Este artculo tiene del autor.
5771
Mi querido Augus,
He tomado un pequeño descanso de la tarea de Metáfora y de mis propios trabajos para entrar en MCH: el encuentro con este periplo poético que hemos compartido me ha hecho sonreír.
Ciertamente escribir es una tarea delicada, la poesía no es sentimiento y palabra sino palabra y sentimiento, y el orden sí altera el producto. Es complejo estar en todos los detalles, no dejar nada a la casualidad, un texto tiene una estructura y la lengua poética se rige por unas normas, como la pintura, la escultura y la música. Una tela con manchas nunca será un cuadro, sino una tela con manchas, un trozo de hierro no es una escultura, una serie de notas inconexas no suena y una retahíla de palabras no es poema.
¿Cómo dar por terminado un poema cundo la lengua nos ofrece la posibilidad de cientos de palabras? Es cierto que alguna vez hay que concluir, pero seguro que si revisamos el texto un tiempo después encontraremos otros caminos poéticos para él.
Y aquí seguimos ... buscando la belleza.
Diana Gioia
Encantadora amiga y profesora, no sé si he escrito "la poesía es sentimiento y palabra"; pero si ha sido de esa manera, tiempo es de meditar en ello. Estoy de acuerdo contigo en que la palabra, tanto en poesía como en prosa, tiene valor fundamental. Sin ella, el sentimiento se convierte en sombra de la emoción. Sin embargo, pienso que la palabra en sí, sin representar al sentimiento, queda fría. No obstante, si el verbo es utilizado de modo inconveniente, maltratamos aquello que nos hace soñar y que, bien expresado, ennoblece, dignifica, y hasta en ocasiones supera la intención emotiva primigenia.
En términos generales, solemos creer que el sentimiento tiene más importancia que el vocablo. En mi criterio, ambos conceptos son importantes; por decirlo de otra manera, consustanciales en poesía. El primero, reclama de la palabra el lustre necesario para poder medio/expresar la emoción que nos embarga. El segundo, exige de la emoción el orden necesario para saber a qué atenerse. En definitiva, después de esta reflexión creo más en el valor de la palabra que en la bondad del sentimiento.
El poema motivo de tus correcciones, no ha quedado igual a como me lo dictó el corazón. Existen variaciones notables que lo alejan de mis primeros impulsos sensitivos. Sin embargo, ahora estoy más conforme con lo que he escrito. ¿Qué le importa al lector lo que yo haya podido sentir durante el tiempo de mi creación? ¿Acaso lo sé yo mismo? Sé que vibré, pero no recuerdo cómo ni por qué. Aquéllo fue un coito que tuve con la mar, la luna ejerciendo de alcahueta, y nació un ser algo deforme. Luego sí, con una intervención quirúrgica (la palabra haciendo de cirujano), todo arreglado. Aún puede mejorar el naonato, porque si fue engendrado a bordo de una nave sentimental, ahora, puestos los pies en la tierra, el diccionario puede hacerle la cirugía estética. En cuanto a la Luna, como en estos instantes no me interesa, qué decirte; prefiero callar por respeto a ti y a todos los lectores/as de MCH.
De acuerdo, profesora, estoy convencido: primero la palabra.
Augustus.
Augus,
No resisto la tentación, sigo con el tema, nunca llegaré - estoy segura de ello - a entender ese proceso del sentimiento y la palabra, ni siquiera en mi propia creación, motivo por el cual me intereso por el que experimentan los escritores.
Examinando los cambios realizados en tu texto, creo que ese sentimiento de pérdida de impulso que tú adviertes en el poema no puede ser más que subjetivo, como tú mismo expones. Desde la distancia que supone el ser una mera lectora analítica del escrito, lo que veo es una ganancia poética, pero, claro, yo no soy ni el mar ni la luna sino la latosa lingüista que otea los textos de mis amigos, colegas y participantes del taller wen busca de los tres pies del gato poético.
