Mientras presenciaba ensimismado a la negra follar a su mujer con excelentes resultados, en silencio absoluto de los congregados, recordó a tres de aquellas mujeres cuando le visitaron en su despacho de la AlcaldÃa. Una le explicó que podÃa asistir de incógnito a la ceremonia de iniciación de su esposa en un club femenino la mañana del dÃa siguiente en una casa particular. "A los maridos les suele gustar ver a sus esposas haciendo guarradas con otras mujeres y por un amigo tuyo sabemos lo que te gustarÃa que otra mujer le hiciera a la tuya", le dijo. Ante su asombro, le habló la segunda mujer: "Todos los problemas que habéis sufrido en esta ciudad han sidoprovocados para obligarla a que se uniese a nuestro grupo. Se resistÃa mucho. Ahora os irá todo bien." Intervino la tercera: "Somos las esposas del director del colegio, del Alcalde, del juez, del jefe de policÃa, del director del Banco y de otros peces gordos. Una de nosotras es amiga Ãntima del sacerdote que confiesa a tu mujer y nos ha revelado que vuestro hijo es adoptado y que a ella no le gusta practicar el sexo". Pudo comprobar que su mujer se excitaba con los manejos de la mujer negra y ésta le cedió el puesto. La poseyó con plena satisfacción, como nunca antes lo consiguió. Luego se retiró y salió de la casa, agradeciendo en silencio la labor de aquellas mujeres. Horas después, al llegar a su casa, su mujer y su hijo le recibieron como siempre. Ella se mostró como todos los dÃas, sin una señal que indicara algo distinto en su actividad habitual, mucho menos lo que vivió unas horas antes. Al terminar la comida, antes de levantarse de la mesa, ella le dijo que habÃa aceptado la invitación de formar parte de un grupo de mujeres notables. "Organizan fiestas, reuniones, obras de caridad", explicó. "Me parece muy bien. Relacionarnos nos beneficiará", opinó él.
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