ArtÃculo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 7 de noviembre de 2013
Este artÃculo analiza la necesidad de reducir el tiempo de trabajo como parte de las polÃticas de creación de empleo, asà como componente importante de las polÃticas familiares y culturales del paÃs.
Una medida que ha sido propuesta para disminuir el elevado desempleo es la de compartir el tiempo de trabajo de manera que cada trabajador trabaje menos horas por dÃa, necesitándose asà un número mayor de puestos de trabajo para realizar la misma tarea. Esta medida ya se ha experimentado ampliamente en varios paÃses, como en Alemania, y en varias empresas (como varias cooperativas del PaÃs Vasco), evitando el despido masivo de trabajadores cuando la necesidad de producción disminuye como consecuencia de la reducción de la demanda de los productos producidos.
Una de las causas de que no se haya implantado con mayor intensidad esta medida es el enorme dominio que la patronal, y muy en especial la gran patronal, tiene en los centros de trabajo. Una de las causas de la resistencia a compartir el trabajo es que el empresario quiere evitar los costes de formación de nuevos trabajadores, prefiriendo retener a los que ya tiene y conoce, adaptando el tiempo de trabajo a sus necesidades de producción. La gran flexibilidad del mercado de trabajo en España, muy favorable para el empresario, explica que este prefiera la reducción del número de trabajadores cuando baja la producción y aumentar las horas extra del trabajador que permanece en la empresa cuando aumenta la demanda de sus productos, y por lo tanto, la necesidad de que aumente la producción.
Es interesante subrayar que el trabajador puede también ser reacio a compartir el tiempo de trabajo si ello significa que sufrirá una reducción del salario. De ahà que en varios paÃses, como en Alemania, el gobierno permita el acceso a fondos públicos (por regla general, del seguro de desempleo) para complementar esa reducción salarial, manteniendo asà su nivel de ingresos. Para el Estado es más económico hacer este subsidio complementario al trabajador que ve reducido su salario al disminuir el tiempo de trabajo, que pagar el seguro de desempleo completo en caso de que el trabajador dejara el trabajo.
Ahora bien, estas medidas, seguidas en momentos de gran recesión y elevado desempleo, no deberÃan retrasar la muy necesaria reducción del tiempo de trabajo manteniendo el nivel salarial. Hay que darse cuenta de que el dÃa laboral de ocho horas no ha cambiado desde el siglo XIX, cuando se consiguió por primera vez reducir el tiempo de trabajo diario a este número de horas. Es importante subrayar que los mismos economistas neoliberales (de los cuales hay una gran densidad en los fórums mediáticos del paÃs) que se alarman de que la edad de jubilación no haya variado desde hace algo más de noventa años (desde 1919, con el Retiro Obrero Obligatorio, hasta 2012), deseando que se retrase la jubilación, no dicen ni pÃo sobre el horario laboral, que no ha variado desde el siglo XIX. En realidad, la productividad se ha incrementado enormemente, permitiendo que el PIB español sea 24 veces más grande ahora que en 1900. En cambio, los salarios no han cambiado en la misma proporción. Y el horario laboral tampoco. Esta falta de cambio del horario laboral frente al enorme aumento de la productividad es un indicador del enorme poder del mundo empresarial. En realidad, John Maynard Keynes habÃa predicho que en 2030 la gente trabajarÃa solo 15 horas a la semana (“Economic Possibilities for our Grandchildren”, citado en “Work-Time Reduction: Possibilities and Problems”, de Herbert J. Gans), predicción que hizo basándose en su estimación del crecimiento de la productividad. Ahora bien, lo que estamos viendo es precisamente lo contrario. La reducción del tiempo de trabajo se está haciendo a costa de la reducción del salario y del crecimiento del pluriempleo para sostener el nivel de ingresos. Ello ocurre como consecuencia de la debilidad del mundo del trabajo.
Esta situación está deteriorando la calidad de vida y bienestar de la población, asà como debilitando la economÃa al reducir la demanda, y con ello el estÃmulo económico (ver mi artÃculo “Bajar salarios no es bueno”. Público 01.11.13).
La lucha para reducir el tiempo de trabajo sin reducción salarial es clave para mantener y enriquecer el bienestar de la población y la eficiencia del sistema económico. DeberÃa ser parte de la polÃtica familiar de un paÃs para permitir un mayor tiempo de los padres con sus hijos. Y también deberÃa ser parte de la polÃtica cultural del paÃs facilitar y estimular la educación y formación (como intentaron tradicionalmente las casas del pueblo y cooperativas obreras) para instruir a la población, oponiéndose, a la vez, a los sistemas culturales televisivos que promueven la mediocridad como mecanismo de escape y parte de la campaña para idiotizar a la población sin ningún intento de enriquecimiento cultural. Para alcanzar estas medidas se requiere un mayor intervencionismo estatal que favorezca las polÃticas enumeradas anteriormente. Pero ello requiere un giro de 180º de las polÃticas públicas neoliberales que todavÃa hoy dominan los gobiernos.
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