Una dama de noble linaje de la ciudad se casó con un aventurero llegado de tierras lejanas.
El mozo en cuestión resultó mujeriego y jugador y continuamente cortejaba a otras jóvenes de la ciudad.
En tanto, otro caballero se enamoró de la dama y sufría en silencio por la imposibilidad de obtenerla.
Una noche, el esposo, muy dado a jugarse el dinero y las prendas, lo perdió todo y en un último envite, fue a casa a pedirle a su esposa sus joyas para jugarlas.
Al negarse ésta, preso de la ira la mató.
Cuando el secreto enamorado supo el suceso, buscó al marido al que retó y dio muerte en desafío, en la plaza del Pósito.
Cuenta que tras el trágico desenlace. El enamorado ingresó como fraile en el convento de San Francisco.
Y, en noches frías y lluviosas de invierno... vaga y se aparece, a modo de fantasmal presencia, en la plazoleta para rezar y llora al tiempo por su amada y su desgraciada hazaña.