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AFRODITA (3)

Antonio Nadal Pería

España



Durante unos días evitó el encuentro con la madre que le habló del grupo de amas de casa. No le interesaba integrarse en esa clase de reuniones que presentía lascivas. Pero al poco tiempo empezaron los problemas en su entorno. El director del colegio la convocó un día en su despacho y a otras madres que habían llevado a sus hijos por primer año para anunciarles que el Ministerio les exigía una reestructuración, pues se hallaba bastante saturado. Así que los niños nuevos deberían cambiar de colegio el año que viene, con el trastorno que suponía, pues el colegio más próximo se encontraba en las afueras de la ciudad y no gozaba de buen prestigio. El director lo lamentaba mucho, pero la orden llegaba de arriba y sólo cabía acatarla. La única posibilidad de que alguno de estos niños quedase en el colegio sería que se produjera alguna baja de los más veteranos. Otro día se lamentó su marido de que en el Ayuntamiento había enfermado un jefe de un departamento situado en el sótano y el Alcalde le había designado para el puesto, ya que al ser nuevo no tenía todavía un destino concreto. El trabajo allí se realizaba en malas condiciones, con frío, poca luz y mal ambiente entre los empleados, los peores de la institución. Su irritabilidad, dolor de ojos y de cabeza iban en aumento.
"¿Para cuánto tiempo es ese puesto?", preguntó su joven esposa. "No se sabe. La enfermedad del jefe que ocupaba ese puesto es, al parecer, grave. Puede tratarse de meses. He pedido al alcalde que me destine a otro departamento más acorde con mis conocimientos, pero me ha dicho que por ahora no es posible. Todo el mundo está ubicado en su lugar y no hay motivo para mover a alguien. No puedo exigir nada porque la plaza que obtuve en la oposición se corresponde con mi categoría". Otro día les llegó una citación del Juzgado. Había una denuncia contra él porque su coche provocó un accidente con heridos graves, y un testigo anotó su matrícula cuando se dio a la fuga. "Esto es una mentira, pero no sé cómo lo podré demostrar. Ese día pasé a la misma hora por ese lugar, pero no vi nada", aseguró él.
La joven aprovechó la primera oportunidad para hablar en el patio del colegio con la madre que le propuso pertenecer a su grupo. "Necesito hablar contigo, están pasándonos cosas extrañas, complicaciones desagradables", le dijo. La mujer la invitó a un café cerca de allí, una vez que dejaron a los niños dentro del colegio. Ella le explicó los hechos y le preguntó si alguien podría hacer algo por ellos, pues se sentían perjudicados e indefensos, a merced de circunstancias adversas. "Las mujeres del grupo, que se llama Afrodita, tenemos mucha influencia en esta ciudad, como ya te dije, y entre todas estoy segura de que podremos arreglar las cosas. No te lo creerás hasta que veas resultados y los verás pronto, pero serán parciales mientras te niegues a ser una de nosotras. Todo cambiaría si te integraras en el grupo. Tenemos muchas ganas de contar contigo. Nuestros maridos son muy poderosos y nos dan gusto en cuanto les pedimos". "Entonces, ¿qué prueba me podéis dar de las ventajas de que pertenezca a ese grupo?". "Tenéis tres problemas importantes. Solucionaremos en los próximos días uno de ellos y los otros dos quedarán pendientes hasta que entres en Afrodita", decidió la mujer.

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