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EL SUFRIMIENTO

Camilo Valverde Mudarra

Espa帽a



Inmerso en el misterio

El hombre, en su limitaci贸n, est谩 inmerso en el misterio. La existencia del sufrimiento que le atenza la vida, le hace ir al problema del mal, que tantas cavilaciones y p谩ginas ha suscitado. El sufrimiento es uno de los problemas humanos m谩s lacerantes; siempre ha preocupado a los individuos, a la sociedad y a las civilizaciones; es tan antiguo como la humanidad. Al considerar su tenaz presencia, ininteligible e ineludible, se han dado diversas teor铆as filos贸ficas y explicaciones teol贸gicas a trav茅s de la historia; se ha dicho que es uno de los asuntos teol贸gicos m谩s intrincado. A la Psicolog铆a le resulta muy dif铆cil, si no imposible, dar una definici贸n satisfactoria del dolor; y la Fisiolog铆a no ha resuelto el problema de su naturaleza, su origen y finalidad.

Ya lo abordaba el dualismo, doctrina que afirma la existencia de dos principios supremos, increados, coeternos, independientes y antag贸nicos: el bien y el mal, cuya acci贸n explica el origen y evoluci贸n del mundo. Aparece en muchos pueblos antiguos, en China, en Egipto y, especialmente, en Persia; su religi贸n impulsada y reformada por Zoroastro, hacia el s. VI a. C., establece dos dioses: del bien, Ormuz, y del mal, Ahrim谩n. Existen varias formas de dualismo, la m谩s influyente de la cuales, despu茅s del mazde铆smo de Zoroastro, fue el manique铆smo.
Israel trat贸 de dar respuesta a los m煤ltiples interrogantes que plantea. En G茅n 3, se atribuye al pecado el origen de todos los males, el mal en el mundo y la miseria del hombre se deben a la transgresi贸n humana (Ecl 40,1-10); el hombre intenta afirmar su propia autosuficiencia y quiere determinar por s铆 el bien y el mal; su origen est谩 en la naturaleza humana que, dotada de libertad, no acepta, por orgullo, el orden establecido y se rebela contra su limitaci贸n y finitud. El dolor se ha tratado de explicar durante siglos, como castigo divino. Job afirma constantemente su inocencia, que 茅l no ha pecado; y se dice expresamente, que Sat谩n, el Adversario, es el causante del dolor de aquel justo. El libro de Job, que presenta, con toda su crudeza, el caso del justo paciente, deja sin resolver el problema del sufrimiento, queda en el 谩mbito del misterio. Al final se ve, como una prueba de los designios divinos, en que conf铆a y 茅l acepta. Dios le reponde a Job que, precisamente, debe creer que el mal que lo aflige, es relamente un bien, aunque su limitada inteligencia no alcance a comprenderlo.Y el misterio sigue, no se aclara. La experiencia cotidiana del justo que sufre parece una paradoja incomprensible ante la justicia de Dios. Ello escandaliza y desorienta al justo.

En la consideraci贸n del sufrimiento, inmediatamente surge la implicaci贸n de Dios. Dios, Ser Supremo Omnipotente e Infinito Amor, no puede ser la causa del sufrimiento (Sab 1,13-16), ni quererlo, ni manejarlo, por lo que tiene de violencia, de tortura, de muerte, de negaci贸n. Dios por esencia no puede querer el mal. El ente en cuanto ente es bueno; el mal en cuanto tal, no pude consistir en algo positivo, es la negaci贸n. Arist贸teles niega la positividad del mal. Dios no puede directamente causar el mal; su causalidad no tiene deficiencia. El mal f铆sico le ata帽e s贸lo indirectamente; Dios crea en perfecci贸n, causas defectibles, que pueden fallar, pero eso est谩 previsto para la armon铆a y rica variedadd del universo. Dios no causa ni quiere el mal f铆sico, no se complace en los males de la naturaleza ni con los que afligen al hombre. Dios no causa ni directa ni indirectamente, tampoco, el mal moral; este mal de culpa proviene de la voluntad pecaminosa libre del hombre; es una ofensa a Dios y no admite compensaci贸n alguna que lo justifique. Dios causa lo positivo, no el desorden ni el error que viene de la causa libre y deficiente. La criatura tiene la iniciativa de la mala acci贸n, por detener el curso de la moci贸n divina hacia el bien. La filosof铆a tradicional lo define como privaci贸n, carencia, negaci贸n del bien; el mal tiene su origen en la naturaleza del ser corp贸reo, en la indeterminaci贸n, en el desorden; Dios es el Bien, no puede ser origen del mal. El mal es un dato incostestable de la condici贸n humana. Schopenhauer cree que, en la base de todos los fen贸menos del mundo, est谩 la voluntad. El mal culpable es la transgresi贸n de una ley superior cometida por la criatura racional con advertencia y libertad.

