En el encuentro con los hombres y mujeres que piensan, hacen la cultura en Las Tunas, Cuba, y que se va siendo ya habitual, un pintor, Helier Batista Hernández, con más de treinta exposiciones colectivas y seis personales, y un concertista, Argibaldo Acebo Pérez, confluyen desde miradas personales en el múltiple concierto cultural del siglo veintiuno, con historias que contar, abriéndose a todas las ideas, pensando...
Argibaldo, has dicho siempre que el artista, el creador, debe respirar de otra manera... ¿Más profundamente, quizás?
Mas profundamente, y en el sentido de que el artista debe estar bien atento, lúcido, con mas capacidad para escudriñar en su entorno, en los seres humanos.
Claro, porque el artista no es un ente aislado, ni inconciente, aunque algo de inconciente haya en la creación.
Y creo que, en la medida en que el artista sea capaz de tener un código ético en las relaciones con sus contemporáneos, mantiene una puerta abierta a las ideas, que luego podrá trabajar.
Helier, sé que has defendido siempre que desatender ideas diferentes es violentar el proceso de evolución de la creación.
Quizás parezca contradictorio, pero para mà resultarÃa violentar el proceso de evolución creativa el desatender esas ideas diferentes, que no pertenecen a nadie más, que son tuyas porque de ti nacen, y, no hay forma de saber a dónde nos lleva un camino no recorrido, por eso creo que es un riesgo enorme, además. Reconozco también que en esto se es un poco arriesgado, pues se corre el peligro de la disgregación. A mi me han criticado amigos por esta razón, principalmente plásticos, pero los más Ãntimos ya no se inmutan; saben que asumo con pasión lo que hago y sé que el fracaso puede ser la causa de un posterior triunfo.
Y ello es lo que te lleva a cambiar de tema constantemente en tu obra. ¿Pudiera esto determinar que una obra o una posible serie queden inacabadas?
No me importa cambiar de tema si esto responde a mis intereses, considero que lo más importante es la sinceridad, si no lo somos con nosotros mismos de seguro fracasaremos. Gracias a esa actitud tenemos no un gran Picasso, sino al genio Picasso, y este solo ejemplo me basta.
¿Y la idea para una obra determinada, un tema determinado, cómo llega a Helier? ¿Cómo se da ese proceso de creación en ti?
Esa idea casi siempre me llega acompañada de imágenes, pocas veces me siento a analizar cómo logro, como hago algo, sin tener ya una base a la que pudiera llamar intuitiva, de lo que quiero. Asà empiezo mis obras. Luego, por supuesto, está la cultura, la información, el oficio.
Argibaldo ha dicho que para él el acto de creación viene como en una frecuencia.
Yo, como interprete, decodifico a través de mi formación, cultura personal, lo que el creador de la obra quiso plasmar en ella, ese mundo interno. A partir de entonces le aporto mi perspectiva, mi mundo interior personal. Pero la obra no queda ahÃ. Cuando llega al público este entonces la decodifica desde sus experiencias, su personalidad, sea un espectador especializado o no y entonces hay miles de mensajes, de temas, sin estar enajenado del original.
Helier, hemos hablado del cambio constante de temas en tus obras, pero estos traen también aparejados los cambios de todos los elementos que componen las obras, tanto formal, como espiritualmente... ¿Asà sucede en ti?
Si, un cambio de tema es también un cambio de todo elemento que compone la obra de arte, tanto formal como espiritualmente; aunque siempre mantenemos sutiles constantes que dependen quizás de rasgos de nuestra personalidad. Pero al cambiar la simbologÃa cambia el significado que antes pudo tener el empleo de una técnica, un color, independientemente del valor simbólico que por naturaleza puedan tener. Cada sÃmbolo tiene, según un diccionario común, un determinado significado, que responde a diversas razones; para el artista ese sÃmbolo resulta más claro y a la vez menos rÃgido, ese valor interpretativo es una razón primordial del arte. Todo elemento representado en una obra de arte adquiere ese valor simbólico; el empleo acertado de estos determina el resultado, que por supuesto, no depende de esto únicamente. Mi simbologÃa personal es algo difÃcil de describir, por ser tan accidentada, hay constantes en cada serie fáciles de reconocer; pero cambian por completo cuando salto de una a otra.
Claro que siempre habrá cosas comunes en todas las obras. Por ejemplo, nunca representas figuras humanas.
Quizás haya en todo esto una búsqueda común. Es cierto que nunca represento figuras humanas; pero siempre me encuentro hablando de sentimientos, anhelos, necesidades, frustraciones. Si intentara resumir en pocas palabras cada una de estas series dirÃa que con mi serie de abstracciones hablo de la necesidad de trascendencia. En la serie en que tomo como motivo los dibujos de los niños hablo de la alegrÃa, la ingenuidad, la libertad. En la serie Proezas hablo del valor de los ideales ante las dificultades y la muerte.
Y para Argibaldo, la música, más que una profesión, es una misión ante la vida. ¿No es cierto?
Asà es. Cada artista es un centro focal. Muchas miradas estad en él y el público imita y uno debe pensar entonces en como proyectarse. Yo, si voy a tratar una obra violenta, trato que la violencia sea artÃstica, estética. Para mi el arte es como un sacerdocio, una consagración total que se queda en la vida, en las almas.