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EL NIÑO QUE NO CREIA EN PAPA NÖEL

Cuento de Navidad

Valentín Justel Tejedor

España



Era una fría mañana del mes de Noviembre, Alejandro acompañaba a su Papa para realizar unas compras en un centro comercial, ambos jugaban con un carro para llevar la compra, el primero iba sentado en el interior indicando las maniobras a realizar, mientras que su Papa imprimía gran velocidad al carrito; aquel improvisado vehículo de pequeñas ruedas parecía volar por los pasillos de la gran superficie, así recorrieron varias secciones y departamentos del hipermercado hasta que se detuvieron en la zona de juegos y juguetes, allí rodeados de peluches, mecanos, videojuegos, etc, el niño señalaba desde el interior del carrrito aquellos que más le atraían:
- ¡Mira Papa, esa minimoto me gusta!
- ¡Mira ese es el coche de Fernando Alonso en formato car!
Todo cuanto veía el pequeño le gustaba, hasta que llegaron a la sección de deportes, donde alzandose del carro sin bajarse del mismo, alcanzó una raqueta de tenis, abrió cuidadosamente su funda y apretó suavemente el cordaje, a la vez que decía:
- ¡Papa, esta raqueta quiero que me la compres para Navidad!
Su Papa al escuchar aquellas palabras le dijo:
- Alejandro, ¿es que no crees en Papa Nöel?
Alejandro le contestó diciendo que un primo suyo le había dicho que Papa Nöel no existía.
Su papa le dijo que cuando lo viera repartiendo juguetes se convencería de su verdadera existencia, así esa misma noche Alejandro se había acostado temprano, justo después de la emisión de los Lunis, instantes después escuchó unos golpes en el cristal de su ventana, al levantarse no daba crédito a lo que estaba viendo, tras la ventana de su habitación había un trineo suspendido en el aire, y junto al alfeizar de su ventana había un hombre longevo con una barba larga y blanca, cariancho, con gafas redondas y metálicas, vestido con un traje de color verde, ribeteado todo el con una gruesa cinta de lana blanca, llevaba también un gorro verde y unas botas negras, se trataba de un secretario personal del mismísimo Papa Nöel.
Alejandro sorprendido por aquella inesperada aparición abrió la ventana y aquel secretario de Papa Nöel le dijo:
- Buenas noches Alejandro, mi nombre es Arkel y estoy aquí porque me ha enviado Papa Nöel.
Alejandro inmediatamente contestó:
- Papa Nöel no existe, no te creo.
El secretario insistió y dirigiedose de nuevo a él le dijo:
- He traido mi trineo mírale, en tan sólo unos minutos estaremos en Laponía el lugar donde vive Papa Nöel.
Alejandro un poco confuso por aquella sorprendente situación, le dijo:
- Â¿Por qué vas vestido de verde Papa Nóel siempre viste de rojo? Me quieres engañar.
Arkel, le repondió:
- Solo Papa Nöel puede ir vestido de color rojo son las normas.
Alejandro a pesar de las reticencias aceptó la invitación y montó en el trineo de madera tirado por dos renos alados, pronto desparecienron surcando el mar de estrellas, y en menos de un abrir y cerrar de ojos estaban sobrevolando las frías y deshabitadas estepas de la inhóspita Laponia, desde las alturas Alejandro preguntaba a Arkel que era lo que se veía allá abajo, el secretario le respondía que aquellas inmensas naves eran los centros de logistica, y manufacturación de todos los juguetes de los niños del mundo, Alejandro absorto por la gran magnitud de aquellas naves pidió al emisario que tomaran tierra.
Minutos más tarde aterrizaron junto a una de aquellas descomunales fábricas de juguetes, en la puerta les recibió uno de los secretarios de Papa Nóel, quien dirigiéndose a Alejandro le dijo:
- Mi nombre es Arkel bienvenido a Laponia, vas a conocer no sólo a Papa Nöel sino también su casa, sus fábricas de juguetes, y el proceso de distribución de los mismos.
Alejandro, no saliendo de su propio asombro le preguntó a Arkel:
- pero ¿esto existe de verdad, esto no es un sueño?, mi primo Jose Manuel me dijo que los juguetes los repartían los papas de los niños.
- Después de esta visita quedaras completamente convencido de la existencia de Papa Nöel, le dijo Arkel.
- Acompáñame, y cogiendole de la mano le llevó a la fábrica de motos de juguete, allí unos diminutos operarios trabajaban mientras cantaban canciones de Navidad.
Alejandro preguntó:
- Estos quienes son .....?
- Son los merkels unos simpáticos duendecillos artesanos de los bosques de Laponia, que durante el verano duermen incansablemente y en el invierno ayudan a fabricar todos los juguetes de los niños del mundo.
