La niña de los Fósforos
CaÃa la nieve y la noche se cernÃa sobre la ciudad. ¡Que frÃo tan atroz¡ La calles empezaron a quedar vacÃas de gente y en las casas se encendÃa luces brillantes el árbol de Navidad iluminaban los salones repleto de hermosos regalos.
La leña chisporroteaba alegre en la chismea. Se escuchaban alegres villancicos anunciado paz y amor. Los mas ricos manjares estaban ya servidos en la mesa.
Era Nochebuena. En medio del frÃo, de la oscuridad, una pobre niña pasó por la calle con la cabeza y los pies desnuditos. TenÃa en verdad zapatos, cuando salió de su casa; pero no le habÃan servido mucho tiempo. Eran unas zapatillas enormes que su madrastra ya habÃa usado; tan grandes, que la niña las perdió al apresurarse al atravesar la calle para que no la pisasen los últimos carruajes que iban en direcciones opuestas. La niña caminaba pues, con los pies desnudos, que estaban rojos y azules de frÃo; llevaba en el delantal, que era muy viejo, algunas cajas de fósforos y tenÃa en la mano una de ellas como muestra.
Era muy mala noche para trabajar, aún no habÃa vendido ninguna cerilla y tenÃa mucha hambre, mucho frÃo y un mÃsero aspecto. Se sentó en una plazoleta y se acurrucó en un rincón entre dos casas; no se atrevÃa a regresar a la suya sin vender una sola caja, pues su madrastra le maltratarÃa.
¡Cuánto placer le causarÃa calentarse con una cerillita! ¡Si se atreviera a sacar una de la caja y frotarla en la pared para calentarse los dedos! Pero todo acaba en el mundo.
La niña extendió sus piececitos para calentarlos también; más la llama se apagó: ya no le quedaba en la mano más que un pedacito de cerilla. Frotó otra, que ardió y brilló como la primera; y allà donde la luz cayó sobre la pared; se hizo tan transparente como una gasa.
La niña creyó que estaba en un gran Salon lujosamente decorado con bellos adornos navideños y un abeto lleno de estrellitas con todos los colores del arco iris coronado por una bellÃsima estrella de luz azul junto a la chimenea encendida. La mesa estaba cubierta por un blanco mantel resplandeciente con finas porcelanas, y sobre la cual un pavo asado y relleno de trufas exhalaba un perfume delicioso.
¡Oh, sorpresa! ¡Oh, felicidad! De pronto tuvo una ilusión.
Un trocito de pavo asado saltaba de su plato sobre el pavimento y rodaba hasta llegar a sus piececitos.