Paradojicamente, en aquel lugar el afásico silencio siempre estaba impregnado de una misteriosa sonoridad, el eco de unos pasos perdidos reverberaba con grave cadencia sobre los sáxeos paramentos de las modestas estancias contiguas a la galerÃa arqueada, que conformaba el vestusto y sacro claustro monacal. En el impluvio del mismo despuntaban tres verdinos y afilados cipreses piramidales, de tronco recto y corteza delgada, con hojas alineadas en parejas opuestas y decusadas; esta terna de conÃferas según parece evocaban a la SantÃsima Trinidad, junto a ellas en el centro geométrico habÃa una pequeña y ebúrnea fuente de la que emanaba un agua freática y pura, a la que algunos le atribuÃan propiedades curativas. Inesperadamente, un canto gregoriano quebró la cenobÃtica paz, y el mÃstico sosiego reinante, se trataba del himno solemne “Veni creator spiritus”, que se escuchaba por todo el recinto del ascético beaterio. Aquella música coral litúrgica, pronto se vió interferida por el insistente repicar de las campanas, que indicaban que algo estaba ocurriendo; en efecto instantes después un jeep y un camión militar alemanes se detenÃan en la misma puerta de la casa profesa, del primer vehÃculo descendÃa un capitan de la policÃa polÃtica, y del segundo bajaron un grupo de militares armados.
Mientras en el interior del recinto se seguÃa con gran preocupación lo que estaba acaeciendo extramuros, pronto sonaron las puertas que eran golpeadas con gran virulencia por los suboficiales exigiendo su inmediata apertura.
AsÃ, tras abrir la puerta los soldados penetraron rapidamente sin ofrecer explicación alguna, estos comenzaron a registrar estancias, celdas, y aposentos de los monjes, y mientras se desarrollaba el registro el capitán ordenó que arrestaran al prior de la abadÃa, minutos después el superior de la orden era conducido frente al capitán, una vez allÃ, el oficial alemán dirigiéndose a él le dijo:
– Un miembro de la resistencia francesa ha sido torturado por fuerzas de la Gestapo, y ha confesado que en este lugar se desarrollan actividades tendentes a obstaculizar y entorpecer la ocupación alemana. ¿Es eso cierto?
– En absoluto capitán, respondió el Prior con voz firme y sin titubeos.
– Entonces, porque el cabecilla nos ha dicho que existe una cripta subterránea donde se mantienen reuniones y se planifican sabotajes, y asesinatos contra las fuerzas de ocupación alemanas.
– El prisionero se habrá visto presionado, y habrá dicho cualquier cosa, respondió el prior.
En ese mismo instante, el capitán alemán golpeó fuertemente con el puño la mesa de madera, y dijo:
– Alguien esta mintiendo, y sepa que si es Vd. será fusilado o enviado a uno de nuestros campos de concentración, incluso he ordenado preparar su propio Schutzhaftbefehl.
Dos de los soldados que realizaban el registro irrumpieron en la sala donde se estaba desarrollando el interrogatorio, diciendo:
– Capitán hemos encontrado una trampilla que conduce a una cripta subterránea, venga a verlo Señor.
El oficial alemán mirando con desprecio al prior de la abadÃa, propinó un fuerte empujón a este, haciéndole caer al suelo, seguidamente se dirigió hacia el lugar donde se encontraba la trampilla secreta.
Varios soldados ya habÃan descendido por una estrecha escalera esculpida en la roca y esperaban al mando, este bajó cuidadosamente por la pétrea escalinata y cuando llegó abajo se detuvo para contemplar todo lo que allà habÃa.
Sus ojos se dirigieron en primer lugar, hacia un altar en el que destacaban dos candelabros dorados de cuatro brazos, y una cruz de malta en la que figuraba una inscripción latina, sin embargo lo que llamó verdaderamente la atención del oficial fue que en un vitrina anexa, junto al altar mayor habÃa dos volúmenes, uno del geómetra Pitágoras, y otro del arquitecto Vitrubio, dos obras consideradas como importantes referencias dentro del ámbito de la masonerÃa...(...)