Sin embargo, por si me he expresado de manera no veraz respecto a mi propia producción poética, añado que mis textos son puro sentimiento, Augus, bien lo sabes, no he escrito ni un sólo poema descriptivo en mi vida, simplemente porque no sé hacerlo ( y ello me ha supuesto no pocas críticas por parte de colegas universitarios poetas). Cada uno de mis textos, todos ya en métrica, es la expresión de un profundo sentimiento. Amor, desamor, frustración, miseria moral, desconsuelo, desesperanza ... son estados emocionales que han impulsado mis poemas. Una vez la idea en mi cabeza, la escribo como lo hago con el abstract de uno de mis artículos e investigación lingüística. El proceso siguiente es la confección del poema, a partir de las palabras-rima, o bien, para los versos blancos, componiendo ya los versos a partir de las palabras donde recae el acento fundamental. Lo que sí te puedo asegurar es que, en la mayoría de los poemas, el texto completo está escrito desde el principio, pero que las variaciones son tan numerosas casi como palabras tiene el mismo texto.
¡¡Y nunca acaban!! Cada nueva lectura supone la duda.
Estoy convencida de que u n poema no está nunca terminado, por lo menos en mi caso, eso sería que está muerto. La vida cambia, los poemas son la esencia de seres vivos.
Es un placer, Augus, estas conversaciones contigo en MCH, nuestra casa.
Diana Gioia
Ver en línea : METAFORA
Cada vez que te leo, mi querida amiga, me inoculas un virus mental que no sé cómo calificar. Por favor, no me confundas, porque no se trata de un germen patógeno sino, por el contrario, de un microorganismo con capacidad para transformar el sentido común en algo de mayor entidad que el propio pensamiento. Se trata de "algo" que va más allá de la razón condicionada. Gracias, pues, por transmitirme la esencia de tus "subterráneas" percepciones. Digo "subterráneas percepciones", porque estimo que entre las sombras del subconsciente personal -que debe de tener alguna conexión con el subconsciente colectivo- se encuentran perlas luminosas capaces de llevarnos a un sublime estado de vigilia.
En el terreno poético, y literario en general, siempre, desde que tengo el honor y la fortuna de pertenecer a Metáfora, te he seguido con fidelidad. No por simpatía hacia tu persona -cosa que es evidente-, sino por la grave elocuencia de tus lecciones. No he apreciado en tus orientaciones poéticas desprecio alguno hacia el sentimiento, puesto que, en el fondo -aunque notablemente mitigado por tu formación-, el elevado sentimiento que te habita no puedes evitarlo. Sí. Creo que eres una sentimental sin remedio. Incluso, a veces, ciertos poemas tuyos me han impresionado por la sinceridad que en ellos has derramado, detalle infrecuente en personas de talla intelectual como la tuya. (Sin intención laudatoria, ya que detesto el peloteo.) Pero vayamos al grano. Mi barroquismo literario es algo que no puedo evitar y que deseo me ayudes a corregir.
El proceso del sentimiento y la palabra, yo tampoco lo entiendo. De haber llegado al fondo de este misterio, lo más probable sería que me sintiese incapacitado para escribir versos. De ahí que, embarcado en la magia del desconocimiento más profundo sobre esta cuestión, me sienta feliz ante el ordenador... No, miento. Ante el ordenador, imposible. Bolígrafor en mano y folio en blanco, en mi mesa de despacho. Otra cosa, diferente, es la narrativa. Prosigamos. Primero me brota el sentimiento. Mudo. Como si una mano misteriosa me oprimiese el pecho, percibo "algo"; me inquieto, me revuelvo y me sumerjo en un pozo de hondura abisal. Luego, generalmente, me encuentro con sensaciones encontradas. Dicotomía bifurcándose en ángulo obtuso: amor y desamor, serenidad y rabia, tolerancia y rebeldía... ¡qué sé yo! Y la palabra. Escribo sin fijarme en sinalefas, antirrítmicos, aliteraciones ni metro. Sí, por el contrario, mis impulsos danzan de forma rítmica. La cadencia me brota por toda la "anatomía" del pensamiento. Hasta que concluyo con la primera parte de mi trabajo. Después, cuando me sereno, ¡a corregir!. Maravilla de las maravillas, consulto los diccionarios: DRAE, María Moliner, Español actual, ideológico... ¡La intemerata! Diana, merece la pena vivir.
¿Tiene mucho opoco que ver el arte con la emoción? Creo que sí. Mientras pergeño, la emoción no me abandona. Me llegan nuevas sensaciones, y a veces, cuando más entusiasmado estoy con una palabra, encuentro en el diccionario, sin saber cómo ni por qué, un vocablo que me obliga, por su singularidad, a dejar totalmente anulada una estrofa. ¿Accidentalidad? No lo sé, porque en ese mundo la trama sensitiva pudiera ser que fuese más allá del fenómeno causa y efecto. ¿No es esto maravillosos?
