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Los Andes: raíces, resistencia y utopía

Jorge Etcheverry

Chile



I

Es imposible hablar de los Andes en un contexto cultural y político sin referirse a la historia postcolombina de América  y a la colonización que le da origen e inaugura una relación asimétrica de dependencia económica--y por lo tanto cultural y política-- de América Latina  primero respecto a Europa y  después Estados Unidos. La colonia se prolonga hasta nuestros días bajo la forma de neo la colonia. El "trauma de la conquista" construyó lo europeo moderno y parcialmente destruyó lo autóctono americano. Sin los recursos humanos y naturales del Nuevo  Mundo y sus otras colonias, la Europa moderna no hubiera existido, ni tampoco existiría el mundo metropolitano contemporáneo a que ha dado lugar. 'Metrópoli'  y  'Colonia'  son  términos  que designan dos hemisferios que calzan geopolíticamente con las nociones de desarrollo y subdesarrollo, Norte y Sur, como lo expresa la jerga del desarrollo en el hemisferio norte.

 

Si la dependencia colonial ató económica y políticamente a las colonias a la Europa imperial, la dimensión superestructural ideológica y cultural no fue menos importante. Primero se extendía a la capital virreinal y desde ahí pasaba a la aristocracia provinciana, a los vástagos de apellido español cuyo centro espiritual e intelectual estaba en las capitales de Europa.

 

Los americanos de las urbes se quisieron  europeos  desterrados, y  en  ese  proceso  se 'aclaraban' imaginariamente, adoptando la ideología y cultura de la metrópoli. Se barajaban y se barajan proyectos  políticos  teniendo  como  ejemplo  ideologías  y condiciones metropolitanas o surgidas del pensamiento, las ciencias sociales o la filosofía 'universales' europeas o norteamericanas.  Pero los procesos históricos, sociales y culturales son diferentes en el mundo metropolitano y en mundo colonial y neocolonial. Las burguesías ascendentes que en Europa desarrollan la modernidad y el capitalismo, en América Latina siempre fueron y serán dependientes de las metropolitanas, por su desarrollo incipiente y por ser de hecho un intermediario con los poderes económicos y políticos reales en ultramar.

II

                                                             La literatura en Latinoamérica nace como actividad y producto cultural de importación colonial, un instrumento de dominio lingüístico. La expresión poética precolombina, cosmogónica, mítica, de registro histórico y reflexión filosófica se convierte en ‘literatura'. La transición desde la oralidad autóctona a la escritura señala el paso al registro en teoría universal de la letra impresa y muestra la subordinación quizás inevitable a la institución colonial, a su cultura, modo de producción, mercado y tecnología. La naciente literatura afianza el sistema institucional. Como toda literatura colonial, postcolonial o neocolonial está situada entre la particularidad regional, étnica, cultural y lingüística de la colonia o neocolonia dependiente, y la pretendida universalidad imperial, o en nuestros días neo imperial. Está sujeta a la nueva tecnología y se escribe en el lenguaje dominante, lo que afecta incluso a los textos y tradiciones orales o para orales aunque sólo sufran un proceso de transcripción, sin hablar de las obras hechas consciente o inconscientemente según  el modelo de las formas literarias metropolitanas, que se suponen son tan ‘universales'como la red institucional, económica y militar del imperio. La novela tenderá a aparecer en los centros urbanos, siendo como es el género propiamente occidental que surge con la burguesía, la modernidad, el capitalismo y el individuo monádico metropolitanos europeos. Las urbes coloniales representan en todas las conquistas los centros desde los que se expande el poder imperial: la población es más mezclada o menos nativa, allí se establecen los conglomerados más importantes de colonos y desde allí se despliegan hacia el paisaje natural las instituciones y modos de explotación y vida de la metrópoli.

En la vasta geografía sudamericana, los Andes constituyen la columna vertebral que atraviesa segmentos de diversas regiones y se ve como el terreno más inaccesible y recóndito, mientras en valles, praderas y costas se establecían las ciudades. Los Andes abarcan más allá de las divisiones institucionales, como la de los países que conforman la Comunidad Andina. Los Andes y su cultura son percibidos y representados como el centro que permaneció puro, en que se mantuvo la civilización previa a la europea. Cuando se piensa en los Andes se piensa en una región o ámbito que en América representa a  ‘las raíces', lo sólido, que permite establecer una continuidad con el pasado precolombino para desde allí postular, construir o pensar continuidad, discontinuidad, sincretismo, integración regional, continental, global, incluso étnica, o incluso una especificidad continental o regional distanciadora y antagonista. Como imagen los Andes tiene elementos a la vez masculinos y femeninos, o femenina, porque se trata de montañas, de la Cordillera de los Andes, nombre en que se conjugan ambos, los Andes hierogámicos conjuran a la vez símbolos y cualidades arquetípicos culturales, la pureza de la altura, la cercanía con el ámbito celestial, ‘de arriba'. La sociedad latinoamericana y del Cono Sur, que se quieren occidentales y urbanas, también comparten o quieren compartir el mito y la nostalgia del paraíso perdido y del buen salvaje, estableciendo casi desde los orígenes de la novela en el continente la narración de la extrañeza, distancia, miedo, nostalgia y maravilla respecto al aborigen en su ámbito natural.  Pero parece ser la poesía, en un sentido amplio, el género que permite establecer más propiamente la continuidad con las raíces, y por tanto el carácter potencialmente redentor de los Andes, desde su oralidad mnemónica precolombina hasta las manifestaciones poéticas actuales. Tres grandes poetas latinoamericanos, Gabriel Mistral, Pablo Neruda y Ernesto Cardenal han dado a los Andes un lugar privilegiado en su cosmovisión.

