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LA ESCRITURA TERAPÉUTICA

Escribir para descargar el alma

César Rubio Aracil

España



Escribe, planta un árbol y besa los labios amados

Escribir es fácil; basta con saber leer y, aunque sea con faltas de ortografía, de sintaxis y de prosodia -pongo como ejemplo-, con tal de que el propio escritor sepa qué ha dicho, es más que suficiente para descargar los sentimientos que a todos nos invaden. Otra cosa distinta es pretender publicar o, si se quiere, dar a leer a los amigos nuestras creaciones con el vano deseo de recibir un aplauso. Con la escritura se hace catarsis y se vacía el alma, que necesita renovarse. De vez en cuando, para mi propio sonrojo, releo lo que escribí hace tan sólo seis o siete años: ¡fatal! Sin embargo, sonrío y me sirve para conocer mi progreso. Estoy seguro de que dentro de seis o siete años más, si no antes,  cuando relea lo que hoy escribo, volveré a sonrojarme; pero ya no me importará, porque únicamente deseo gozar, cosa que consigo cuando me planto ante el ordenador con un nuevo reto. Luego comparo mis escritos con los de escritores de prestigio y, la verdad sea dicha, me doy cuenta de cuán lejos estoy de ellos. No obstante, como no me mueve el ánimo de competir, me siento dichoso. Lo fundamental, creo, es llegar al límite de nuestra propia capacidad; porque no todos estamos dotados de la misma inteligencia. Me conformaría con alcanzar esa meta: la frontera de mis posibilidades. ¿Qué más puedo desear? ¿Equipararme a Cervantes? Lo malo es desperdiciar los valores que realmente poseo. Supongo que a todos los escritores les sucederá algo parecido. Pienso, por tanto, que si cualquier premio Nobel toma como referencia de las Letras al Manco de Lepanto, se sentirá frustrado. ¿Por qué, entonces, he de sentirme desilusionado de mi labor cuando leo a Cela?

 Lo he dicho bastantes veces y vuelvo a repetirlo: no sé apenas gramática. Con los tiempos y modos verbales, me lío; con las preposiciones, echo mano constantemente del diccionario para tal fin; respecto a la semántica, recurro al DRAE o al María Moliner, que tengo instalados en el ordenador; en cuanto a los determinantes, ¡Señor, qué cruz! Sin embargo, acabo de terminar la primera revisión de una novela que he escrito -la tercera-, de casi 300 páginas. ¿Qué cómo me las he apañado? Os lo cuento. Pedro Fuentes-Guío, amigo periodista, poeta y escritor de prestigio, me ha corregido la estructura; Raimundo Escribano -otro excelente amigo escritor y poeta renombrado- me ha revisado la gramática; Diana Gioia me ha dado acertados consejos; nuestro común amigo Denis, me ha sugerido el final y me ha dado alguna que otra pista; Ricard Monforte -de Metáfora al igual que Diana Gioia- me ha orientado en más de una ocasión. Entonces, ¿la novela es mía? Irá firmada por mí, pero no me pertenece por entero, ni me importa que así pudiera suceder. Simplemente, me siento satisfecho. Lo que no puedo perdonarme son las faltas de ortografía ni los errores sintácticos. Cuando esto sucede, sufro. Digo todo esto para que sirva de referencia a quien tiene vocación de escritor y no sabe cómo redactar. Que pregunte, que consulte el diccionario 200 veces al día; que lea mucho y que recurra a los amigos que sepan más que él y, sobre todo, que tenga paciencia y no se precipite, porque ser escritor implica el aprendizaje de un noble oficio.

 A mis 71 años, cansado de tanto despropósito y harto de contemplar el mundo social, político y religioso, encuentro en la escritura el modo de sentirme persona. No me mueve otra ambición que la de humanizarme cada vez más, pese a que en muchas ocasiones saque el espadón para herir a mis semejantes. Sin embargo, cuando me siento atacado con razón, me inclino ante la evidencia y asumo mis propios errores, de los que suelo aprender.