- Ah! exclamó Alejandro, con gesto sorpresivo.
- Todos ellos son magnificos artesanos que conocen muy bien su trabajo, pues tienen una dilatada experiencia de más de doscientos años, en la manufactura de juguetes.
- Â¡Tantos!,  repondió Alejandro.
- Si se trata de duendecillos que llegan a vivir trecientos o cuatrocientos años.
Tras finalizar la visita a la fábrica de motos, hicieron otro recorrido por la fábrica de bicicletas, los pasillos de aquellas naves tenían más de diez kilometros de longitud, eran miles los puestos de trabajo, y cientos las cintas transportadoras que subían y bajaban describiendo rectas, y curvas imposibles por todo el perímetro de la inmensa factoría, al término de la cadena de producción unas máquinas embaladoras envasaban el producto, y posteriormente unas pequeñas máquinas, lo transportaban a la zona de almacenamiento, para su inmediata salida.
Tras visitar varias instalaciones Alejandro fue conducido a la casa de Papa Nöel, al llegar allí no creía que fuera cierto lo que sus ojos acertaban a vislumbrar, miles de bombillas de todos los colores iluminaban una singular casa de dos alturas con una gran chimenea de la que salía un denso e inofensivo humo blanco, la luminosidad era tal que parecía que era pleno día, aunque estuvieran en los más oscuros meses del invierno boreal.
Alejandro avanzaba lentamente hacia la puerta de la casa de madera de Papa Nóel, por un sendero cubierto de nieve y flanqueado por enormes abetos decorados con guirnaldas y luces de todos los colores imaginables, una vez allí frente a la gran puerta, ésta se abrió pausadamente y apareció ante él la inconfundible silueta de Papa Nöel, ataviado con su traje típico y su barba larga y blanca como la nieve, al verle Alejandro no articuló palabra alguna, entonces Papa Nöel se dirigió a él diciendole:
- Tu debes ser Alejandro ¿verdad? 
- Si señor, contestó Alejandro con voz entrecortada.
- Me han dicho que no crees en Papa Nöel, ¿es eso cierto?
- Bueno, dijo Alejandro, no creía pero ya estoy comenzando acambiar de opinión.
- Me parece muy bien, porque tienes que convencer a todos tus amigos que no creen en mi para que vuelvan a hacerlo.
- Desde luego que lo haré.
- Bien, ahora quiero enseñarte algo que te gustará mucho, entra por aquí.
Una vez en el interior de la casa, Papa Nóel le condujo a su despacho, allí bajaron por un moderno ascensor a un sotano de varios niveles.
- Â¿Que hay aquí Papa Nöel?, pregunto Alejandro.
- Aquí estan mis ayudantes contestando a todas las cartas que me escriben todos los niños del mundo.
Así, mientras iban bajando niveles en el ascensor panorámico, se iban viendo cientos de merkels que daban respuesta a todas las cartas recibidas por Papa Nóel.
Al llegar el ascensor a la última planta del sótano Papa Nöel le dijo a Alejandro:
- Ven por aquí, te voy a enseñar mi megarchivo.
- ¿Y que hay en un archivo? Pregunto Alejandro
- Aquí guardo todas las cartas que me mandan los niños de todo el mundo.
- Â¿También están las mías?
Papa Nöel repondió:
- Naturalmente.
- Mira, esta que lleva árboles de Navidad y figuritas de juguetes me la mandaste hace unos años.
- Es verdad, respondió Alejandro.
- Y esta otra el año pasado, aquí me pedías un Scalextric.
-  Y me lo trajiste, me puse muy contento, exclamó Alejandro.
- Oye por cierto, dijo Alejandro, ya que tenemos más confianza, ¿por qué el año pasado tus renos  no se comieron las tabletas de chocolate, y no se bebieron el agua que les puse?.
- Eso tiene una fácil explicación, replicó Papa Nóel, ya habian comido y bebido en casa de tu amigo Shidarta.
- Ah!.con razón, murmuró Alejandro.
- Bueno Alejandro es hora de que vengas conmigo para que conozcas....
En ese mismo instante sonó un politono con la melodía de Merry Chrysmas en el teléfono móvil de Papa Nóel.
- Disculpa un momento Alejandro.
La llamada que recibía Nóel era de los Reyes Magos de Oriente Melchor, Gaspar, y Baltasar.
- Â¿ Que tal Melchor, como van los preparativos para este año? Preguntó Nóel.
- Muy bien, con mucho más trabajo que otros años, respondió Melchor.
- Eso esta bien, todos tenemos más trabajo estas Navidades, dijo Nóel.
- Mira Nöel,  te llamo porque el año pasado tuvimos muchas dificultades en Canada y Bielorusia para repartir los juguetes, ya sabes que los camellos estan habituados al clima árido del desierto, y esas zonas tan gélidas y frías no son las más idóneas para desempeñar su labor.
