla el alemán igual que nosotros", encantada le comentó Eva a su padre, refiriéndose al acento de Hans.

Eva progresó mucho en sus clases de piano, al punto de tocar a cuatro manos con el maestro. Recuerda que les gustaba interpretar "The boat to Skye" (un lugar en Escocia), una melodía sentimental en la que Hans, que tocaba la parte del bajo, debía cruzar manos con Eva para alcanzar las notas más altas. "Esto resultó muy peligroso". A la edad de 16 Eva se casó con él y posteriormente tuvieron tres hijos varones: Víctor ("Vicky"), Erich y Ricardo ("Palo").

Acompañando a Hans en varias de sus giras musicales, Eva se paseó por muchos lugares el Perú (costumbre viajera que mantiene hasta hoy) y aprovechó esa magnífica oportunidad para capturar las más hermosas escenas con su fiel cámara fotográfica Rolleicord y luego con su inseparable e insuperable Hasselblad. Con una amiga, Gitta Losch, en abril del 1954 abrió "Foto Art", su estudio. Ese mismo año tomó un curso por correspondencia de fotografía profesional en el New York Institute of Photography, al finalizar el cual recibió su diploma, "el papelito oficial".

Eva empezó haciendo retratos, que es su verdadera especialidad, pero luego tomó fotografías de todo tipo: desde modas, pinturas, joyas y cerámicas para catálogos, hasta turbinas malogradas. Eventualmente, tuvo que subirse a torres de agua para fotografiar fábricas, así como sobrevolar pueblos jóvenes en avioneta para registrar su expansión y desarrollo.

Sin embargo, una de las cosas que más le gustó fue hacer fotos de teatro. Trabajó con Ricardo Roca Rey y todo el elenco de la Asociación de Artistas Aficionados, con la ENAE (Escuela de Arte Escénico), el Club de Teatro, el Lima Theater Workshop, los Good Companions y también con Die Szene, un grupo de aficionados de habla alemana.

Ahora Eva también escribe cuentos para sus nietos y para "niños de cualquier edad". Recientemente, editorial Santillana le publicó "Blackie", un libro que forma parte del plan oficial de educación y que ella tuvo la ocasión de presentar en el "María Alvarado" (antes el "Lima High School"), el colegio donde estudió.

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Conocí a Eva por Internet. Desde 1996, ambos pertenecemos al foro virtual de literatura de la Red Científica Peruana, que modera Arturo Zúñiga (más conocido como "El Azeta"). En ese entonces, yo vivía en Caracas y ella en Lima. Al año siguiente, vine a instalarme en el Perú y la primera reunión del foro se hizo en mi "depa", que era, en realidad, un pequeñísimo, minúsculo estudio ubicado en Surco. Después, tuvimos varias tertulias literarias en las casas de Maibí Montoya León y José Antonio Morales Macedo, respectivamente. Mientras vivía Hans, Eva nunca pudo acompañarnos en ninguno de esos encuentros porque estaba dedicada a cuidarlo y atenderlo, pero transcurrido un tiempo desde que él falleció, ella misma nos abrió su casa, donde llevamos a cabo numerosas reuniones del foro.

En esa época, Eva vivía en la calle Buenos Aires, de Miraflores, en una casita al fondo de un enorme jardín-huerto, primorosamente cuidado por ella. Allí solíamos "caerle" a cualquier hora y, a pesar de la impertinencia y la bulla que hacíamos, jamás nos puso mala cara. Todo lo contrario: nos esperaba con galletitas e infusiones de alguna de las hierbas que cultivaba. En casa de Eva, alguna vez comí hasta flores. Entonces, para el Día de la Madre, te obsequiaré un atado de zanahorias", le respondió cierta vez Carlos Wrobel, ante un ofrecimiento de té florido.

Ella ha sido siempre la mayor del grupo, y su edad es equiparable a de la madre o de la abuela de muchos de nosotros, pero su energía, su alegría y el interés que pone en todo cuanto la rodea -incluyendo Internet y sofisticados programas de computación, con los cuales preparó inclusive un homenaje a Neruda- hacen que esté siempre vigente y se mantenga joven de espíritu, que es donde precisamente reside la verdadera juventud.

Ahora Eva se ha mudado a un departamento en un edificio ubicado en la calle Tarata, de Miraflores, donde antes funcionaba su estudio fotográfico. Ya no tiene jardín, pero éste ha sido eficientemente sustituido por una serie de bellas jardineras en todas las ventanas. Con la valiosa ayuda de José Antonio Morales Macedo, quien además de literato es arquitecto, logró que sus más preciados tesoros -como el piano de Hans- cupieran perfectamente en su nuevo hogar. El buen gusto de Eva hizo todo lo demás.

Allí Eva vive feliz, sin televisor y acompañada de sus libros (es una lectora voraz). Sus hijos residen en Boston (Palo), en Shoresh -cerca de Jerusalén- (Vicky) y en Nes Ziona -cerca de Tel Aviv- (Erich), y su hermano Holger en Sao Paulo. Todos permanentemente se comunican con ella y la invitan a pasar largos períodos con la familia, que ya incluye un adorable bisnieto.

Generosamente, Eva me cedió varias fotos suyas para ilustrar mi libro de cuentos y relatos "El Señor de Palpa". Parte de las luces que la acompañaron durante sus muchos años de fotógrafa brillan actualmente en mi estudio, que ella misma me ayudó a instalar. Hace algún tiempo, me prestó indefinidamente los fascículos del voluminoso curso de fotografía por correspondencia que ella estudió. Y en mi penúltimo cumpleaños se presentó en mi casa con un regalo invalorable: su "paraluz". Me sentí tan emocionado como un aprendiz de escritor recibiendo de obsequio la pluma del propio Cervantes.

Con gran orgullo puedo afirmar que Eva es una de mis mejores amigas. La comparto con David, con Mimi, con Roxana, mi esposa, y con tantos otros. Admiro a Eva como fotógrafa (osadamente, intento ser su pupilo), pero mucho más como persona.

Gracias, querida Eva, sencillamente por ser como eres: alegre, servicial, generosa, sincera, directa y, sobre todo, tan buena amiga.

Ver en línea : EVA LEWITUS - Reseña Biográfica y Semblanza, por Frank Otero Luque.

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