DIALOGO EXCLUSIVO CON MANUEL ZELAYA, PRESIDENTE LEGITIMO DEPUESTO DE HONDURAS
“Nunca voy a renunciar a mi vuelta”
Moderando sus palabras a pedido de los negociadores estadounidenses, sostiene que “los usurpadores se van a ir por las buenas o por las buenas”, y llama a aumentar la presión local e internacional contra el régimen golpista.
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Por MarÃa Laura Carpineta
Eran casi las 22, acababa de cenar y estaba cansado; habÃa empezado su dÃa en Washington y lo terminaba en Guatemala. Al dÃa siguiente partirÃa a Managua, la ciudad que eligió para su exilio forzado. Manuel Zelaya está cansado de tanto viajar. Pide disculpas por su voz gastada y por el tono serio que no puede terminar de sacudir. Después de dos meses de recorrer el continente en busca de apoyo para recuperar la presidencia de Honduras, el estanciero de 56 años que hizo de su sonrisa y su buen humor una marca registrada parece estar perdiendo el optimismo.
Siempre correcto y amable, Zelaya atendió por teléfono el viernes por la noche a Página/12 y habló hasta que el cansancio lo venció. Ya no lanza amenazas y advertencias como en su última aventura en la frontera entre Nicaragua y Honduras, cuando por segunda vez intentó, sin éxito, volver a pisar su tierra.
Casi un mes después, Mel, como lo bautizó su familia y el pueblo hondureño, moderó sus palabras, sus formas y sus demandas. Según confió a este diario una fuente de su entorno, lo hizo por pedido de los negociadores estadounidenses que lideran el diálogo con los golpistas. “Los usurpadores se van a ir por las buenas o por las buenas”, aseguró el mandatario, que hace apenas un mes amenazaba con entrenar una guerrilla para enfrentar al régimen de facto.
Zelaya acaba de recibir de Washington el espaldarazo que buscaba y no hará nada que pueda incomodar a su más importante aliado en esta cruzada por recuperar el poder. Pero aunque consiguió que Hillary Clinton rechazara las próximas elecciones hondureñas, prometiera suspender todas las visas y cortar los fondos a la dictadura, no suena emocionado. Su cautela y su negativa a imponer nuevos plazos o ultimátums son la mejor prueba de que los golpistas no cederán rápido, y él lo sabe.
–¿Lo desilusionó no conseguir la declaratoria de golpe del gobierno norteamericano?
–La declaración que se dio va más allá que una simple clasificación de la crisis de Honduras. El documento que la secretaria de Estado emitió fue aún más fuerte. Dice que en Honduras, además de haber habido un golpe de Estado, hubo una alianza entre los poderes fácticos, el congreso, la Justicia y los militares. Eso era más de lo que nosotros esperábamos, porque significa que Estados Unidos comprende que lo que hubo fue una conspiración contra mi gobierno, contra la democracia hondureña. Para nosotros la declaración de Washington fue sin dudas satisfactoria.
–¿Cuál es el próximo paso?
–A nivel internacional se está haciendo bastante. Hay declaraciones muy contundentes. Brasil, Estados Unidos, la Unión Europea, el Banco Mundial, el BID y el FMI están tomando acciones especÃficas. Se han parado préstamos, levantado las visas, retirado embajadores. El régimen de facto está bloqueado, rodeado y con fuertes problemas internos. Dentro del paÃs, además, las manifestaciones son continuas y de a poco se ven señales de una creciente crisis económica.
–Pero aun asà los golpistas no dan ni un paso atrás. ¿Lo sorprendió este nivel de intransigencia?
–Entiendo que estas actitudes sean nuevas para la comunidad internacional, pero yo he sufrido esa intransigencia y esa soberbia de la elite económica que monopoliza todas las actividades económicas de mi paÃs –petróleo, alimentos, los bancos, el comercio, los medios– durante los tres años y medio que estuve en el gobierno. Estamos lidiando con una elite que no permite el libre mercado ni la competencia, que desde siempre estuvo protegida por leyes para no pagar impuestos y para ser intocable. Esa intransigencia cultivada durante décadas hoy se manifiesta a través de las armas. Las elites buscaron ayuda en un reducto de la época de los ’80 para poder reprimir, asesinar e instalar un gobierno de terror sin limitaciones ni cuestionamientos.
–Entonces, ¿cuál es el próximo paso para ustedes, ahora que cuentan con un apoyo contundente de todo el continente?
–Nosotros continuaremos presionando a los que usurparon el poder hasta que lo devuelvan. Necesitamos un bloqueo internacional, polÃtico y económico total y, también, aumentar la presión de la resistencia en Honduras. Al mismo tiempo estamos impulsando métodos alternativos.
–¿Qué son métodos alternativos?
–Son estrategias de resistencia efectivas con el fin de desalojar a los usurpadores del poder. Pueden ser estrategias polÃticas, sociales, una forma de trabajo del pueblo, el boicot al sistema del Estado. En otras palabras, acciones contundentes que van a hacer que los usurpadores se vayan por las buenas o por las buenas.
