Sentir, tras mi beso, el temblor imperceptible de tu piel
cubierta por millones de perlas perfumadas.
Sentir, como mi ser se funde con el tuyo;
como nuestros corazones se unen,
en un único latido, fuerte, poderoso y frío.
Como la vida, tan querida y tan distante,
poco a poco va pasando a mis venas
dejando en mi boca el sabor agridulce
de lo que fue creado para verse.
Sentir como poco a poco
voy renaciendo. Como mi piel
va obscureciéndose,
volviéndose cada vez mas cálida,
tensa y mas... humana.
Entonces y sólo entonces, justo antes
de que mis labios rebosantes de lujuria,
se separen de tu garganta, siento
como todo el calor del universo sale por mis poros
y durante un segundo, que nunca podrá ser eterno,
sueño con todos los amaneceres perdidos
y con aquellos que aún recuerdo.
En Baza a 20 de mayo de 1996