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Ser el coordinador de las confirmaciones de su iglesia y el béisbol eran las grandes pasiones de Luis Alonso Fraire, de 15 años, huérfano de mamá. En la noche del domingo fue asesinado junto a 9 personas. |
Una sonrisa tÃmida. Para combatir las masacres. El pasado (Villas de Salvárcar, Horizontes del Sur en el 2010 con 15 y 14 asesinatos cada una) y el presente: en Loma Blanca, de nuevo. Diez.
En la radio, el lema del alcalde Héctor MurguÃa (PRI) a dos semanas de que finalice su mandato: "en tres años de gobierno, (...) tranquilidad, paz. Rescatamos Juárez". Y ella vomita de sus labios:
"Chihuahua vive, sà vive. Vive entre la violencia".
La sangre de una niña de seis años, tres adolescentes, una mamá y cinco hombres huele: a nada chido. El trofeo del triunfo: en la escena de los diez crÃmenes. En el solar donde fueron asesinados en la noche de ayer domingo. El equipo de béisbol de Los Cardenales, que siempre perdÃa, ganó.
Aquella tarde el convivio semanal de los jóvenes y vecinos se celebraba en el terreno que se asoma de la casita del abuelo de Luis Alonso Fraire Alarcón. Un árbol de lila sobrevive con un tronco agujereado por las balas, entre la arena del desierto y los recuerdos del horror: fueron 32 disparos de AK-47.
Angélica Fraire tiene 25 años y ahora, un hermano de 15 años y un tÃo de 35 por enterrar.
"Me siento triste, devastada. Saber que ya no los voy a volver a ver más. Puros inocentes cayeron".
Para llegar al poblado de Loma Blanca, de casi mil 600 habitantes, hay que manejar unos 40 minutos desde Ciudad Juárez con dirección hacia El Valle. Pasar casas abandonadas como las de los cinco beisbolistas levantados hace unos meses y quemadas por la violencia. Una iglesia fue destruida: el mismo dÃa de la masacre los vecinos habÃan organizado una kermés, vendieron antojitos para conseguir fondos para repararla. Autoridad, hay poca: el comisario ejidal Calixto Pérez Mena fue asesinado el 15 de febrero del 2010 a los 64 años de edad en esta población fronteriza con San Elizario, Texas.
"Son rachas que pasan, pero El Valle siempre ha sido el mismo. Todo sigue igual. Siempre estaba asÃ, rachas se viene la violencia y se calma".
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Aquà fueron asesinados su hijo y su nieto. Un solar que ve todos los dÃas al salir de su hogar |
Escuchó un "ta, ta, ta, ta.... ". Y la voz de su hijo Julio César Alarcón Carrillo, de 35 años de edad, gritándole "papá, papá, papá": hasta que lo asesinaron. El con un andador, por una embolia que sufrió hace dos semanas. Su nieto Luis Alonso Fraire, de 15 años y coordinador de un grupo de confirmación en la iglesia, acababa de salir al jardÃn de su abuelo donde estaba la fiesta. Para saludar a su tÃo: danzante de los matachines Guadalupano, dueño del equipo del béisbol Los Cardenales y encargado de una tienda Modelorama. Y a Richy uno de sus mejores amigos, compañero de juego también en el equipo de béisbol de Los Tigres.
"Cayeron juntitos todos", recuerda AgustÃn Alarcón, de 75 años, padre y abuelo de dos de los diez asesinados. "Yo no salà y cuando me asomé estaban tirados. Los muchachos cada ocho dÃas festejaban, perdieran o ganaban, hacÃan su propio convivio cuando no aquÃ, en otro ranchito. Eran puros chamacos conocidos los que andaban aquà ".
Los agentes de la policÃa investigadora retiran el trofeo. Los vecinos intentan cubrir con palas las huellas del crimen: para seguir adelante. Un ataúd blanco para Luis Alonso y uno negro para su tÃo. Los velarán a partir de las doce de la noche en la sala de la casa en la que vivÃa hasta celebrar el triunfo de Los Cardenales y ser asesinado.
"Mi hermano será enterrado mañana con mi mamá (Genoveva) que falleció hace un año y cuatro meses de enfermedad, le dio un paro (cardÃaco). Mi tÃo, solo. El funeral, en la intimidad, con su mejor amigo, Ricardo Vega (de 17 años). Queremos privacidad, que respeten el dolor. Fueron muy apegados, nos conocemos desde niños. Son hijos de un pueblo en luto. Que se haga justicia".