Tú fuiste su gemelo. La abierta
Herida en su costado. Y aquel no
Soportaba la visión de si mismo
Reflejado en tus Ojos de clarísimo
Mar. Como ladino amante
Despechado te arrojó de su lado.
Ya deyecto. Olvidado. Ya sin alas
Con la in-saciada sed de los
Desiertos sobre los secos labios
Vigilado que fuiste. Oh clara
Luz Osada. Y entregado a ti
Mismo y al abismo sin fondo
Fuiste el hijo de Titanes
Y Dioses ultrajados.
En el lejano exilio
Decidiste abrir la pepa del
Conocimiento y el jardín de lo
Oculto se reveló a tus ojos
Más El no estaba ajeno a tus
Designios. La libertad increada
Que sembrara fue su sombra
Y su pena. La abierta herida
Que sangraba de su seco
Costado. El infierno de Dios
Sobre esta tierra.
Más tú multiplicabas tus deseos.
Los desiertos tornaban-sé vallados.
La mar multiplicaba peces. La tierra
Trigo. Y el sutil tentador transfigurado,
Fue su carne en tu carne:
“Sed a no malo” tú exclamaste.
Ya olvidado de todo.
¡Ay! perseguido por la iracunda
Saña de aquel. Tu mismo hermano.
Y olvidado de todo fuiste reo.
De nuevo el mundo fue tu cárcel.
Y expurgaste inocente aquella sangre
Con finitud y pánico.
Ahora el mal triunfaba.
Triunfaba Dios sobre LUZ-BEL.
El hombre. Solo un ángel vencido.
Derrotado por la envidia del Otro.
De su hermano.
OscaR PortelA