MUERTE
DE
ADRIANA
Lo que me decidió a viajar fue la muerte de mi esposa Adriana. Junto con la de mi segundo hijo, de muy corta edad.
Se que los éxitos que habÃa cosechado me proporcionaron fama suficiente, como para quedarme en Montpellier ejerciendo la medicina, ventajoso y preoperó oficio de mis abuelos, aunque en esa ciudad, dos de cada tres personas son médicos, sanadores, o curanderos.
Tomé el camino y durante más de ocho años viajé; por Francia e Italia: Florencia, TurÃn, Venecia, Ferrara. Aprendiendo, leyendo, observándolo todo.
Una mañana en la que yo, transitaba, por un camino muy polvoriento cercano Génova, vi que se acercaban dos franciscanos, uno viejo y otro joven. El que era joven se llamaba Felice Paretti, habÃa trabajado de porquero. Me arrodillé ante el, y dije: “Me postro a los pies de su Santidad”. El fraile se quedó muy sorprendido, extrañado, y se sonrojó. Muchos años después comprenderÃa mi vaticinio cuando fue proclamado Papa con el nombre de Sixto V.
Luego cuando se propagó la peste del carbón, (llamada asÃ), por que los cadáveres se ennegrecÃan de manera horripilante. Compuse una medicina que salvó de la muerte a los que pudieron tomarla. No me preocupa ni tengo inconveniente en daros la formula: Se mezcla resina de ciprés, iris de Florencia, ámbar gris, y 300 pétalos de rosa rosada. Poniendo a cocer todos los ingredientes, en esa hora oscura e incierta, que media entre la noche y el amanecer. Espacio de tiempo que mi bisabuelo judÃo llamaba el ala de cuervo.
La fuerza de la naturaleza cuando se desata nos envÃa todos los males, y a la vez, como una madre buena, ella nos da los remedios, sólo hay que saber escucharla, conocer los compuestos que nos ofrece y colaborar con ella. Mi remedio dio buen resultado y por donde corrÃa el contagio, en Lyón y otras ciudades pedÃan mi medicina. Aprendà muchas cosas en mis viajes.
Y, solamente me queda que añadir. El conocimiento está repartido por el mundo. El que lo recorre puede cosecharlo, relacionando todas las cosas, desechando las falsas noticias y quedándose solo con las buenas.