Juan Antonio González – Attac Oviedo
“Nacimiento, fortuna y privilegio han perdido toda influencia, y cualquier hombre de la más humilde condición puede elevarse a los máximos honores en el Estado si posee méritos suficientes para conseguirlo. Tal es, Mi Señor, la subversión total de las cosas en este paÃs; y tan general es el disgusto que no puedo concebir que nada, excepto quizás una sangrienta guerra civil pueda llegar a establecer un cierto grado de orden en las cosas” Esta larga cita fue escrita el 6 de noviembre de 1789 por el embajador británico en Francia. Ya se habÃa producido la Revolución Francesa y el plenipotenciario y noble mensajero, le contaba enfebrecido a “Su Señor”, el Rey de Gran Bretaña e Irlanda, Jorge III, los “excesos” que habÃa llevado a cabo tal revolución. Al embajador británico le parecÃa una majaderÃa que los seres humanos fueran todos libres, iguales y fraternales. ¡Pura utopÃa!
En estos tiempos que corren, ¿serÃa una ilusa utopÃa establecer una Renta Básica (RB) en la España actual? No debemos hablar de ilusiones utópicas cuando una RB ya existe en algunos paÃses como Alaska o Irán (aunque en este último caso la renta va destinada a la familia y no al individuo); no debemos hacerlo porque en España, dos estatutos de autonomÃa recogen una “renta mÃnima de ciudadanÃa” (el catalán y el valenciano), no debemos hacerlo cuando el Parlamento Vasco aprueba con amplio consenso polÃtico, una ponencia sobre la RB, para que una comisión de trabajo la examine. En fin, no debemos hacerlo cuando el 28 de abril de 2009 se crea una subcomisión parlamentaria en las Cortes españolas para el estudio de la viabilidad de la implantación de una RB.
¿Qué es una RB?, “… es un ingreso pagado por el estado, como derecho de ciudadanÃa, a cada miembro de pleno derecho o residente de la sociedad incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quien conviva” (http://www.redrentabasica.org).
Si economista tan poco cercano a las ideas keynesianas o socialdemócratas como Friederich Hayek, defendÃa la necesidad de instituir una RB –eso sÃ, por razones humanitarias-, ¿a qué se espera para implantar una RB? Ciertamente nos topamos con la gran máxima bÃblica de “ganarás el pan con el sudor de tu frente” y con la vieja ética protestante del culto al trabajo. Otros argumentarÃan en contra de la RB que es injusto que unos vivan del trabajo de los demás, que se crearÃan vagos porque los pobres son irresponsables y se gastarÃan su RB en las tabernas. Sin embargo, habrÃa que pensárselo dos veces antes de criminalizar al ser humano de tales formas y mucho más cuando el llamado “sistema de libre mercado” (capitalismo en román paladino) es incapaz –lo ha sido siempre- de crear puestos de trabajo suficientes para que todo el mundo pueda trabajar y ganar su sustento; es más, al capitalismo le conviene el paro porque de esa forma se paga menos a la mercancÃa llamada “fuerza de trabajo”.
Distingamos conceptualmente la existencia, al menos, de tres clases de “trabajo”: el remunerado, el reproductivo o doméstico, y el cooperativo. Naturalmente para el capitalismo el único trabajo existente es el remunerado, pero ¿no es el trabajo doméstico un trabajo?, ¿no es el trabajo de cuidar a dependientes un trabajo sin estipendio?; cualquier trabajo de voluntariado ¿no es un trabajo? ¿Son vagos todos los que hacen un trabajo no remunerado? La doctrina neoliberal no da ningún valor al trabajo no-asalariado y suele recetar a los pobres para que salgan de la indigencia que “trabajen más”; pero se olvida que muchas personas trabajan mucho todos los dÃas sin recibir ningún salario por ello. La solución al problema no es que se “trabaje más”, sino que se retribuya el trabajo cooperativo, doméstico o voluntario; es decir, el trabajo no-remunerado. Y es que el mercado capitalista es un mal distribuidor de la renta, mientras algunos no pueden gastar todo lo que han acumulado, otros apenas pueden sobrevivir; y tales diferencias no se debe exclusivamente a que los unos trabajen más que los otros.