 Os lo aseguro: la escritura terapéutica -la que yo he adoptado- es maravillosa; hasta huelen más y mejor las flores cuando, después de escribir, aspiro la fragancia de cualquier clavel de mi balcón.

Augustus.

Este artculo tiene del autor.

1862

5 Mensajes

  • > LA ESCRITURA TERAPÉUTICA 16 de enero de 2006 22:55, por Diana Gioia

    Escribir es una manera diferente de represetarse el mundo, Augus.
    Los sentimientos, las creencias, los ideales, las pesadumbres son vertidas en el papel o en la pantalla después de haber pasado por el filtro de la escritura y ya no son lo que eran antes de este trasvase.
    Procesamos la información y la experiencia del mundo día a día pero el trabajo de escritura, la poesía de forma clásica en mi caso, supone en el creador un nuevo procesamiento canalizado a través de un arte, adopta una nueva dimensión, nos distancia de los hechos a la par que nos acerca a su esencia.
    Personalmente nunca habría sido la misma mujer si no hubiera estudiado con ahínco la preceptiva poética para llegar a escribir con sonetos lo que soy, fui y tal vez seré.

    Y, por si fuera poco, me ha unido a personas como tú, he creado lazos, como Le Petit Prince con su rosa, diferentes de todos los demás de la cotidiana vida.

    Diana

    Ver en línea : METAFORA

    • > LA ESCRITURA TERAPÉUTICA 17 de enero de 2006 20:47, por Augustus

      En efecto, amiga Diana: "Escribir es una manera diferente de representarse el mundo". ¿Quién puede negar esta evidencia? Pero dedicarse a la poesía requiere esfuerzo. En el poema -es mi caso, no sé si el de todos- trato de plasmar una realidad que siempre, por más que intente evitarlo, va más allá de mi verdad. Y me pregunto: ¿Por qué esa tendencia a magnificar los hechos, sean crudos o felices? Mas si abordo los versos con un escaso bagaje cultural, y alejado de la normativa poética, ¿qué puedo cantarle a la rosa? Seguramente un gorigori mal entonado. Pues no. Prefiero, porque también sirve de terapia, que me salga al menos una barcarola, o un epinicio para vitorear el triunfo de la comunión humana con la flor. Por ejemplo tú, que eres un milagro de la multiflora. ¿Qué podría cantarte para agradecer tu amistad? ¿Una alborada? Me quedaría corto. Opto, pues, por escuchar el gorjeo de un ruiseñor y, saludando al alba con un bello pensamiento, imaginarte diosa de un dichoso amanecer.

      Augustus.

      Ver en línea : La escritura terapéutica

      • > LA ESCRITURA TERAPÉUTICA 18 de enero de 2006 21:16, por Diana Gioia

        Disiento en este enunciado:

        "¿Por qué esa tendencia a magnificar los hechos, sean crudos o felices?"

        No es tu caso, no es el mío, Augus, sí lo es de tantos y tantos nefastos textos (mal llamados) poéticos que proliferan por este medio extraordinario y peligroso.

        Ni tú ni yo magnificamos los sentimientos ni nuestra visión de la existencia. Al contrario, creo que podemos estilizarlos llegando a su esencia gracias a la depuración estilística y poética. Nada me define mejor que mis sonetos. Las pocas personas que me conocen bien ven en cada uno de ellos mis auténticas dudas y mis convicciones. En lo que te he llegado a conocer en el poco tiempo que hemos coincidido en esta excepcional suerte que es saber escribir poesía reconozco tu sensibilidad en cada verso.

        Gracias por elevarme a la esfera multifloral, me hace sentir como un hada.

        Diana

  • > LA ESCRITURA TERAPÉUTICA 19 de enero de 2006 13:26, por Harmonie Botella

    Enhorabuena César.
    Un saludo
    Harmonie

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