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Esta vez me quede esperando la aurora,

por primera vez, en mucho tiempo, sentí

el frío de la mañana.

 

Sentado, bajo el magnolio, fui recordando

colores olvidados, aromas perdidos, formas

y volúmenes arrinconados.

 

 Volví a sentir como la ciudad se despertaba

y noté , más fuerte, el frío de la mañana.

 

Los pájaros llenaban el cielo con sus trinos.

Las fuentes cantaban en las plazas.

Se olía a pan recién hecho, a leche caliente,

a calles mojadas.

                  (Risas de niños, suspiros,

                   miradas perdidas, guiños,

                   luces olvidadas)

Seguí sentado, viviendo y muriendo

en cada segundo, recreándome, gozando

con cada color, con cada sombra recuperada.

  ¡ Que fría es la mañana!

Un pétalo de magnolia vino a cubrir mi mirada.

El sol dejó de ser luna.

Sentí tu mano caliente.

¡Que fría es la mañana!

                       En Baza a 12 de noviembre del 2001

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