La personalidad femenina es rica y muy compleja. La personalidad es el comportamiento, en el equilibrio existencial del esp铆ritu, que muestra la “yoidad” ante circunstancias y est铆mulos externos. La persona est谩 en el amor y en el sentimiento, en la risa y en el llanto, en la vida y en la muerte, se encuentra en la actividad personal del “yo” entroncado en la existencia.
En las distintas religiones y mitolog铆as, la mujer es un ser privilegiado. Nace en el 煤ltimo episodio generativo, como el culmen de la obra art铆stica. En la met谩fora b铆blica, no surge del polvo y del barro como el var贸n, sino de algo m谩s noble, humano y vital; y en el “no es bueno que el hombre est茅 solo”, se constata una carencia masculina, una imperfecci贸n, la falta del trazo definitivo, la pincelada de perfecci贸n que ha de completar el cuadro. La mujer viene a ser el complemento necesario.
La mujer es melod铆a y poes铆a, es ternura y momento. Vive el detalle, la concreci贸n y la peque帽ez. Su rumbo es la esperanza, la vitalidad y la fortaleza. Derrocha su propio ser que es el cari帽o, la seguridad y la moderaci贸n. Es la vida, portadora y dadora de la vida y afirmaci贸n de la vida, por eso va delante, su visi贸n es m谩s amplia, admite la innovaci贸n y avizora un horizonte m谩s ancho. En la penuria y desgracia, es sost茅n y b谩culo de pacificaci贸n. En la percepci贸n de la realidad, desecha lo colectivo y viene a lo individual. Es la familia y es la educaci贸n. Su condici贸n natural de di谩logo y de paz contribuir谩 siempre en este ambiente materialista al crecimiento de individuos que vivan la entrega, el servicio y el amor al pr贸jimo, menos violentos y ego铆stas. All铆 donde exista la direcci贸n y el ordenamiento de la mujer, la sociedad encontrar谩 soluci贸n a muchos problemas y se crear谩 un ambiente m谩s libre, justo y dialogante.
La mujer ha recibido enormes dones, al tiempo que es dispensadora de gracias a raudales para la humanidad. Por su origen y por esencia ps铆quica y f铆sica, todo indica que el hombre y la mujer reciben la misma dignidad radical que corresponde a la persona. Es m谩s paciente y sufrida, abarca m谩s, capta antes, cuando el hombre va, ella viene; gobierna y dirige con mayor raz贸n y acierto; y, sobre todo, es madre. La maternidad la encumbra al primer puesto, es cocreadora y dadora de vida. Emperadores, presidentes, cient铆ficos, primero, han sido gestados y criados por la madre y madre tienen sus hijos. La mujer no ha escrito la Il铆ada, ni la Eneida, el Quijote o Fausto, ni levantado las Pir谩mides o el Parten贸n, pero ha construido y constituido la humanidad.
Sin embargo, sabemos que, hist贸ricamente, en todas las 茅pocas y culturas, la mujer ha ocupado un estrato de segundo orden en el entramado civil, p煤blico y privado. Ha estado sometida y considerada casi una esclava, un ser sin entidad social ni jur铆dica. Tal vez, contribuy贸, desde el principio, la conciencia colectiva por la que el hombre sabi茅ndola superior, amparado en los largos periodos de gestaci贸n y en su fuerza f铆sica decidi贸 relegarla. En ello y en todo el pensamiento occidental, ha pesado sobremanera el relato del G茅nesis que responsabiliza, de la transgresi贸n y consecuente expulsi贸n del Para铆so, a dos figuras femeninas: Eva y la serpiente. La E.M. y el Renacimiento imaginaron al perverso animal con rostro de mujer e incluso, un busto de abundantes senos (as铆, las Biblias Ilustradas “D铆ptico de la tentaci贸n” de Hugo van der Goes s. XV). Ambas son las causantes de la desgracia, introducen el mal en el mundo con terribles consecuencias. Una seduce, es la tentadora, la otra se deja tentar. Representan la desobediencia en la historia, la maldad y la debilidad. Y el hombre, un ingenuo e in煤til, que se deja arrastrar, como dice san Pablo.
La mujer ha soportado la postergaci贸n social, hasta que ya no aguant贸 m谩s. Pero, sigue sometida. En la interacci贸n humana, contin煤a el sometimiento del macho bruto. Este terrible goteo de muerte y sangre al que, at贸nitos, asistimos a diario, no es soportable ni permisible. Son muchas las muertes, muchos los energ煤menos. Las leyes existentes, se comprueba, que son insuficientes. La sociedad ha de reflexionar, detenerse y adoptar las medidas necesarias para cortar este r铆o de sangre de los malos tratos y la violencia dom茅stica.
Esta masacre violenta es una de las m谩s f茅tidas lacras sociales. Son muchos ya los cr铆menes y se calculan dos millones de mujeres que viven, sometidas y atemorizadas, en el maltrato. Se precisa prevenci贸n y educaci贸n, protecci贸n y defensa de las v铆ctimas y sanci贸n al agresor. Muchas han ca铆do pese a la orden de alejamiento y tras haber denunciado el hecho reiteradamente. Hay que aumentar la dotaci贸n econ贸mica y policial, sin recursos volveremos a la misma situaci贸n. Se precisa incidir en la educaci贸n; se trata de individuos montaraces, criados en la incorrecci贸n, en la permisi贸n de sus instintos y en la facilidad de la concesi贸n, faltos de la disciplina, de la resignaci贸n y del cumplimiento responsable del deber; exigen derechos y desprecian la obligaci贸n; ignoran el respeto, la paciencia, el sometimiento y el riego continuo del calor del hogar con el abrazo diario y la exigencia personal y com煤n. El adulto se conforma en la infancia y la mejor ense帽anza se recibe por el ejemplo.
No es pol铆tica reivindicativa y falsa liberaci贸n lo que demanda su entidad, sino la destrucci贸n de antiguas concepciones y la consideraci贸n exacta que le concierne en su trascendencia, en su absoluta peculiaridad e indefectible esencia personal.
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Camilo V. Mudarra es Lcdo. en Filolog铆a Rom谩nica
Catedr谩tico de Lengua y Literatura Espa帽olas,
Diplomado en Ciencias B铆blicas y poeta.