La pelea
Canto de arcoiris.
En el ruedo se levanta el polvo.
Un gran ventarrón, remolinos de tierra que producen el aletear. Son cuatro alas que se abren al unÃsono con movimientos rápidos, fuertes, veloces, desesperados.....
El color se agita con frenesÃ, y la sangre pinta de púrpura la piel.
El arco iris se refleja de su cuerpo, e irradia en su forma, esplendor de su ser.
Picotazos, espuelazos, golpes de ala. Una máquina de muerte, de desenfreno, de lucha. Una máquina certera, llena de reflejos rápidos.
Se alza en piruetas, y en el aire clava la espuela en el cuerpo, chocan como aceros, como sables. Engarzando piel en la espina afilada que desgarra el interior. Es un choque de trenes, son como toros que se embisten feroces.
En sus ojos no se vislumbra el odio, son inexpresivos, redondos, negros. Es su raza, su vida, su sino, para eso nacieron, para eso los crÃan, para ser bellos, fornidos, policromos, nacieron para cantarle a la noche, a la luna en su esplendor, para cantar sus cantos a la vida, y sus cantos a la muerte, cantos de valor, y de dolor.
Nacieron para pelear y morir en lides de sangre, quedando, uno moribundo en la arena, y el otro, el conticrante, que también lleva lo suyo.
¿Vencedor?
En la lucha dejan su vida. El aire de sus pulmones se expele, y va expirando en un aleteo de estertor. Mueren las vetas de color se va el iris, queda tendido en la arena rodeado de púrpura de liquido orgánico después de una pelea cruenta y brutal bárbara y salvaje.
Su canto refleja vida alegrÃa. Su porte es sinónimo de exuberancia y vigor, y virilidad...
Se aclama, vitorean, gritan, aplauden, juegan, con el dinero y la sangre. Allà se manifiesta en una mórbida apuesta de atávica lid, en un fogoso y ardiente anhelo de un torbellino de pasión.
El triunfador interpreta su canto, aletea, la vida fluye en su ser, palpita la sangre en su cuerpo y gira alrededor del ruedo, circuyendo al vencido y en su victoria va hinchando en su cuerpo, inflamado de plumas de orgullo con un viso de tonalidades en un matiz de arrogancia y altivez. Y canta su canto de triunfo.
Rubén Patrizi