- No te preocupes aquí teneis todos los renos y trineos que necesteis, mandar algunos pajes para que los recojan, y problema solucionado.
- Muchas Gracias Nóel, y Feliz Navidad, te paso con Gaspar que también quiere comentarte algo.
- Feliz Navidad Melchor.
¿Qué tal Nöel, como van los preparativos este año, imagino que bien? Preguntó el Rey Gaspar.
- Muy bien con más trabajo que otros años.
- Te llamo para decirte que un grupo de niños de Kiev nos han enviado unas cartas con el siguiente encabezamiento: Queridos Santa Claus, Melchor, Gaspar, y Baltasar. Esto sin duda va dirigido a ti, se ve que ha sido una leve confusión, no te preocupes te remitiremos las cartas vía fax inmediatamente.
- Muchas Gracias Gaspar y Feliz Navidad.
- Nóel, te paso seguidamente con Baltasar que te quiere preguntar unas cosas.
-  Me alegra saludarte ¿como estas Nóel? le dijo el Rey Baltasar.
- Muy bien gracias, ya veo que vosotros estais muy ocupados con los preparativos de la Navidad.
- Pues si Nóel, mira aprovecho para preguntarte por el tema de Cruz Roja Internacional, ¿te has reunido con ellos y con las ONG`S de Africa Central?.
Nóel le respondió:
- Si claro, me dijeron que este año por fin se van a repartir alimentos y juguetes a los niños del Africa Negra, también me dijeron que tenía que vacunarme contra un montón de enfermedades como la polio, el paludismo, el cólera, etc, etc.
Baltasar le dijo:
- Si a nosotros también nos han dicho lo mismo, pero ¿donde esta Sanidad Exterior? Porque es allí donde tienen que vacunarnos ¿no?
Nóel le respondió:
- Cada uno se vacuna en su pais de origen, yo me vacuno aquí en Finlandia y vosotros donde os corresponda.
- Ah, vale creo que esta todo aclarado, muchas Gracias Nóel por tus resueltas explicaciones, y Feliz Navidad.
Al término de la conversación Alejandro que había estado escuchando el contenido de la misma, le preguntó a Papa Nóel:
- Â¿Eran los Reyes Magos?,
-  Si claro, respondió Nöel.
- Â¿También existen? Continuó diciendo Alejandro con estupor.
Papa Nöel le dijo:
- Pues claro, ya los has escuchado.
Alejandro se quedo pensativo durante unos instantes, y después le dijo a Papa Nóel:
- Bueno ahora que hacemos
Papa Nóel le dijo:
- Quiero que vengas conmigo y veas como difundo el verdadero espíritu de la Navidad entre los niños del mundo.
- Vamos a ver elige un país.
Alejandro que tenía a su lado un pequeño globo terráqueo lo giró sobre su eje con la mano, y mientras la esfera daba vueltas y vueltas, Alejandro cerró sus ojos y situó su dedo índice a escasos centimetros del plano, así cuando la cartográfica esfera se detuvo Alejandro dijo:
- Â¡Aquí, este es el lugar donde iremos!.
- Â¡Veamos!, exclamó Papa Nóel, ummm, se trata de un país con un alto índice de pobreza, Honduras.
- Bien Alejandro preparate, ponte tu traje rojo, y acopia algunas provisiones, mientras nosotros cargamos el trineo de juguetes, nos espera un  duro viaje al otro continente.
Alejandro estaba muy contento, pues iba a ver como el propio Papa Nöel repartiría felicidad entre unos niños que jugaban hasta ese momento con viejas bicicletas, y destartalados juguetes.
Así, esa misma noche salieron hacia el país centroamericano, varias horas despues tras esquivar a cuatro aviones que realizaban la ruta trasatlántica uniendo Europa y América, llegaron a una aldea del centro del país, allí los niños al verles se acercaron a su trineo, besandoles, y recogiendo los nuevos y flamantes juguetes que repartían sin parar, tres horas estuvieron entregando juguetes a unos niños que al verles marchar, mantenían una expresión de intensa alegría e ilusión en sus rostros.
En el viaje de vuelta a once mil metros de altura, Alejandro agradecía a Papa Nóel, que le hubiera hecho aquella demostración, prometiéndole que cuando llegara a su ciudad convencería a todos los niños de la verdadera existencia de Papa Nóel, minutos después Alejandro llegaba a su urba, tan sólo habían transcurrido siete horas desde que el emisario de Nóel le recogiera, Alejandro se despidió de Nóel con un sentido abrazo, y alguna lágrima, seguidamente entró en su habitación por la ventana, mientras observaba la mágica estela que iba dejando el trineo de Papa Nóel en la estrellada noche con luna nueva, del mes de Diciembre del año dos mil cinco.

 
F I N

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