Lo que sà garantizarÃa una RB es que (1) disminuirÃa o se erradicarÃa la pobreza. La RB compensa las desigualdades económicas, asegura la autoestima y aumenta la paridad de oportunidades, sustituyendo la caridad humanitaria del subsidio por el derecho cÃvico y polÃtico, haciendo desaparecer la estigmatización social de la beneficencia. “Claro que esta base material también puede empujar a algunos ciudadanos a atiborrarse de cerveza y de comida colesterólica mientras ven los programas televisivos más infames”, como asegura Raventós; ciertamente hay quien pudiera hacer un mal uso de la RB, pero tal como se podrÃa hacer en la actualidad de cualquier otro tipo de subsidio establecido. (2) La RB es una lucha eficaz contra el paro. La RB es un poderoso incentivo contra el desempleo, no disociando al ciudadano con empleo remunerado, de aquél que no lo tiene y, en consecuencia, ya no soportarÃa ningún estigma social. Con la actual tecnologÃa y el impresionante aumento de la productividad, se puede aumentar la producción sin que por ello aumente el empleo; en consecuencia, el trabajo remunerado será, cada vez más, un bien escaso. Con la institucionalización de la RB queda abierta la vÃa del trabajo remunerado a tiempo parcial, la micro-empresa, la cooperativa, el autoempleo y la posibilidad de ejercer un trabajo (asalariado o no) alternativo. (3) La RB contra los defectos y desigualdades del “mercado de trabajo” La RB estabilizarÃa el consumo en épocas de crisis y desmercantilizarÃa las relaciones laborales porque el trabajador puede elegir con más calma unas posibles horas extras, un pluriempleo, etc.; además, elevarÃa los salarios de los trabajos menos atractivos y harÃa florecer el trabajo oculto, la economÃa sumergida y el fraude fiscal porque nadie querrÃa un trabajo que no cotizara para sus correspondientes futuros derechos laborales. En fin, la RB pone de manifiesto la amoral contradicción entre empleo y mercado: mientras se estigmatiza socialmente al parado, el sistema es incapaz de ofrecerle un empleo. (4) La RB es un paliativo contra la discriminación de género y combatirÃa el maltrato, la dependencia económica en la pareja, y la dignidad del trabajo doméstico en el cuidado a menores y dependientes. (5) La RB ahorrarÃa los controles burocráticos y administrativos del estado asistencial. Los subsidios infaman a quien los percibe, la RB es un derecho de ciudadanÃa tal como lo es la libertad, la igualdad y la capacidad de elegir y ser elegido; por lo tanto, la RB ahorra a las arcas del Estado los numerosos subsidios condicionados, evitando la posibilidad de defraudar por parte de quien los percibe. Para terminar, señalaremos que la RB (6) favorece y corrige la función social del sindicalismo, potenciando la negociación colectiva.
En España sobreviven en el 2011, diez millones de pobres. A marzo del 2013, las diez primeras fortunas del este paÃs (repito sólo las diez primeras) son hombres y mujeres que atesoran cerca de los noventa y dos mil millones de dólares, un remanente bastante parecido al actual fraude fiscal, una cantidad de dinero que acabarÃa con la severa pobreza en este paÃs. Previa reforma fiscal, existe dinero suficiente para financiar una RB; más aún, si tal reforma se pusiera en marcha y aflorara el dinero “B”, se podrÃa llevar a término la RB sin que fuera necesario una mayor presión fiscal, tan sólo es cuestión de voluntad polÃtica. Un pacto social debe ser instrumentado reconociendo que el mercado por sà sólo no es una alternativa a la distribución de la renta.
Ilustración del artÃculo cortesÃa de Gaelx. Utilizada bajo licencia Creative Commons.