III

En La fuga, que es el poema inicial de  Muerte de mi madre, de Tala (1938), la protagonista que nos habla en el poema anda por "...paisajes cardenosos:/ un monte negro que se contornea/siempre, para alcanzar otro monte;". Podemos advertir la gran productividad poética de este elemento, el monte y sus variantes: "pero siempre hay otro monte redondo/que circundar, para pagar el paso/al monte de tu gozo y de mi gozo".

 

En la primera estrofa se muestra la ambivalencia del monte: "un monte negro que se contornea"; "siempre, para alcanzar el otro monte". Aquí el monte es un elemento positivo, un camino hacia, pero a reglón seguido pasa a ser mediación u obstáculo "pero siempre hay otro monte redondo"; "que circundar, para pagar el paso"; "al monte de tu gozo y de mi gozo". En la tercera estrofa tenemos cerros con una denotación repetitiva y una connotación metapoética sobre ese mismo elemento; "...los cerros repetidos". Este es un poema de búsqueda y encuentro/desencuentro con la madre,  que representa de alguna manera a la misma protagonista emisora del poema  y a la vez trasciende al ‘género humano'. El elemento que posibilita, pero a la vez obstaculiza este proceso son los montes, como queda patente en la cuarta estrofa "ni estás cerro adelante,"; "te has disuelto con niebla en las montañas". En la última estrofa los ‘pasos' de la relación entre emisora (hija) e interlocutora (madre) se anudan alrededor de este elemento ontológico central del mundo del poema: "siempre por el rosario de los cerros".

 

Los montes está presentes en el conjunto de poemas Muerte de mi madre  "las dunas" (Nocturno de la consumación); "mis cerros" (Nocturno de la derrota), "la montaña"(Nocturno de José Asunción). Siguiendo con estas variaciones, de monte, tenemos ‘cuesta', (Nocturno del descendimiento) y nuevamente ‘cerro'. Es conocido el vasto simbolismo del cerro como encuentro entre tierra y cielo, como comunicación con la deidad. Muchas son las versiones de cerros, montañas, pirámides, etc. que aparecen y vuelven a aparecer en diversas mitologías, religiones, poéticas, recordemos Le mont analogue de Daumal, etc., y aquí prácticamente se llamaba su aparición, ya que este conjunto de poemas versa sobre la muerte de la madre y la relación del hablante con una deidad que es su versión del Dios bíblico, ya que la autora dice en una nota que al escribir estos poemas, pasaba por "una larga crisis religiosa". Ahora, es evidente en la obra de la poetisa la conexión entre lo aboriginal, originario, telúrico con lo andino, y cito "y se yergue soñolienta, con somnolencia de indio y con potencia fatal, incontenible, geológica, de cordillera que se alza en cuatro patas. Y canta al sol de América". Su feminismo tampoco es ajeno a este carácter telúrico, andino.

Neruda centra en Alturas de Macchu Picchu su canto sobre América. Aquí la voz poética del Canto General (1950) adquiere el derecho de fundamentar su canto al vehiculizar la voz y memoria ancestrales precolombinos, desde el presente degradado. Hay continuidad y discontinuidad que son asumidos por la voz/conciencia/testimonio de la memoria del hablante poético. Esta epifanía ocurre en los Andes ante los vestigios de una gran civilización. El yo del poeta se identifica con una entidad colectiva pasada y la trae a presencia, testificando: "Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta". El Canto propondrá una alternativa al "quebranto aciago", a la "pequeña muerte", cuando el poeta se detiene al umbral del mito al reconocer la presencia de la muerte y el sufrimiento entre los habitantes primigenios. Pero por otro lado el Canto General muestra el quiebre histórico en América. En Amor América dice; "Antes de la peluca y la casaca/fueron los ríos, ríos arteriales: fueron las cordilleras, en cuya onda raída/el cóndor o la nieve parecían inmóviles:...El hombre tierra fue, vasija, párpado". Aquí la presencia europea es una metonimia de parte por el todo (peluca, casaca) que por esa particularidad indica degradación,  contrastando con la presentación de lo natural/indígena americano. En el poema hay elementos diferenciales respecto una concepción de mundo occidental: el yo del hablante coparticipa con los individuos a lo largo de la historia americana y engloba al conjunto de estos, que no se relacionan a la naturaleza como puramente materia/objeto sino que armonizan con ella. Aquí hay las bases de una visión ecológica, una relación hombre - naturaleza, que busca equilibrio y que ofrece un modelo alternativo frente a las economías occidentales basadas en el crecimiento de la producción, de la población y en el agotamiento de los recursos en un planeta finito.