Por los motivos expuestos, vuelvo hoy a insistir: la palabra tiene tanta fuerza, tal intensidad que, si no se elige la más adecuada, el sentimiento -fuerte en su nacimiento- queda empobrecido. Por el contrario, caso de acertar, se enriquece. La cosa tiene bemoles, ¿eh? Por eso cuando algún poeta, o poetisa, me dice que en poesía lo que cuenta es el sentimiento, sonrío. Ya no me irrito; ¿para qué?
Maestra, gracias por tus lecciones y por tu amistad.
Un abrazo.
Augustus.
Me dejaste pensativa, Augus, ya había reflexionado anteriormente sobre el proceso creativo. Cada vez estoy más segura de que cada autor tiene sus propios mecanismos que le conducen a crear su texto, y lo que me pregunto es si esa diferencia de método - por supuesto me refiero a los que tienen método en su trabajo, sí, digo bien "trabajo" pues nada se obtiene de valor sin el esfuerzo - tiene una repercusión en el resultado final de la obra.
Por ejemplo: tú nos comentas que al principio dejas libre la mano para que fluyan los versos sin atender a la preceptiva. Yo, en cambio, te hablaba de mi sistema, que me lleva a seleccionar previamente las palabras-clave de la composición métrica / rimática que mejor expresen mi idea-sentimiento. Por lo tanto, esas palabras son las que en mi texto van a configurar la estructura, y, por supuesto condicionarán a las demás, puesto que en función de ellas seleccionaré las siguientes evitando las asonancias, por ejemplo, componiendo la/s isotopía/s, etc.
¿Qué ocurriría si yo intentara escribir a "tu" manera? El resultado sería semejante al que habría tenido si hubiera seguido mi método?
Mi especialización académica no me ha llevado a estudiar estas cuestiones, pero tengo el mente dedicarle unas lecturas, cuando me sea posible, ahora enfrascada estoy con el cognitivismo, que me lleva a cuestionarme el porqué de nuestra manera de expresarnos, exponenete de nuestra peculiar forma de ver el mundo.
Un abrazo, Augus, amigo,
Diana Gioia
Diana, entre tú y yo -refiriéndome a los métodos empleados para componer poemas- creo que hay una diferencia que no me atrevo a tildar de sustancial, pero sí de importante. Tal vez tu formación académica te haya condicionado, como a mí me ha supeditado mi incultura literaria a moverme en un ámbito heterodoxo, a proceder de un modo un tanto analítico mientras estás creando. En los dos casos, si la voluntad hacedora queda impregnada de la indispensable disciplina -académica o no- para escribir con orden y concierto, y el grado de inteligencia de cada poeta es apurado al máximo, la obra quedará decente en ambos supuestos. Dependiendo del talento de cada cual, resultarán poemas brillantes y composiciones menos logradas, pero el esfuerzo individual habrá de confluir necesariamente en la senda de la dignidad poética. Bien cierto es que, quien conoce las reglas preceptivas -contando con el propio talento personal-, estará en mejores condiciones para engendrar poemas de superior categoría. Sin embargo, con la ayuda del tiempo y de la perseverancia, quien se esfuerce por aprender -aunque sea lo fundamental de las reglas-, podrá equipararse a quien haya tenido la oportunidad de adquirir una formación superior. Con este exordio, lo que pretendo es anticipar una cuestión importantísima para mí: sin un mínimo conocimiento de las normas poéticas, no es posible que florezca el sentimiento. Quienes defienden el sentimiento como fundamento de la poesía, por regla general apoyan la vagancia. Si yo, por ejemplo, deseara hacer un poema con entera libertad, estaría equivocado. ¿Acaso la libertad está reñida con el arte? ¿Qué es el arte sino esfuerzo en pos de la belleza? ¿Podría una flor ser hermosa sin la participación de los complejos mecanismos biológicos que la animan? ¿No es la Tierra un planeta que ha necesitado 4000 millones de años para quedar embellecido? Recuerda, mi querida amiga, cómo componía yo cuando me brindaste la oportunidad de formar parte de tu grupo. ¿He involucionado desde entonces, hace ahora un año? Por el contrario, al escrutar desapasionadamente mi última trayectoria, observo el avance experimentado, no sé si escaso o regular, pero sí, con rotundidad lo manifiesto, más que aceptable.