–¿Eso incluye también un nuevo intento de volver al paÃs por la frontera o por avión?
–Por supuesto. Nunca voy a renunciar a mi aspiración a volver a mi paÃs a recuperar la misión que me encomendó en las urnas el pueblo hondureño por cuatro años, ni un dÃa más ni un dÃa menos.
–¿Qué sanciones deberÃan tomar los paÃses de la región para garantizar ese bloqueo total que usted reclama?
–Aún quedan medidas por tomar, especialmente sanciones contra el comercio y la economÃa. Tanto Europa como Estados Unidos podrÃan asestarle un fuerte golpe a la dictadura allÃ.
–¿No teme las consecuencias que ello podrÃa producir en un paÃs tan pobre como Honduras?
–Sé que hay un peligro, de hecho hay bastante riesgo. Pero estoy decidido a hacerlo aunque tenga que pagar los costos. Está en juego la democracia y el futuro de mi paÃs.
–Si los golpistas accedieran al Plan Arias y usted volviera al poder, ¿aceptarÃa las elecciones de noviembre, a pesar de que la campaña ya comenzó bajo censura y represión?
–Mi paÃs está viviendo en la ilegalidad. Un régimen ilegal no puede garantizar la libertad de elección, mucho menos cuando hay represión contra el pueblo y persecución polÃtica contra los candidatos. La sucesión presidencial está ahora seriamente cuestionada tanto en Honduras como en el exterior. Pero mi retorno garantizarÃa la reconstrucción del pacto social y el proceso electoral revitalizarÃa la confianza en el paÃs y sus lÃderes.
–Y en ese proceso electoral, ¿apoyarÃa a algún candidato?
–Tengo muchos candidatos. Soy un dirigente polÃtico con 30 años de lucha. Apoyo a candidatos a alcaldes, diputados y corporaciones regionales, en varios partidos, no sólo en uno.
–¿Tiene un candidato presidencial? Tanto el de su partido como el favorito apoyaron abiertamente el golpe desde el primer dÃa...
–Ningún ciudadano que haya colaborado o participado en el golpe va a gozar alguna vez de mi apoyo o mi amistad. El que estuvo con el golpe es también responsable de los asesinatos, torturas y violaciones a los derechos humanos. Estoy convencido de que esos candidatos serán condenados por el pueblo y humillados en las urnas.
–Pero son los dos candidatos con posibilidades reales de ganar, antes y después del golpe.
–Piensa unos segundos antes de responder. Si el próximo gobierno colaboró, participó o simpatizó con el golpe le aseguro que será un gobierno débil, totalmente vulnerable. De todas formas, no quiero hacer pronósticos. El pueblo será el juez de los golpistas.
–¿Cree que fue un error no juzgar durante su gobierno a los represores de la guerra sucia de los ‘80, que hoy sostienen y asesoran a la dictadura?
–Por lo menos puedo decir que lo intentamos. Precisamente ésas son las raÃces del odio de la elite más reaccionaria. Vieron un peligro para su impunidad y nos sacaron de la escena. Mi gobierno siempre sostuvo que no debe haber olvido para que no repitan los vergonzosos y cavernarios hechos que ahora lamentablemente están reviviendo los hondureños. Pero es importante destacar que es mucho más que Honduras. Los grupos más reaccionarios del continente, desde Washington hasta América del Sur, se han reactivado y creen que pueden detener a los movimientos sociales y los cambios progresistas con un golpe de Estado. Estamos en una nueva época y éste no es un golpe fundamentado en una ideologÃa, sino el intento desesperado de un grupo de poder que solamente quiere recuperar sus beneficios, y para ello se esconde detrás de las armas y de un grupo de polÃticos corruptos.
–El Plan Arias, que usted aceptó, incluye una amnistÃa general. ¿Eso no favorecerÃa nuevamente la impunidad?
–Hay algo que quiero aclarar. En Honduras el presidente no tiene inmunidad, y aun asà nunca fui procesado, demandado. Fueron todas mentiras, falsedades que se inventaron después del golpe para ensuciar mi nombre y la gestión de mi gobierno. Los otros dos poderes, el Congreso y la Justicia, siempre estuvieron en mi contra. Pero aun asà nunca me llevaron a juicio. La amnistÃa que se incluyó en el Plan Arias fue solicitada por los golpistas, no por mÃ.
–Exactamente. Volverán a quedar libres los responsables de las violaciones a los derechos humanos...
–La verdad que ustedes, en Argentina, saben de esto mejor que nosotros. Menem dio un indulto y muchos años después la Corte lo anuló. No hay que tener miedo de ese tipo de amnistÃa; es una amnistÃa para crÃmenes conexos con el golpe y con una situación polÃtica particular, pero nunca, repito, nunca se puede amnistiar crÃmenes de lesa humanidad, como son las violaciones de los derechos humanos que está cometiendo esta dictadura. Eso jamás.
PAGINA 12 / Domingo, 6 de septiembre de 2009
FUENTE: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-131259-2009-09-06.html