As铆 pues, decir que Dios causa y quiere el sufrimiento, es negar a Dios. No se puede usar a Dios, como la poderosa raz贸n que justifica la tremenda conexi贸n existente entre 鈥榬eligi贸n’ y 鈥榲iolencia’. Dios no es ese ser que exige sufrimiento y muerte, que aprueba la autoinmolaci贸n y el cintur贸n bomba por motivos suicidas, subjetivamente, considerados nobles y heroicos; no admite el terrorismo ni est谩 con los terroristas de pistola y atentados. No busca ni justifica esa espiritualidad e incluso la m铆stica que diviniza el dolor y 鈥榮acraliza’ los sufrimientos y los r铆os de sangre. Es el fundamento esgrimido por individuos que, en la historia, se sirvieron de la religi贸n y la pol铆tica, a fin de, cumpliendo sus intereses y ambiciones, esclavizar, en sumisi贸n, a los pobres y callar y oprimir a las gentes; energ煤menos del mal predicaron resignaci贸n y aguante, para que los humildes y desvalidos, manejados a conciencia, soportaran, en silencio, la vileza y la perversi贸n arrogante de los prepotentes, de los pillos dominantes y dictadores de turno.

Dios entronca con el Bi茅n. El universo obra de Dios es armonioso, un reino de paz y bienestar (Gn 1-2). El salmista dice: “Yahv茅 asent贸 su trono; y su soberan铆a todo lo gobierna” (Sal 103,19). “Alabo y glorifico al rey del Cielo, porque todas sus obras son verdad y justicia” (Dn 4,34); y Jes煤s dijo: “Ha llegado a vosotros el reino de Dios” (Mt 12,28). As铆 mismo, el Dios-Padre que trae Jesucristo, Inmensidad de misericordia, de perd贸n y de compasi贸n, tampoco, puede concebirse dador y causa del sufrimiento. Y, en este pensamiento, surge la Pasi贸n de Jes煤s, el Calvario y la Cruz, con su procedente interrogante: 驴Por qu茅 hubo de padecer la violenta pasi贸n y la muerte de cruz? Violencia y sacrificio que Jes煤s rechaza, no la quiere; angustiado,“sudando sangre”, exclama: Padre, pase de m铆 este c谩liz, pero h谩gase tu voluntad y no la m铆a” (Lc 22,42). No ama el sufrimiento, pero la acepta; no solamente, lo soporta, sino que lo acepta, lo toma con amor, como un medio de uni贸n con Dios, como prueba que no envilece al hombre, sino que lo eleva y engrandece; deja de ser un caso fortuito y toma una significaci贸n. Es el argumento que consiente una superaci贸n del problema del sufrimiento.

El cristiano no ama el dolor, no vive al actitutd patol贸gica del algof铆lico, complacencia muy diferente y distante del cristianismo. Jesucristo exhorta constantemente a confiar en la providencia divina, no, porque vaya a hacer que nos veamos libres del sufrimiento, sino, porque, reconociendo, en el dolor, la voluntad del Padre, podremos y deberemos tomarlo, como un don divino. Por Cristo y en Cristo, se ilumina el enigma del sufrimiento y de la muerte que, fuera del Evangelio, envuelve en absoluta oscuridad, en tremenda desesperaci贸n.

Camilo Valverde Mudarra

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