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EL REGRESO DE LA HERMANA

Antonio Nadal Pería



Regresó a casa sin previo aviso, meses después de salir a otra ciudad para un trabajo. Su hermana y sus padres se asustaron cuando la vieron entrar por la puerta. Los tres pensaron lo mismo, el hogar podía convertirse otra vez en un infierno. "¿Qué ha pasado?", preguntó su padre. "¿Qué os pasa a vosotros?. Os habéis puesto blancos al verme, como si hubiese vuelto una muerta"., contestó ella. Su hermana más joven inició la retirada hacia su habitación, pero ella la frenó sujetándola por un brazo. "No me tengas miedo, no soy la misma. El trabajo y el cambio de aires me ha sentado muy bien. Aquí encontraré pronto trabajo otra vez". La hermana se soltó con cierta brusquedad y desconfianza. Aún le dolían los golpes que le propinó en la cara y la cabeza unos meses antes. "Nos hemos llevado una gran sospresa, hablamos contigo hace tres días por teléfono y no nos dijiste nada, pero nos alegramos mucho de que estés aquí", dijo la madre con cierto nerviosismo. "Yo no me alegro", aseguró la hermana menor. "No empecemos con problemas. Tenemos que darle un voto de confianza. Ya véis que vuelve en son de paz", dijo el padre. "¿Has dejado el trabajo o te han echado?", preguntó la hermana. "El trabajo para el que entré en la fábrica se acabó, simplemente. Se trataba de una sustitución y regresó la propietaria del puesto".
Durante unos días la joven se ganó con esfuerzo la confianza de su familia, hasta que a su hermana menor no le importó quedarse a solas con ella en la casa mientras sus padres visitaban a los abuelos en un barrio rural. La actuación fue rápida y contundente. Atacó a su hermana menor por detrás, en un descuido, dándole un puñetazo en la cabeza que la derribó atontada al suelo. Se levantó a medias apoyándose en las palmas de las manos, pero una contundente patada de su hermana en la espalda la tumbó otra vez en el suelo. "Te irás de esta casa por las buenas o por las malas. Aquí sobras, no hay sitio para las dos", le gritó. La cogió por los tobillos y la arrastró hasta el rellano de la escalera. La joven gritó de pánico al adivinar las intenciones de su hermana, que trataba de levantarla del suelo para lanzarla escaleras abajo. Una vecina se asomó al rellano y se quedó atónita al ver la escena. "Se ha caído y trato de meterla en casa, ayúdeme", le pidió la agresora. "¿Qué ha sucedido?", preguntó la vecina a la joven agredida mientras su hermana la sostenía a duras penas. "Me he caído", confirmó con un hilo de voz. La vecina ayudó a la otra a meterla en casa y acostarla en su cama. "Me quedo aquí hasta que lleguen vuestros padres", afirmó. "No es necesario, llamaré al médico de guardia", dijo la agresora. "Por favor, no se vaya", pidió la muchacha a su vecina. La agresora miró con odio a la intrusa y se marchó de casa con la intención de calmarse y evitar el regreso de sus padres. Ya habría tiempo de llevar a cabo sus planes.

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