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FENOMENOLOGÍA PARANORMAL (II)

Los estigmas de la Pasión

César Rubio Aracil

España



La Pasión y Muerte de Jesucristo nos ha dejado un estigma difícil de borrar: el de la credulidad del carbonero.

“Huella impresa sobrenaturalmente en el cuerpo de algunos santos extáticos, como símbolo de la participación de sus almas en la Pasión de Cristo”. De este modo define el DRAE la palabra estigma en su tercera acepción. Pero nosotros no vamos a centrarnos en los aspectos taumatúrgicos derivados de este término. Nada de prodigios ni de milagros, sino de pesquisas fundamentadas en la lógica científica. No porque abominemos de la magia; sí, por estimar la recta investigación como recurso lógico capaz de ofrecernos soluciones dignas de crédito. Por el contrario, si nos enfrascásemos en el relato morboso, podríamos caer en la simpleza.

La historia del cristianismo contempla los estigmas como expresiones divinas en personas seleccionadas por Dios para, en mi criterio, resaltar la Pasión y Muerte de Jesucristo y mantener viva la fe de los creyentes. No obstante, el fenómeno sigue sin quedar explicado por la ciencia de un modo definitivo. El libro “Dermatología en Medicina General”, de Fizpatrick, cita los estigmas como manifestaciones enfermizas, catalogadas con la denominación de “púrpura psicógena”. Se trata de una afección epidérmica, cuyo origen parece encontrarse en una función psicológica de extrema morbosidad. En este grupo de enfermedades se hallan: psoriasis, pruritos, eccemas, verrugas, y cierta clase de alopecia causada por tensiones agobiantes.

Que la psiquiatría incluya estos fenómenos en el capítulo de la histeria y los delirios, no me dice gran cosa. Desde mi punto de vista profano, pero lógico, pienso en la movilización obsesiva de energías mentales en favor de una idea místico/religiosa de gran alcance. Si la fe mueve montañas, el fanatismo va todavía más lejos. Desde luego, la histeria y los delirios no dejan de ser manifestaciones psíquicas importantes. Mas considero básico estimar el valor semiológico de los efectos psicosomáticos. Es decir, el estudio de la relación entre cuerpo y mente para diagnosticar una patología tan grave como la referida. Si una enfermedad puede llegar a remitir a causa de la fe puesta en la propia curación, ¿por qué no, a la inversa, por motivos místicos de extraordinaria intensidad, la viabilidad de escoriaciones, llagas y otras enfermedades epidérmicas? La investigación especializada, sobre todo tratándose de disciplinas médicas, biológicas y físicas, por tender hacia la fragmentación, dejan lagunas importantes respecto al conocimiento integral. Cuando los religiosos y los científicos traten de aunar sus esfuerzos en el punto convergente del auténtico progreso, la humanidad respirará con satisfacción. Materia y energía no dejan de ser las dos caras de una misma moneda. En este sentido atribuyo a las fuerzas naturales, por su inmaterialidad, el papel del alma, y a su oponente -la masa- el concepto de solidez. El espíritu sería, pues, la relación entre los contrastes de lo que Es. En definitiva, el Todo unificando la trama cósmica.

Como fenómeno cultural, es de destacar la importancia que han tenido las estigmatizaciones en el Medievo en relación con la época actual. ¿Cuántos místicos, en su afán histérico de encarnar a Jesús en sus propias experiencias, han llegado hasta la exaltación violenta de su pasión religiosa? Para estos mártires voluntarios, padecer las mayores atrocidades físicas suponía el allanamiento de su camino hacia la gloria. El celo contemplativo tiene mucho que ver con bastantes patologías mentales. ¿No es lógico pensar de manera categórica que la anorexia de Catalina de Siena ocasionó un efecto pernicioso en su organismo, y que tal anormalidad posiblemente fue propiciada por el fanatismo en que vivió? ¿Eran psicóticos los santos estigmatizados? En general, creo que no. Que pudieran favorecer dicha enfermedad por su exagerada empatía con el sacrificio del Nazareno, es posible. Lo difícil es admitir el origen de su exaltación como síntoma de un serio trastorno psíquico. En el campo de la psiquiatría se mezclan la ignorancia médica (porque la mente no está, ni mucho menos, explorada en su totalidad) con los avances científicos. Aunque parezca irrelevante lo que me apresuro a confesar, pienso que el progreso científico en el ámbito de la física moderna tendrá algún día la última palabra en éste y en otros fenómenos por ahora inexplicables. El mundo subatómico, donde ciertas partículas elementales tienen un extrañísimo comportamiento en relación con la física de Newton, creo que mantiene la coherencia entre los macro y micro mundos que nos habitan y habitamos. No recuerdo dónde, leí hace algún tiempo que la mente humana es el puente que enlaza los orbes grande y diminuto del universo. Todo es posible, menos que yo me flagele para encontrarme con Dios en el paraíso. Respeto y admiro a Jesús de Nazaret con devoción racional, aunque no creo que el Supremo Hacedor necesite de la mortificación humana para sentirse ensalzado. Ni de las guerras en Su nombre para alimentar a los espurios. Si Dios existe, Su papel en la Tierra será el que nosotros, lamentablemente, aceptemos de la interpretación eclesiástica sobre la divinidad. Porque estamos condenados, por nuestro comportamiento infantil ante lo incognoscible, a ser hábilmente manejados por el sacerdocio. Vendemos nuestra libertad al precio irrisorio de la despreocupación, de manera especial en lo que nos atañe de superior responsabilidad por nuestra naturaleza inteligente. De ahí que todavía quedemos embobados ante las incomprensibles marcas generadas por los estigmas. El único milagro en el que creo es el de la unificación de la conciencia humana en los problemas trascendentes. Pero este prodigio queda muy alejado de nuestra voluntad. Por eso somos marionetas, y por tal motivo -mientras no seamos capaces de organizarnos como seres racionales- quedaremos a expensas de quienes se sacan de la manga a Dios para estigmatizarlo con la mentira.

Augustus.

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