El hablante del Canto General es a la vez lírico y épico, participa y narra los acontecimientos, es a la vez general-abstracto y particular hasta el detalle. Es como si por detrás nos guiñara el ojo una concepción de mundo no occidental dicotómica. El Canto establece la genealogía de América truncada por la conquista. En el poema hay elementos de los mitos culturales occidentales y urbanos del Buen salvaje y de la Edad de Oro, pero en la existencia del hombre precolombino no están ausentes la contradicción, el conflicto, el sufrimiento la finitud ni la muerte.

"Tierno y sangriento fue, pero en la empuñadura /de su arma de cristal humedecida,/ las iniciales de la tierra estaban /escritas".

No se trata del Buen Salvaje europeo, pese a que mirado con nostalgia desde la cultura urbana el hombre americano (y por extensión toda humanidad todavía primigenia, en estado salvaje) es parte de la naturaleza:

"El hombre tierra fue, vasija, párpado/ del barro trémulo, forma de la arcilla;"

Esa misma historia precolombina que la conciencia ecológica contemporánea puede rescatar y hacer suya para oponerla como modelo al estado de cosas presente, es también una de sufrimiento y explotación, presentes en América desde sus orígenes. Estamos lejos de Adán, de Rousseau, del comunismo primitivo, de la utopía y el mito. Sin embargo hay una dimensión natural en estas contradicciones. Se está lejos también de la conquista con su secuela de explotación, conversiones, bautizos y trabajos forzados y pestes; de la ética del trabajo, el provecho personal y la comunicación individual con Dios que destruye los gérmenes de ecumenismo cristiano. Pero sin embargo las contradicciones de la sociedad y la civilización humanas están presentes en este tiempo primigenio.

Salvando las diferencias, en Economía de Tahuatisuyu (1961) de Ernesto Cardenal vemos cómo se despliega una concepción también sincrónico- diacrónica de los Andes y por consiguiente de América, quintaesenciados en el Tahuantisuyo. El poema establece el contraste entre el estado de cosas precolombino y el actual como ya veíamos en Alturas de Macchu Picchu:

"No tuvieron dinero

el oro era para hacer la lagartija"

El sistema económico moderno, capitalista y monetarista actual despliega su negatividad, encarnado en su universal símbolo del dinero, origen de todos los males presentes.

"No tuvieron dinero/y porque no hubo dinero/no hubo prostitución ni robo/ ni corrupción Administrativa ni desfalcos/porque no hubo comercio ni moneda"

La equidad de bienes y participación social eran vigentes en el mundo precolombino. Su moneda era "el Sol que brilla para todos"; "el Sol que es de todos y a todo hacer crecer" Se establece de verso a verso la comparación con la situación presente, introducida mediante la terminología especializada de la economía, las ciencias sociales y la política, que entran en la poesía efectuando otra vez el nexo que permite la representación comparativa sincrónico-diacrónica del mundo americano precolombino y el actual "el Sol sin inflación ni deflación"; "Y no esos sucios "soles" con que se paga al peón"; "La moneda trajo los impuestos" ;"Un sistema económico sin MONEDA"; "la sociedad sin dinero que soñamos"; "La función del Estado/era dar de comer al pueblo"; Un comunismo agrario"/ "EL IMPERIO SOCIALISTA DE LOS INCAS"

Se retoma el tema nerudiano de la cualificación del mito paradisíaco y se establece un diálogo con el vate chileno, "Neruda: no hubo libertad/sino seguridad social",; Y no todo fue perfecto en el "Paraíso Incaico". La salida, quizás política, queda abierta: "¿Volverá algún día Manco Capac con su arado de oro?/¿Y el indio hablará otra vez?".

P.-S.

Notas a ciertos puntos

Respecto a la dependencia originaria del continente respecto de la metrópoli europea, es adecuado suscribir, junto a Alejandro Losada, que "...ninguna categoría descriptiva-interpretativa de estos fenómenos tiene legitimidad científica si no da cuenta del campo de contradicciones que determina el desarrollo de cada literatura latinoamericana: el desarrollo del capitalismo hegemónico de las metrópolis dominantes y el desarrollo de las sociedades latinoamericanas sometidas a diversas formas de dominación desde la conquista" Alejandro Losada, «La internacionalización de la literatura latinoamericana», Cuadernos de Caravelle, 42, 1984:17.

