Hoy está aquí Pedro. Después de nuestra excursión ha pasado todas y cada una de las mañanas de 9:00 a 10:00h. sentado en el banco del pasillo del centro esperando a que apareciéramos. No porque nos quiera, ni sienta nada por nosotros, sino simplemente porque consideraba lógico que volviéramos y nos lo lleváramos de paseo otra vez. Se lo había pasado bien, así que para él era coherente que lo repitiéramos metódicamente sí o sí. Me fascinan sus planteamientos. Me parece un comportamiento de gato absoluto. Se lo he dicho a Karlos. Simón es puro perro y Pedro es puro gato. Y creo que precisamente por eso Simón encaja perfectamente con Karlos y Pedro encajará perfectamente conmigo. Todo eso debería convertirnos en una balanza familiar perfecta ¿no? Bueno, sea como fuere, sus cuidadores han considerado que había que aprovechar esta oportunidad de oro de tenerle tan receptivo, y nos han planteado el traérnoslo a casa estos cuatro días para ir probando una convivencia. Nuestra misión hasta el domingo será que acepte conectarse el implante coclear durante al menos unas horas. Por ahora no ha querido, pero su forma de actuar me sigue pareciendo fascinante. Nada más bajarse del coche, ha agarrado a Pili Birra, y se ha recorrido toda la casa con ella en brazos, mirando y analizando cada rincón y cada mueble, absolutamente serio y concentrado y ajeno por completo a lo que le que estábamos diciendo. Luego ha hecho lo mismo con el jardín, y luego con la caseta de las herramientas. Cada planta, cada hoja, cada esquina, cada cuadro, cada baldosa. Todo analizado seria y minuciosamente. Después ha subido otra vez al cuarto de Simón, donde habíamos preparado su cama, y se ha sentado en ella. Ha dejado a Birra sobre el edredón, y cuidadosamente, ha sacado de la mochila sus zapatillas de casa y el pijama y los ha colocado perfectamente alineados en la cama. Después ha cerrado con cuidado la mochila, se ha levantado, y se ha puesto frente a nosotros con expresión de "ya estoy listo para haceros caso." Y entonces, solo entonces, es cuando ha empezado a mirarnos, a respondernos y a interactuar.

Hemos hecho una barbacoa en el jardín, y ahora Karlos les está montando una tienda de campaña fuera, para que esta noche la pasen de acampada improvisada. Parece contento. De verdad. Lo parece. ¿También esto llegaron a pensarlo sus anteriores padres de acogida fallida?