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Pescador de Hombres

Willo Cucufate

El Salvador



“Tu pescador de otros lagos, Ansia eterna, De almas que esperan, Amigo bueno que así me llamas”: Pastor.

            Siendo consecuente con sus palabras:”Entre más viejo, más libre me siento”; José Saramago nos estremece con su impío “Evangelio según Jesucristo”, (Premio Novel 1991).

Imagino que debido a que como se trata de una obra de ficción y que el Santo Oficio a lo mejor  no tiene presupuesto, seguro   a la encarnizada competencia religiosa de estos controperbertidos tiempos de panteomercadeo, no sé como esta excelente obra ha dejado de ser incluida en la lista  negra de  las lecturas prohibidas  del vaticano; ya que estos “versos satánicos de occidente”,  ya habrían sido fogoneados y empalado su autor, so pretexto de un ataque preventivo de catecúmenos y templarios, aduciendo herejía y pecado de constricción.

Supongo que la mayoría de personas que lea esta obra, que trata sobre la corta y tormentosa vida de Jesús de Nazaret, creerá que el personaje principal de esta historia es JHS. Falso, el Nazareno es apenas una marioneta manejada aún desde su concepción por ese gran titiritero sediento de poder y sacrificio ajeno, llamado: dios.

Esta novela no solo es controversial e irreverente, sino que además en el buen sentido de la palabra también es satánica. (El diablo es diablo, porque dios es dios / dios es porque sí / Descartes).

Es controversial porque  literalmente hablando es una versión distinta a la que tradicionalmente conocemos de la vida de Jesús. (El Jesús santulón versus el mundano). Como todo buen evangelio no podría ser diferente en ese aspecto: Sabido es que cada evangelista nos presenta su visión de los hechos y de la vida de JHS.

Es irreverente porque es una obra que no está hecha para hacer reverencia a la mansedumbre de ningún creyente conformista, me parece que el objetivo de este evangelio es ser subversivo, es decir alterar el orden  del pensamiento y del status quo tradicional, presentándonos a un pobre e inocente Jesús, producto divino de un extraño sincretismo sexual, en donde dios (el personaje principal, todo poderoso), además de reconocerle una paternidad tardía le confiesa también, el haber mezclado su simiente con la de José , el carpintero (¿Curioso caso de onanismo andrógino?), y para acabar con broche machista, declara dios, por si fuera poco, que la pobre de María fue solo un simple deposito germinal.

Jesús nació para cordero, más no para carpintero, porque al igual que su padre era malazo con los aperos del oficio; cuentan por ahí en “La última tentación”, novela del griego Nico Kazansakis, que su mejor virtud en la carpintería era el trabajo basto, en la confección de hermosas cruces. Como bien dice el dicho: “Se labró su propia estaca”.

Desde su concepción los ángeles rondan a Jesús, algunos buenos otros amigos de Pastor (la otra cara  o quizás la verdadera cara de dios). Eran tiempos difíciles, época en donde a lo mejor la palabra imperialismo no era usada aún como estribillo soliviantador de las masas, pero sí existía ya un imperio capitaneado por un Herodes, símbolo consecuente, gonorreico y sifilítico de una dominación de podredumbre apadrinada por los señores del templo enroscados en sus poltronas graníticas teñidas de sacrificio, en un diezmo sangriento de tradicional sometimiento.

En esta lectura según Saramago, nos encontramos con un Jesús no solo victima propiciatoria, también conocemos a un JHS, rebelde, que a sus doce años tiene el valor de romper la tradición, abandonando sus responsabilidades de primogénito, cabeza de un hogar de viuda con familia numerosa. Sueños, premoniciones y mensajes angelicales hacen que el joven Nazareno se marche ansioso por descubrir su verdadero origen y el sentido último de su vida. Un Jesús cuestionador de las tradiciones religiosas de su tiempo apadrinadas por una casta religiosa cómplice alienadora y enajenante. Un Jesús trashumante y mochilero que por cuatro años trabaja sólo por el sustento diario en el inmenso rebaño de Pastor. Trabaja en la construcción del templo y además  ejerce también como pescador errante. Un Jesús que se niega a sacrificar su oveja en el templo, viéndose quizás reflejado en ella. Un Jesús que cuando dios se la aparece en forma de nube en el desierto y sellan su pacto de fidelidad y obediencia, con el sacrificio obligado del cordero, decide abandonar a Pastor y regresar a Nazaret adonde su familia a darles la buena noticia, pero  al darse cuenta de que ni su propia madre le cree, sentencia: “Sólo el que cree en mi, es mi familia”. Un Jesús mundano que encuentra el amor de una mujer mayor y de costumbres no tan santas, pero que es capaz de hacerlo sentir macho y hombre a la vez, asumiendo una relación para nada bien vista en una sociedad machista y extremadamente moralista, como la de su tiempo. Enorme es la influencia de JHS en la vida de María de Magdala  que ella decide  de una vez y para siempre dejar su antiguo oficio de puta, no cabe la menor duda que en esta difícil y complicada descición de seguro tuvo que intervenir el poder de la paloma del espíritu santo.

Pero, ¿Por qué nos atrevemos a tildar esta obra  de satánica? Porque DIOS, con su D de divinidad, con su I de infinites, con su O de omnipotente-omnipresente y con su S de sabiduría, es satánizado desde el principio como un padre cruel, como un dios egoísta, como una divinidad camaleónica capaz de trasmutarse en nube,  en brisa, en tormenta, en extraña tierra luminosa, en judío rico y hasta en el mismo satán, personificado en un ambiguo Leviatán sumiso, callado, negociador y de existencia incierta bajo el dominio implacable de un dios genocida, dispuesto al sacrificio extremo de su creación con tal de renovarse en la fe de la humanidad.

Poder y gloria, después de la muerte es la gran promesa que un Jesús indefenso se ve obligado a aceptar ante un fatalismo mesiánico del que  no puede  escapar, ni aún con la ayuda del diablo, que en tono negociador propone llegar a un acuerdo, para evitar la hecatombe religiosa.

Desde el punto de vista literario nos encontramos ante un narrador todopoderoso capaz de de penetrar hasta el pensamiento divino; nos encontramos con una lista  de personajes perfilados de manera sencilla en su psicología y en su idiosincrasia, debido a que la mayoría son harto conocidos, algunos trazos sencillos son suficientes para empatarse con ellos.

La ambientación de la época en que se desarrollan los hechos es lograda brillantemente describiendo costumbres, creencias, condición social y la situación política de aquellos tiempos.

La trama se desarrolla en base a una estructura lineal, siguiendo más o menos la cronología  de la vida de Jesús y la situación sociológica en que este crece.

El estilo literario se caracteriza por asimilarse al flujo y reflujo del monologo interior de un personaje colectivo que delira dentro de parámetros narrativos establecidos, donde la puntuación y la acotación de los parlamentos usados en los diálogos no se presentan de la manera tradicional a la que normalmente estamos acostumbrados. Un lector desprevenido y facilista seguro se vería frustrado y confundido ante el caudal narrativo de un Saramago anárquico, pero al mismo tiempo calculador, amo y señor de su técnica creativa.

La estrategia narrativa sigue siendo la misma, a partir de un narrador casi anacrónico, Saramago nos entretiene y nos cuestiona con la hábil combinación de un humor negro muy bien trabajado y desarrollado en el entorno y en el epicentro filosófico de temas vitales tales como la muerte, la vida, el sexo, la divinidad y el dogma.

Este artículo tiene © del autor.

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