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Señoras y señores, valga la redundancia

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Foto: Yolanda Gándara

Foto: Yolanda Gándara

Asumido este riesgo, merece la pena dedicar unas líneas si con ellas contribuimos al debate que ha impulsado ya muchos avances que reflejan la realidad actual en el lenguaje. Hoy nos parece normal que haya graduadas, licenciadas, arquitectas, etc., un derecho reconocido en 1995 por el Ministerio de Educación y Ciencia con la aprobación de la Real Academia Española y el Instituto de la Mujer; un gran paso que algunos y algunas consideran banal y dispendioso.

Desde su nacimiento, cualquier persona es interrogada por distintas administraciones, instituciones y empresas sobre su sexo a través de los más variados formularios; sin embargo, hasta hace poco, este dato se perdía en la burocracia y automáticamente se convertía en «vecino», «empleado», «alumno», etc., aunque se tratara de una mujer y no formara parte de un plural mixto. Hoy en día resulta chocante que a una mujer se le pregunte si es señora o señorita y puede firmar un contrato bajo la línea «la trabajadora» o «la responsable de la empresa». Estos y otros muchos gestos indican un cambio de mentalidad llevado a la práctica e invitan a seguir adecuando nuestra lengua a los tiempos actuales.

Nuevas situaciones precisan nuevas palabras para nombrarlas. Si a algunas personas les resulta extraño nombrar a una ingeniera, como a muchos en el siglo pasado les parecía extravagante el término «televisor», no hay mejor cura que repetir lo que en verdad es hasta normalizar el término y despojarlo del sesgo cognitivo que impregna lo masculino de un mayor prestigio. Si, de forma consciente o inconsciente, hacemos un uso sexista del lenguaje, podemos reflexionar sobre ello si pretendemos evitarlo. Basta pensar en los colectivos que automáticamente identificamos como femeninos, olvidándonos del genérico, para darnos cuenta de que no elegimos las palabras indiscriminadamente: «las feministas» ofrece 533.000 resultados en Google, muchos de ellos en medios de comunicación; «los feministas», 12.600 resultados. Resultado similar nos ofrecería la búsqueda de «las cajeras» y «los cajeros» si pudiéramos distinguir entre los resultados de cajeros de supermercado y cajeros de banco. Sin embargo, el colectivo de los filólogos es nombrado de forma genérica, a pesar de que, según datos del INE, en 2011 de 3480 alumnos que finalizaron estudios de Filología, 2636 eran mujeres. Una proporción probablemente similar e incluso superior a la de teleoperadoras en su colectivo.

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