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FÍSIÓN, FUSIÓN Y POESÍA

El baile atómico

César Rubio Aracil

España



Juguemos a ser dioses, y preguntemos a las Musas de qué está compuesto el universo.

Si se bombardea con neutrones el núcleo de un átomo, se libera una portentosa cantidad de energía. A este fenómeno se le denomina fisión nuclear. La unión de dos núcleos ligeros -como sucede en el Sol-, da lugar a un núcleo más pesado, con enorme desprendimiento de energía, llamándose a esa resistencia fusión nuclear. En ambos casos (rotura del núcleo atómico y unión de dos núcleos ligeros) se produce una actividad increíble, producto de la desestabilización atómica. Sin embargo, parece ser que la fusión deja muchos menos restos radiactivos que su oponente, aunque resulta bastante complicado obtener energía por este procedimiento. Pero veamos un poco más detalladamente en qué consisten los procesos de fisión y fusión.

Según la célebre ecuación de Einsteisn, E=mc2, pequeñas cantidades de materia son susceptibles de convertirse en grandes cantidades de energía. De acuerdo con esta fórmula, en el momento en que se fracciona el núcleo de un átomo, las partes originadas contienen menos masa que el átomo del cual proceden. Por lo tanto, la diferencia de potencial equivale a la energía desprendida en el proceso de la fisión. En cuanto a la fusión, tomemos como ejemplo lo que sucede continuamente en el Sol, contado con números.

Cada minuto, nuestro astro transforma 40.500 millones de toneladas de hidrógeno en 39.180 millones de toneladas de helio. Las 1.320 millones de toneladas que restan son producto de la energía liberada; de ahí el brillo solar y, por supuesto, la vida en la Tierra.

Estudios científicos demuestran que en el interior del núcleo atómico existen distancias de, incluso, una billonésima de milímetro. Esto es algo difícil de concebir por el cerebro profano, pudiendo llegarse al colapso mental. Los protones y neutrones quedan unidos por la llamada fuerza nuclear fuerte, poderosísima. Pues bien, comoquiera que todos los núcleos atómicos tienen carga positiva, las estrellas resuelven el problema de la fusión utilizando la fuerza de la gravedad hasta comprimir convenientemente los núcleos. Pero ¿cómo posibilitar esa fusión en los reactores fabricados por el humano? Es enorme la dificultad que, tanto físicos como ingenieros, hallan en el momento de imitar dichas reacciones estelares. ¿Motivo? Sería preciso ejercer sobre esos núcleos un calor superior a 100 millones de grados, quedando entonces convertidos en plasma. Supongamos que se puede conseguir esa altísima temperatura. Una vez salvado el escollo, se nos viene encima otro serio problema: ¿qué materiales terrestres pueden contener tantísimo calor sin fundirse? Solamente (después de muchos estudios físicos se supo) un poderoso campo magnético. En eso está ahora la ciencia, cuyo proyecto de construcción de un gran reactor les cuesta a Europa, EE.UU, Rusia, China, Japón y Corea del Sur la friolera de 10.000 millones de euros. No obstante, se ignora si será posible obtener la tan necesitada energía que supla la carencia de los recursos energéticos previstos para dentro de un par de siglos a lo sumo.

Contando con que el proceso de obtención de energía por medio del acelerador -denominado ITER- resulte positivo, el deuterio y el tritio (dos isótopos del hidrógeno) llegarán a fusionarse, generando la suficiente energía para equilibrar el gasto ocasionado por el calentamiento del plasma. Después se tratará de obtener la electricidad que se necesite por medio del citado acelerador. Sin embargo, dados los conocimientos científicos al respecto, todo queda en el aire, incluido el enorme gasto que les supone a las naciones participantes este proyecto.

Cuando pienso en el macrocosmos y en el microcosmos, siento escalofríos. No sé si se trata de ramalazos de dicha o de pequeñas convulsiones anímicas; lo cierto es que no puedo evitar el sobresalto. Si me detengo en la contemplación intelectual del ángstrom (unidad de longitud equivalente a la diezmillonésima parte del milímetro), abro los ojos de par en par, si en distancias de billonésimas de milímetro, como hemos apuntado más arriba en relación con el núcleo atómico, me atasco. Nada digamos de las distancias astronómicas, ni de la infinitud de galaxias observables con los aparatos ópticos más avanzados, o detectables por otros procedimientos físicos. O cuando me pregunto: ¿Existe una parte mínima, y última, de la materia?, ¿algo así como lo que los científicos llaman los ladrillos del universo? En el supuesto caso de existir Dios, ¿de qué está formado? Si no es un Ser material o energético (únicos conceptos comprensibles para la mente humana respecto a lo que Es), ¿de qué otra sustancia, cosa o lo que sea está formado? Si el universo puede comprimirse hasta alcanzar la dimensión cero (big crunch), ¿tendría Einstein razón al decir que el cosmos no es más que geometría? ¿Estamos hablando de apotemas, de círculos, de lúnulas...? Mas, si el universo es geometría, ¿qué clase de línea es la del beso? ¿Cuál su dimensión? Sólo si echo mano de la Poesía obtengo alguna que otra respuesta.

Augustus.

NOTA
Los datos vertidos en este trabajo han sido obtenidos de la siguiente fuente informativa: Artículo de Mónica Salomone, publicado en El País Semanal del 14 de agosto pasado. Para más información, consultar en la "web" del ITER: www.iter.org

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