Respecto a la novela en América Latina, por ejemplo podemos citar a Carpentier en su Problemática de la novelística hispanoamericana que la novela era un género tardío, y agregaba "Países hay, actualmente, del Asia, del África, que poseyendo una poesía milenaria, apenas empiezan a tener una novelística" Alejo Carpentier, «Problemática de la actual novela hispanoamericana,» en Tientos, diferencias y otros ensayos, (Plaza & Janes, ed.), Barcelona, 1987:9; y su carácter ‘urbano’: "Pero en la novela latinoamericana, de los relatos gauchescos a El mundo es ancho y ajeno, la naturaleza es sólo la enemiga que traga, destruye voluntades, rebaja dignidades y conduce al aniquilamiento"Carlos Fuentes, La nueva novela hispanoamericana, México: Muñoz S. A., 1969:10ç

Respecto a la ‘impureza’ de los géneros trasplantados a América (como a todas las colonias), podemos citar a Néstor García Canclini, de "En defensa de las lenguas. La vigencia de las culturas híbridas "¿Cómo designar las fusiones entre culturas barriales y mediáticas, entre estilos de consumo de generaciones diferentes, entre músicas locales y transnacionales, que ocurren en las fronteras y en las grandes ciudades?". Así podemos afirmar que la novela es la manifestación cultural por excelencia de la burguesía moderna ascendente. Pero el género novelesco en América Latina sufre modificaciones debidas a la especificidad del medio que le sirve de origen. Dentro de sus peculiaridades se ha hecho notar la preeminencia del tema universal de las relaciones hombre-naturaleza:. La oposición campo-ciudad es un tema recurrente de la cultura en Hispanoamérica. La novela, género burgués, capitalista y moderno, occidental se convierte en anfibológica, híbrida. En su caso, se producirían alteraciones que vehiculizarían una diferencia en la ‘concepción del mundo’ y que atañen al sujeto, a la subjetividad y en última instancia a la idea del ‘yo, que asume rasgosdiferenciales en un medio que carece de una burguesía moderna occidental propiamente dicha y donde habría imperado una ‘modernidad’ modificada.

La presencia temática de los Andes en Gabriela Mistral ha sido universalmente reconocida: "Gabriela era la voz de América, la cantadora de sus mares y de sus montañas, la que sabía dialogar con cada uno de los pliegues de la Cordillera de los Andes... desde Puerto Rico hasta la Tierra del Fuego. Oírla hablar era como hacer un viaje a Monte Grande ... encaramado en la Cordillera de los Andes, donde hoy reposa y al que estaba tan apegada durante su vida, como si fuera un paraíso terrenal", afirma Marie-Lise Gazartan-Gautier. Para José María Valverde, Los elementos míticos de una visión primigenia y original son patentes en estas citas. Para Eliana Ortega, en "Otras palabras aprender no quiso":la diferencia mistraliana, la poesía de la Mistral es "el gesto de resistencia a la cultura hegemónica, patriarcal que contiene la palabra poética de Mistral"; la "lengua-madre, referida a la madre arcaica, pre-edípica, madre precolombina", "ya que el énfasis en el habla, en la oralidad de la extranjera, marca una diferencia más con el discurso escritural de la poesía canónica", "que establece un diálogo interno con los aspectos plurales de la subjetividad mestiza latinoamericana". En esta interpretación muy contemporánea de la Mistral, se manifestaría en ella una solidaridad o hermandad de los subordinados, victimizados y objeto de la actividad guerrera de conquista y dominación ‘masculinas’imperiales, pero además su pertenencia a lo esencial, telúrico y recóndito. Existe entonces la apoyatura étnica originaria y radical: el indio y mestizo frente a la civilización híbrida europeizante y que se quiere occidental. Así, se va constituyendo un paradigma con componentes míticos y si se quiere protopolíticos de la persona cultural/obra de la autora.

En esta elaboraciones se tematiza el asunto de la coincidencia de una visión antropocéntrica en el sentido de androcéntrica con la ‘occidental’, que va insita en la empresa de conquista colonial y la posterior emergencia y consolidación (en curso) del capitalismo, que para serlo necesita de la expansión del sistema económico (imperialismo/globalización), que a su vez precisa de la homogeneización que agiliza y simplifica las formas de intercambio, que se ven apoyadas cultural y conceptualmente por la universalidad y la abstracción. Sí, el feminismo como ideología alternativa a este conglomerado, tendrá que ser particularista, y así pasará a coincidir con rasgos de otros sectores subordinados, que aspiran a la reinstauración de lo particular concreto étnico, cultural, idiomático, nacional, frente e lo universal global (económico) y universal

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