Algunos aprendices de poeta, conocidos míos, defienden su ignorancia alegando la genialidad de Miguel Hernández, que, siendo cuidador de cabras y ovejas -craso error-, logró acceder al Parnaso. Ignoran estas personas lo que tuvo que luchar, y la indiferencia que tuvo que soportar de insignes vates como F. García Lorca, amén de la ayuda recibida de Vicente Aleixandre y de Pablo Neruda. No creo que exista un sólo poeta de renombre que iognore las bases mínimas por las que se rige la poesía. Otra cosa bien distinta es que, conociendo dichas normas, a veces se haga caso omiso de ellas para defender una imagen excepcional.
Me he desviado del tema, ¿verdad? Lo siento. Necesitaba decir estas cosas, porque estoy harto de tanta incomprensión. Hoy escribo como sé hacerlo; mañana, si persevero en mis ideas, creo que escribiré mejor. No poseo la altura de tus conocimientos, amiga Diana, aunque no estoy imposibilitado para aproximarme a tu saber. De cualquier modo, lo importante es tener consciencia de que la Poesía, con la Música por compañera, es una de las principales bellas artes. Con esto queda dicho lo que tenía que decir.
Un abrazo.
Augustus.
Para concluir este intercambio de ideas y experiencias respecto a la propia creación literaria, extraigo algunas frases tuyas que encuentro significativas.
“¿Qué le importa al lector lo que yo haya podido sentir durante el tiempo de mi creación?”
Cierto, lo importante es exclusivamente el resultado estético.
Muchos de los participantes que pasaron por nuestro taller de METÁFORA criticaron nuestra labor, usando como argumento que ignorábamos el valor de la “inspiración” y del “sentimiento”, cuando les señalábamos las asonancias que pululaban por sus versos, las repeticiones e impropiedades de orden léxico y morfosintáctico o los fallos rimáticos o métricos.
“Sin un mínimo conocimiento de las normas poéticas, no es posible que florezca el sentimiento. Quienes defienden el sentimiento como fundamento de la poesía, por regla general apoyan la vagancia.”
“No creo que exista un sólo poeta de renombre que ignore las bases mínimas por las que se rige la poesía. Otra cosa bien distinta es que, conociendo dichas normas, a veces se haga caso omiso de ellas para defender una imagen excepcional.”
Estoy contigo, Augus, el arte es esfuerzo y conocimiento. También talento, qué duda cabe, pero el talento sin estudio, es poco menos que nada.
Cada cual tiene su método, aunque conviene explorar lo máximo posible, pero lo único que nos llevará a componer algo digno de ser llamado poema es el esfuerzo personal.
Un abrazo,
Diana Gioia
Ustedes hacen poemas y no tienen dificultades en explicarlos. Esplican el continente.
Pero echo de menos que no expliquen el contenido.
Una casa se acaba, se le pone el tejado y el ramo de laurel.
Es una casa. Pero es una casa deshabitada.
Es un poema sin poesía.
Saludos.
(Me parece que fue Rarael Alberti, quien escribió "El hombre deshabitado")
No les voy a volver a ver.
Pero me agradó decirles lo que les he dicho.
Manuel
Don Manuel, debe usted comprender que ni yo ni nadie puede inmiscuirse en el contenido de poemas ajenos, máxime cuando aún no han sido escritos. En mi artículo me refiero a la dificultad del poema llamado "libre", que tiene en común con el poema clásico algunos puntos identificativos de la poesía: la cadencia, el ritmo y la musicalidad entre otras posibles coincidencias. Musicalidad que en el poema "libre" debe ser implícita; es decir, sin asonancias ni consonancias. El contenido corresponde al autor o a la autora; en este aspecto, la preceptiva no tiene nada que decir. Usted tiene derecho a explicarse, nadie se lo ha negado aquí, y yo tengo derecho a responderle como lo hago: advirtiéndole de que tal vez usted no haya comprendido lo que he querido decir, o bien que yo no me he expresado correctamente. En cualquier caso, insisto, el contenido es cosa del poeta o de la poetisa. Gracias por su colaboración.
augustus
Mundo Cultural Hispano es un medio plural, democrtico y abierto. No comparte, forzosamente, las opiniones vertidas en los artculos publicados y/o reproducidos en este portal y no se hace responsable de las mismas ni de sus consecuencias.