Hooola mi gente!! Que fue por ahÃ?? Bueno, estoy como siempre susceptible a pegarme los modismos de cada región. Otra vez en Cali para reencontrarme con La Cardenilla y mi flia de acá: Riki, Jr, doña Olga y el Sr Roberto que ya me tienen como adoptado. El viernes despedimos a Ricardo que se fue a Londres, muy emotiva esa vaina. Hoy empecé a interiorizarme en el folclore colombiano yendo al Instituto Popular de Cultura donde me avasallaron con información interesantÃsima, muy amable esa gente. De paso Roberto padre me regalo un montón de CDs de música colombiana, mucha salsa por estos lares. El miércoles pasado fui a buscar la “motico” y previo unas cuantas patadas y limpieza de bujÃa arranco como loco después de tres meses de estar parada. No regula bien asà q tengo que llevarla al taller para revisarla. En la frontera medio que me estafaron con el cambio de moneda, por suerte la policÃa del lugar me ayudo de onda con unos billetes dudosos y me embarcaron hasta la Terminal donde también conseguà un descuento en el bus mas lamentable que conocÃ, para llegar a Cali viajando toda la noche. De pasada por Quito también me encontré con algunas viejas amigas para reÃrnos un rato y con mi amigazo Beto que me bancó enfermo dos dÃas. Compartimos un tiempo ahà hasta que Beto salió a pedalear por América, www.a-pedal.com en su bicicleta de magia, otra despedida emotiva. Ese mismo dÃa, a la noche, lo encontré en un cuartel de bomberos en Cayambe a 40 Km de Quito para charlar largo sobre su primer dÃa de aventura, otra historia de fábula. En Guayaquil caà como parado en casa de Mafer y su flia, unos genios de aquellos, me mimaron toda la semana, me trajeron y llevaron a la Terminal, compartimos comidas, me pasearon, me malcriaron arto. Muy agradecido a la flia Vera. Antes de pasar a Ecuador, paré -por esas casualidades del que hace dedo en la ruta y no sabe donde termina- en Mancora, esa playa de recuerdos bonitos, de encuentro y amistades, de atardeceres en el mar y arena entre los dedos de los pies que amanecen durmiendo en el piso de algún camping agreste: Los Manglares. Ahà me encontré con compatriotas trotamundos y viajeros del camino para compartir unos dÃas deliciosos. Después de dos dÃas de andar a dedo desde Lima, cambiando camiones de todo tipo, durmiendo en estaciones de servicio, pateando vanquinas hasta la salida de pueblos remotos fue un premio merecido el descanso en la playa. Que suene esa chacarera chango!!!! Hasta pronto.
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